El cocodrilo rescatado del parque de Corinto tenía los días contados. Eran siete. Murió el sábado pasado. Su estado de desnutrición era tan avanzado que no tenía opciones de vida. Estaba desbaratado por dentro.
“Le hicimos la necropsia y encontramos que los riñones estaban desbaratados, los pulmones terribles, parece que había una infección, al estar un 75 por ciento desnutrido todos los órganos fueron afectados”, afirmó Eduardo Sacasa, veterinario del Zoológico Nacional, donde intentaron salvar la vida del cocodrilo.
El reptil, cuya edad era calculada entre 30 y 35 años, había pasado casi toda su vida en la pila del parque de Corinto, la ciudad portuaria más importante del país.
Ahí creció aparentemente con una alimentación limitada, y bajo el estrés que le provocaban los jóvenes cuando lo molestaban por diversión.
DEMASIADO TARDE
Hace dos semanas el Club de Jóvenes Ambientalistas dio a conocer la noticia por medio de su departamento de denuncias.
Las autoridades locales y gubernamentales lo enviaron al Zoológico Nacional para rescatarlo, pero fue imposible.
“La última vez pensamos que se podía, aunque no tenía muchas posibilidades, porque había empezado a comer, pero no se pudo hacer nada”, comentó Marina Argüello, directora del zoológico.
Sacasa afirmó que el cocodrilo cargaba una enfermedad que ya había sentenciado su vida desde antes de llegar al zoológico.
“Parece que había una infección. Es posible que se haya enfermado, no lo trataron, le entró anorexia, no comió y nadie lo alimentó, nadie le dio tratamiento… murió por tanto tiempo sin comer. Tenía el estómago con una hemorragia, no tenía fuerzas ni para digerir, tenía gusanos dentro de la mandíbula producto de las mismas infecciones”, dijo el veterinario.
UN MENSAJE DE VIDA
Las autoridades del Zoológico Nacional consideraron que si el cocodrilo hubiera tenido alguna oportunidad de vida habría podido ser aprovechada en el Centro de Rescate de Animales que tiene la institución, gracias a los antecedentes.
Actualmente cuentan con dos cocodrilos, de 36 y 40 años de edad, que tardaron entre ocho meses y un año en recuperar sus aptitudes, y ahora están listos para ser devueltos de su hábitat natural, aseguró Sacasa.
Con una longitud de 3.40 y 3.60 metros, los cocodrilos tienen como destino final el Refugio de Vida Silvestre Río San Juan. Será un paraíso para ellos, en comparación con una pileta de Matagalpa y otro espacio seco en una isleta de Granada, que eran sus antiguas moradas.
Tanto el Zoológico Nacional como el Club de Jóvenes hicieron un llamado a la población a que denuncie los casos de cocodrilos y otros reptiles, como tortugas, viviendo en parques de algunos municipios o en otros lugares donde están hacinados.
“Los jóvenes ambientalistas hacemos un llamado urgente a toda la población, a pronunciarse frente a casos de especies silvestres en cautiverio, principalmente aquellos que se encuentran ubicados en sitios que no prestan las condiciones, en los cascos urbanos de los diferentes municipios del país”, dice un comunicado emitido ayer por el Club de Jóvenes Ambientalistas, a propósito de la muerte del cocodrilo rescatado del parque de Corinto.
Sacasa advirtió que el problema con los animales que viven en las piletas de algunos parques municipales de Nicaragua no se limita a los cocodrilos, sino también a las tortugas.
Estos animales son difíciles de cuidar, especialmente porque las alcaldías no cuentan con personal especializado en reptiles para cuidar a las “mascotas” de los parques.
El principal problema en el que caen las alcaldías es la falta de una alimentación apropiada, así como la de protección a los animales cuando los seres humanos los molestan.
Recuperar a uno de estos animales no es fácil, ya que solo existe un Centro de Rescate de Animales en el país, y el mismo no cuenta con recursos para contratar al personal necesario, sino que recurre a voluntarios.
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