14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
Eduardo Enríquez

Cazadores de curules

Los políticos que no son oficialmente sandinistas (son tan variopintos que ésa es la única manera de agruparlos) demandan todos los días unidad, pero por muy ferviente que sea su llamado, por muy dramática la expresión del rostro y por muy angustiado el tono de voz, no terminan por acercarse un milímetro.

Es más, cada vez que abren la boca se separan más.

Lo peor de todo es que muchos han terminado por pensar que un grupo de personas que no tienen nada más que siglas huecas en su haber político pueden unirse y convertirse en una opción atractiva para el votante nicaragüense, entonces a veces hasta al mejor intencionado de los ciudadanos se le oye hablar de “la unidad de todos”, liberales, conservadores, Resistencia y un largo etcétera.

Ellos, los de las siglas huecas, conscientes que de alguna manera van a lograr algo en las “elecciones” (así, entre comillas mientras las esté organizando este Consejo Supremo Electoral), empiezan a negociar.

Y aquí es donde comienza el mercado persa. Las negociaciones no son sobre qué temas de trascendental importancia se deben incluir en el plan de gobierno que se le va a ofrecer al votante. Tampoco hay una exigencia para que el futuro gobierno tenga una inclinación hacia el libre mercado o se concentre más en el rol de redistribuidor de riquezas del Estado. Para nada.

La discusión es sobre las “cuotas”. Las cuotas no son más que la cantidad de candidatos a diputados que cada partido puede poner en una posición con posibilidades de ganar.

A cambio de las posiciones ganadoras, los cazadores de curules ofrecen la preciada personería jurídica que garantiza una casilla en la boleta electoral, o en el caso de ALN, ofrece la ficción de que son “la segunda fuerza”; eso es importante porque les da derecho a un espacio en las Juntas Receptoras de Votos según la Ley Electoral.

El rol de mercancía que tiene una personería jurídica por ejemplo es tan importante que llega a niveles absurdos como es el caso del PLI, actualmente dividido en cuatro “tucos” pero que en las encuestas tiene un porcentaje de simpatía de ¡0.2 por ciento! ¿Cuánto será 0.2 por ciento entre cuatro?

La personería o el mote de “segunda fuerza” se ha convertido entonces en una especie de títulos valores con los que estos cazadores de curules transan esperanzados en obtener cinco años en la Asamblea Nacional, donde muchos de ellos ya tienen pensado usar su certificado de diputado como otro título valor que con gusto venderán o alquilarán al mejor postor.

Claramente ésa no es la unidad que está esperando el 49.6 por ciento de los nicaragüenses que dicen ser independientes, según la más reciente encuesta.

Más bien, debido a ese comportamiento es que partidos que han alcanzado en el pasado una simpatía política considerable hoy estén reducidos a enanos políticos. ¿Pero qué importa? El sistema está diseñado para que este tipo de negociaciones rindan frutos.

Si lo que se quiere es simplemente llegar al Poder para vivir de él pues todo debe seguir igual, pero si hay gente interesada en cambiar las cosas, en realidad la unidad la debe hacer con el 49.6 por ciento de los ciudadanos desilusionados. Y esa unidad solo se forja con proyectos claros y factibles para cambiar lo social, lo político y lo económico en este país.

La sopa de letras que siga en su cacería de curules y lo triste es que probablemente en esta elección se den un festín.

 

[email protected]

Columna del día Opinión Cazadores curules archivo
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí