Por Josué Bravo
CORRESPONSAL / COSTA RICA
La agresión contra edificios de misiones diplomáticas nicaragüenses no fue solo una bomba molotov lanzada en una pared de la embajada ubicada en San José, hace más de una semana; sino también lanzamiento de piedras, quiebra de vidrios y llamadas anónimas amenazantes.
El cónsul de Nicaragua en Ciudad Quesada, José Rodríguez, denunció que a inicios de mes lanzaron piedras contra las oficinas ubicadas en esta ciudad del norte costarricense.
Según Rodríguez, a eso de las 8 de la noche del dos de noviembre, desconocidos lanzaron piedras contra el edificio del consulado, quebrando vidrios de la ventana y puerta de ingreso a las oficinas.
Aunque el cónsul presentó la denuncia a la Fuerza Pública local y oficiales llegaron a indagar al respecto, el consulado sigue sin vigilancia policial. Rodríguez desconoce del rumbo de la investigación porque no lograron captar a los sospechosos.
Afortunadamente, según el cónsul, no hubo daños físicos a personas a pesar que en ese momento se encontraba una trabajadora del consulado.
“Considero que lanzaron piedras a raíz de este problema con el río San Juan. Días antes también tiraron piedras. El consulado de Ciudad Quesada no ha tenido vigilancia de la policía y nos preocupa por estos acontecimiento”, declaró Rodríguez.
Cabe recordar que hace más de una semana, luego de una prolongada votación en el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), desconocidos a bordo de un carro rojo lanzaron un coctel molotov en el edificio de la embajada y consulado en San José.
A raíz del incidente la Fuerza Pública aumentó la vigilancia en el lugar, así como en el consulado de Nicaragua en Liberia, pero las agresiones de desconocidos incluyen llamadas anónimas, correos electrónicos masivos con contenido xenófobo y vociferaciones contra nicaragüense que llegan a solicitar servicios.
Últimamente son comunes llamadas anónimas amenazando con detonar bombas dentro de la embajada y consulado en San José, o frases diciendo a la recepcionista si “quieren una molotov”, según la embajada.
Los nicaragüenses que hace fila fuera del edificio u ofrecen servicios, se quejan de que desde carros y autobuses les vociferan improperios, los invitan a largarse de Costa Rica y los recriminan pro el conflicto en torno al dragado del río San Juan.
En el consulado están documentando cada uno de estos actos xenófobos, mientras que autoridades como la mandataria Laura Chinchilla, el Ministro de Seguridad José María Tijerino y el canciller René Castro, han condenado escuetamente estos actos de xenofobia.
En marzo de 2005, la embajada y consulado fue evacuada tras una falsa alarma de bomba. El entonces embajador Francisco Fiallos, informó esa vez que un desconocido llamó por teléfono anunciando que había colocado un artefacto explosivo.
Luego de un rastreo policial con perros entrenados descartaron la amenaza. En ese momento la amenaza habría estado relacionada con la muerte de un policía y cinco rehenes en un asalto el martes a la sucursal del Banco Nacional en Monteverde, en la que participaron nicaragüenses.
A finales de 2005, a raíz de la muerte de Natividad Canda en los predios de un taller de la ciudad de Cartago, tras ser atacados por dos perros de raza rottwailer, la discriminación contra nicaragüenses se desató al punto que un joven inmigrante murió en una trifulca con una turba de costarricenses.
El fallecido fue José Ariel Silva Urbina, apuñalado a la salida de un bar en diciembre de ese año, en la Guácima de Alajuela, luego de una discusión entre ticos y nicas provocada por chistes crueles y xenófobos contra los inmigrantes originados a la raíz de la muerte de Canda.
En el incidente, los nicaragüenses José Antonio Martínez Urbina y Francisco José Ángulo García también sufrieron graves heridas, provocadas por el arma (puñal) homicida que portaba Juan Antonio Arguedas Calderón, quien luego fue condenado a 12 años de cárcel en un tribunal de la ciudad de Alajuela.
Durante la lectura de su condena, el tribunal recriminó a Arguedas Calderón por su actitud xenófoba.