14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
Luis Sánchez Sancho

Mirtilo, el traidor traicionado

En la Grecia antigua los aurigas de los carros tirados por caballos que participaban en las competencias celebradas en el estadio de Olimpia, creían que cuando los animales se desbocaban y se mataban sus ocupantes, era porque los asustaba el espíritu de Mirtilo. Por eso antes de las carreras los aurigas le ofrecían sacrificios para apaciguarlo y que les diera suerte en las competencias.

El nombre de Mirtilo deriva de mirto, un arbusto de flores muy fragantes, originario de Europa del Sur y África del Norte, con cuyas hojas también muy olorosas se hacían en Grecia coronas para honrar a los campeones olímpicos.

Según escribió Robert Graves en Los Mitos Griegos, Mirtilo “era hijo de Hermes (el dios mensajero) y de Teóbule, o Cleóbule, o la danaide Fetusa; pero otros dicen que era hijo de Zeus y Clímene”. Sin embargo, quien quiera que haya sido su madre, el hecho es que Mirtilo era el auriga de Enómao, rey de Pisa y padre de una muchacha de extraordinaria belleza llamada Hipodamia.

Enómao conoció por medio de un oráculo la profecía de que lo mataría su yerno, o que moriría en cuanto su hija se casara, y por eso decidió que su hija permanecería soltera durante toda su vida. Pero Enómao no podía evitar la presión de los numerosos pretendientes de Hipodamia, que ansiaban poseer aquella hermosura y además heredar el trono de Pisa.

Entonces Enómao decretó que sólo se podría casar con Hipodamia aquel que fuese capaz de vencerlo en una carrera de caballos conducidos por su auriga Mirtilo. Pero si el pretendiente resultaba derrotado sería castigado con la muerte.

Es que los caballos conducidos por el auriga Mirtilo eran invencibles, pues poseía la habilidad y la astucia de su padre divino, Hermes, y era protegido de Zeus. Así fueron perdiendo la vida los derrotados pretendientes de Hipodamia, como Aristómaco, Cronio, Mármax, Erímaco y otros más. La única compensación era que por su noble linaje Enómao los honraba sepultándolos en una colina sagrada.

En ese tiempo en Pisa vivía Pélope, un antiguo rey de Lidia que había sido destronado y buscó asilo en el reino de su amigo Enómao. Como tantos otros, Pélope también se había prendado de Hipodamia y decidió participar en la competencia mortal por el derecho a casarse con ella. Pero el astuto Pélope sobornó a Mirtilo para que le permitiera ganar la carrera, ofreciéndole riquezas y el derecho a pasar una noche en el lecho con la bellísima Hipodamia.

Mirtilo aflojó las clavijas del carro de Enómao y durante la carrera saltó del carro antes de que las ruedas se desprendieran. Enómao murió en el accidente provocado por Mirtilo y Pélope ganó la carrera y se casó con Hipodamia.

Sin embargo, cuando Mirtilo cobró a Pélope el pago por su traición, éste, en vez de pagarle lo asesinó. Antes de morir, Mirtilo maldijo a su asesino y su linaje, por los siglos de los siglos, originándose de esa maldición todas las desgracias que habrían de sufrir Pélope y los descendientes de aquel personaje que se hizo famoso por haber traicionado al traidor. Pero ésa es otra historia.

La moraleja de esta leyenda radica en que, como dice ahora el proverbio español, “mal paga el diablo a quien bien le sirve”. Esto significa que no se puede esperar gratitud ni nobleza de los seres malvados por cualquier favor que se les haga o servicio que se les preste. Y menos si son prestados mediante procedimientos inmorales y traicioneros.

Columna del día Opinión

COMENTARIOS

  1. Hace 14 años

    Definitivament! Una bella exposicion. Que los Dioses sean contigo!

  2. vicky Solis
    Hace 14 años

    Como siempre, cualquier parecido a la realidad que vivimos en nuestra Nicaragua, es purita coincidencia.

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí