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Los aficionados chilenos disfrutaron de la actuación de su equipo ayer en Sudáfrica. Pese al revés, lograron su pase a octavos. LA PRENSA/AFP/PHILIPPE DESMAZES

Colorido chileno en Madrid

La colonia chilena se reunió en el castizo barrio madrileño de Lavapiés para hacer piña y vivir unida el encuentro que le enfrentó a la selección española, uno de los más importantes de los últimos tiempos.

Madrid/ Efe

 

La colonia chilena se reunió en el castizo barrio madrileño de Lavapiés para hacer piña y vivir unida el encuentro que le enfrentó a la selección española, uno de los más importantes de los últimos tiempos.

Antes del comienzo del encuentro se encontraban unos ciento cincuenta sudamericanos en la calle Salitre.

[doap_box title=”Celebración total” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]

  • La derrota de Chile no amilanó los ánimos de una afición que hacía mucho tiempo no veía ganar a su selección en el Mundial, que está realizando un buen papel; y además España, al fin y al cabo, es su segunda selección.
Así, el pitido del árbitro dio comienzo a la música y a una noche de celebraciones por los éxitos, una noche en donde los locales Maloko y El Morto Che Parla trajeron un pedacito de Santiago, Antofagasca y Valparaiso al centro de Madrid.

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La confianza reinaba en el ambiente. Eran los propios chilenos los que daban ánimos a los escasos españoles concentrados para que asumieran una posterior derrota. Eran conscientes de lo que había en juego y que estaban en terreno enemigo.

Si la afición chilena destaca por algo es por su tranquilidad, su amistosidad con el enemigo y su simpatía natural.

Animaron desde que el colegiado dio comienzo al encuentro, y aunque el bullicio fue bajando de decibelios según avanzaban los minutos y la selección española se hacía con el control del encuentro, nunca faltaron los ánimos a sus representantes en la Copa del Mundo de Futbol.

Se cantaron y se celebraron las ocasiones de gol, hasta que llegó el primer tanto de España.

Un silencio repentino reinó en plena calle Salitre, según viajaba el balón en el aire hasta que entró en la portería de un Bravo descolocado.

Pero el revés no acabó con sus loas a su equipo, aunque un nuevo silencio llegó a la plaza con el tanto de Iniesta.

Sabían que con el otro resultado del grupo estaban igualmente clasificados para la siguiente ronda, pero no perdían la cara por este encuentro.

En el descanso se escucharon gritos ante la posibilidad de levantar el resultado, cánticos para su seleccionador y para algunos de los jugadores.
El colorido de las aficionadas chiles fue llamativo ayer. LA PRENSA/AFP/fdep260610color1-2

Algo levantó los ánimos el tanto de Millar, mantuvo en vilo la atención, y los cánticos subieron de volumen por momentos, pero nunca perdieron el respeto por el rival. Siempre hubo buenas palabras para el rival, una España que les acoge para sus vidas rutinarias.

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