Querida Nicaragua: El combate a la pobreza es una consigna que nunca falla en las campañas presidenciales. Todos los candidatos o la inmensa mayoría de ellos en nuestro continente ofrecen en sus programas de gobierno y en sus discursos el combate a la pobreza. Y no sólo los candidatos. Hay decenas de organismos internacionales que dicen combatir la pobreza repartiendo comida o materiales de construcción entre la gente pobre.
A nivel nacional nosotros copiamos el modelo venezolano de don Hugo Chávez, sobre todo cuando se acercan las elecciones ya sean municipales o presidenciales. Hemos visto en algún pueblo al señor presidente del FISE, haciéndose acompañar por el señor Cardenal Obando, repartiendo láminas de zinc, obviamente conquistando, o tratando de conquistar voluntades o votos para las próximas elecciones. Igualmente hemos visto a don Daniel y la Primera Dama repartiendo miles de “gorras” en las purísimas y miles de juguetes en Navidad a los niños pobres. Esto no tendría nada de censurable si no se hiciera como propaganda política partidaria. Pero en todo caso tampoco sería esto una forma efectiva para combatir la pobreza.
La única manera de acabar con la pobreza es perfeccionando los sistemas educativos de la nación para que todo el pueblo se eduque. Entregarle regalías al pueblo es crearle el hábito de la mendicidad, es hundirlo cada día en una dependencia indigna, es fomentarle la costumbre de no trabajar y de esperar siempre la dádiva gubernamental, que lo hace dependiente y cada día menos libre.
Ése es lamentablemente el modelo que estamos copiando de Venezuela. El presidente Chávez regala mucho porque dispone de millones en un país bañado en petróleo. Y al regalar mucho obtiene mucho apoyo y gana elecciones, y tiene a todos los diputados a su servicio y dispone en todos los poderes del Estado imponiendo una dictadura que él mismo declara que no sabe cuándo terminará.
Pero regalando comida y materiales y televisores y refrigeradores, etc., ¿ha logrado terminar con la pobreza en Venezuela? No. Venezuela es un país riquísimo sumido en la pobreza. En la propia capital se pueden ver, igual que antes, las laderas de los cerros nutridas de tugurios donde vive la gente pobre, la misma que recibe las regalías del señor Presidente. Igual situación ocurre en Ecuador, donde el súper populista don Rafael Correa también proclamó en su campaña que terminaría con la pobreza, e igual cuadro puede verse en Bolivia, donde don Evo hizo igual promesa que sus compañeros del llamado socialismo del siglo XXI.
La pobreza se combate con educación, la que anda muy mal como lo vimos hace unos días con el vandalismo en la UNAN. Se combate la pobreza creando fuentes de trabajo, fomentando la iniciativa privada, promoviendo la inversión tanto nacional como extranjera, fortaleciendo el Estado de Derecho, respetando la Constitución y fomentando la independencia de los poderes del Estado. Todos éstos son elementos vitales para crear un país digno, donde no haya unos pocos ricos y unos muchos pobres. Igualmente se combate la pobreza propiciando la plena libertad de expresión y el goce permanente de todas las otras libertades que le son inherentes al ser humano.
Ni repartiendo láminas de zinc, ni dando un plato de comida o un juguete en Navidad o una “gorra” en las purísimas se hace menos pobres a los pobres. Todo lo contrario, se les hace menos dignos, más dependientes, menos ciudadanos que honren a la Patria.
El autor es director de Radio Corporación.
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