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¡Siempre preparados!

En una aldea muy lejana y escondida dentro del bosque vivían una familia de ositos, quienes eran trabajadores y esforzados, cada uno de ellos poseía un talento. El pueblo era dirigido por papá oso, el más sabio de todos.

Por Annetta Rayo

En una aldea muy lejana y escondida dentro del bosque vivían una familia de ositos, quienes eran trabajadores y esforzados, cada uno de ellos poseía un talento. El pueblo era dirigido por papá oso, el más sabio de todos.

Una mañana el osito rastreador sintió que se acercaba el invierno.

Rápidamente fue a contarle a papá oso, éste verificó su almanaque para confirmar las sospechas de rastreador, y en efecto iba a caer una nevada temprana. Así que reunió a toda su comunidad para que se prepararan y levantaran la cosecha para tener alimentos de reserva.

Pero los ositos desobedecieron las órdenes de papá oso y se dedicaron a disfrutar los últimos rayos de sol. El único que se preparó con abrigo y comida fue osito rastreador.

—Preparence ositos, el invierno se acerca— les dijo.

Pero éstos se burlaron y no le hicieron caso.

Al día siguiente, la nieve cayó y todos los ositos tiritaban de frío porque no tenían leña para calentarse.

Por su parte, osito rastreador disfrutaban de los juegos de nieve, mientras el resto temblaban, porque no habían hecho su tarea de invierno.

—¡Papá oso, no aguantamos el frío, nos estamos congelando!— expresó, la Bellosita.

—¿Qué pasó con la recolección que le dije que hicieran?— les preguntó.
—No la terminamos— le contestó, Bellosita.

De repente, los ositos enfermaron y papá oso no tenía suficiente hierbas para curarlos, por lo que le pidió a rastreador, quien era el único que tenía un fuerte abrigo para poder salir a buscar la planta. Así que el pequeño fue a rebuscarla para curar a sus amiguitos.

Después de varias horas llegó a la aldea con las raíces e inmediatamente preparó un delicioso té. Luego de varios días el invierno finalmente terminó y los ositos sanaron. Contentos iniciaron la limpieza de sus hogares.

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