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Violentos combates en Pakistán

Minoría tribal, calificada de “indómita”, se alza contra el gobierno de Musharraf [doap_box title=”Guerra declarada” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”] “Es una guerra declarada, un enfrentamiento constante”, resume una fuente de seguridad, que dice que en la región apenas quedan combatientes extranjeros y que son las tribus paquistaníes las que se levantan contra el Gobierno, además de ayudar […]

  • Minoría tribal, calificada de “indómita”, se alza contra el gobierno de Musharraf
[doap_box title=”Guerra declarada” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”]

“Es una guerra declarada, un enfrentamiento constante”, resume una fuente de seguridad, que dice que en la región apenas quedan combatientes extranjeros y que son las tribus paquistaníes las que se levantan contra el Gobierno, además de ayudar a los talibanes en Afganistán.

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Combates se han recrudecido desde el ataque gubernamental a la Mezquita Roja

Al menos 70 personas murieron ayer en nuevos combates entre el Ejército de Pakistán y militantes pro talibanes en el ingobernable cinturón tribal fronterizo con Afganistán, donde se ha desatado una guerra abierta contra el régimen de Pervez Musharraf.

El Ejército emprendió ayer una nueva operación contra militantes islámicos en el distrito de Miran Shah, en la convulsa región de Waziristan del Norte, que causó la muerte de 20 soldados y 50 radicales, según un portavoz militar.

La operación, que el portavoz militar Waheed Arshad dijo respondía a una nueva emboscada contra un convoy lanzada ayer por los extremistas, llevó al Ejército a cortar la carretera que une Miran Shah con Bannu y a acordonar toda la zona.

Los combates se reprodujeron a lo largo del día en el área de Masukhel, donde otros diez soldados murieron y 12 resultaron heridos en un nuevo ataque a un convoy del Ejército.

En el contraataque, los soldados eliminaron a 20 de los atacantes, según el portavoz, que dijo que la operación continúa.

Horas antes, Arshad había rehusado confirmar informaciones sobre la muerte de cuatro mujeres y niños en esta operación, para añadir que las fuerzas paquistaníes “están atacando a los militantes, no a civiles”.

La región de Waziristán del Norte es, junto a la vecina Waziristán del Sur, escenario de ataques cotidianos contra el Ejército desde la operación militar lanzada contra la Mezquita Roja de Islamabad en julio pasado.

Tras el asalto contra la mezquita, que según el Gobierno era un nido de integristas armados, Pakistán ha sufrido una ola de atentados y el régimen de Musharraf se ha convertido en objetivo declarado de Al Qaeda.

Las víctimas son principalmente las fuerzas de seguridad paquistaníes, 300 de cuyos miembros están secuestrados por tribus de Waziristán y han empezado a ser ejecutados esta semana.

Después del asalto al templo capitalino, el presidente y general Musharraf volvió a desplegar tropas en Waziristán del Norte, echando por tierra un acuerdo con las tribus locales que, según EE.UU., había convertido la región en refugio de talibanes y terroristas de Al Qaeda.

Un portavoz de los extremistas, Ahmadullah Ahmadi, advirtió ayer que seguirán los ataques si el Ejército no se marcha.

Waziristán pertenece a las Áreas Tribales Administradas Federalmente (FATA), un cinturón fronterizo con Afganistán poblado por tribus indómitas que pertenecen a Pakistán sólo teóricamente.

Apenas representadas en la Asamblea Nacional que, junto a las provinciales, eligió ayer a Musharraf para un nuevo mandato —pendiente de un fallo judicial—, las tribus se sienten independientes y repudian la presencia militar paquistaní.

Internacionales

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