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La pobreza en que viven muchos niños nicaragüenses los convierte en blanco fácil de los explotadores sexuales. (LA PRENSA/ ARCHIVO)

Explotación sexual, un monstruo que crece

La tolerancia de la población y las autoridades ante los casos de explotación sexual y abusos contra los menores, se refleja no sólo en la falta de denuncia de las víctimas y sus familiares, sino que a este flagelo que crece sin freno, tristemente se le suma la percepción de normalidad con que la población […]

  • La tolerancia de la población y las autoridades ante los casos de explotación sexual y abusos contra los menores, se refleja no sólo en la falta de denuncia de las víctimas y sus familiares, sino que a este flagelo que crece sin freno, tristemente se le suma la percepción de normalidad con que la población percibe el tema, lo cual ha hecho robustecer a este monstruo que crece sin parar

María tiene ocho años, es delgada y pequeña. Se dedica a rellenar con tierra los hoyos sobre la carretera entre Sébaco y Matagalpa. Hace algunos meses empezó a vender su cuerpo a 15 córdobas por cada cliente que satisface con ella sus bajos instintos.

Su situación es una verdadera tragedia que se repite a lo largo del país, de la que no hay estadísticas oficiales del Gobierno, denuncia María Consuelo Sánchez, quien atiende a la niña, y dirige la Asociación Quincho Barrilete, que atiende casos de explotación sexual comercial desde el 2003.

De acuerdo al expediente de la niña de ocho años, la pobreza de su familia y la falta de oportunidades que le permitieran una adecuada alimentación, educación y una vida sana la mantienen en esa dramática situación.

Y es que la demanda de los “clientes-explotadores”, como los han clasificado las instituciones y organismos que defienden los derechos de los niños, es una de las causas del aumento de la explotación sexual de los menores.

MAYORÍA LO VE COMO DELITO PERO…

Un 92 por ciento de la población nicaragüense considera que el comercio sexual con menores de 18 años es un delito, según revela el estudio sobre tolerancia social en la población frente al comercio sexual con personas menores de edad en Centroamérica, Panamá y República Dominicana.

Este estudio fue realizado por el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT- Ipec), entre el 6 de junio y el 13 de septiembre de 2005, con una muestra de 8,767 personas en los siete países, un margen de error de 2.8 por ciento y un nivel de confianza de 95 por ciento.

COMO UNA EPIDEMIA

Bente Sorensen, una de las autoras de la investigación, explicó que hay una brecha enorme entre “considerar” lo que es el delito de comercio sexual con menores y “comportarse” de acuerdo con este conocimiento.

“La gente sabe que está mal pagar a menores de edad por servicios sexuales, pero eso no significa que quiera dejar de hacer esas cosas”, dijo.

Hace tres años, en la zona del Mercado Oriental, la Asociación Quincho Barrilete sólo detectó un caso de explotación sexual. Ahora, la cifra de casos suman unos 295 en toda Managua.

Casa Alianza, otro de los organismos especializados en el tema, detectó cerca de cien casos de menores víctimas de la trata con fines sexuales o de redes que prostituyen a menores, modalidades de la explotación sexual comercial, refirió Merardo Solís, responsable del área legal de Casa Alianza.

“Aunque no haya estadísticas, ya se puede hablar de una epidemia”, dijo Solís.

De acuerdo al estudio de la OIT- Ipec, el aumento de los casos se relaciona a la falta de denuncia contra quienes promueven o permiten la explotación con fines comerciales.

En Nicaragua, un 28 por ciento de los entrevistados dijo conocer los lugares donde se promueve este delito, sin embargo menos de la mitad se atrevería a denunciar los casos.

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