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El año de la bola muerta

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  • En la temporada 1983-84 los bateadores se escondieron

Gerald Hernández

Roman, Times, serif”>
El año de la bola muerta



En la temporada 1983-84 los bateadores se escondieron

Gerald Hernández




Ver gráfico

Hace justamente 20 años fue cuestionada la calidad de la pelota Danto nacional con la que se jugaba, así como hoy está bajo escrutinio la Rawling que se importó de China.

En aquellos años, no hubo comprobaciones científicas de que la pelota era inferior a la de años anteriores, lo único cierto es que los promedios de los bateadores se vinieron al piso, los jonrones dejaron de ser un atractivo y se volvieron una rareza del juego, excepto para el “Tiburón” Ernesto López, mientras que la mayoría de lanzadores parecían tener puntos de contactos con Julio Moya y Adolfo Álvarez, los intocables del momento.

Esa temporada, únicamente seis bateadores con turnos oficiales terminaron sobre 300 puntos y Danilo Sotelo Sr. fue el mejor con 335. El promedio colectivo de los artilleros, que en esa época utilizaban aluminios, fue insólitamente 225.

El “Tiburón” López depositó 10 pelotas a las gradas en 54 juegos y detrás hubo tres bateadores de seis jonrones y nadie con más de cuatro. La frecuencia de los equipos fue un cuadrangular cada seis partidos o uno por cada 191 turnos al bate, y los Productores de la UNAG se volaron todo el campeonato sin tumbar la cerca.

Aquello fue una crisis de anemia colectiva, como lo refleja que el hecho que tres de los 10 equipos de la liga tuvieron un promedio de 200 puntos o menos.

En tanto, los lanzadores tuvieron su mejor año.

Los salvajes como Moya y Álvarez, que dominaban aún con bola viva, no desperdiciaron la oportunidad para hacer estragos.

El derecho leonés ganó la triple corona de pitcheo y solamente permitió dos carreras limpias a lo largo de 128 entradas para registrar la increíble efectividad de 0.14, que naturalmente es un récord de todos los tiempos para nuestro beisbol. Moya además ganó 12 juegos, la mitad de ellos por blanqueadas, y abanicó 95 bateadores. Entre los 73 hits que le conectaron, los únicos extrabases son seis dobletes.

Ese año, junto al 0.16 de Moya, también relucieron el 0.83 de Iván González, el 0.90 de Julio Juárez, el 0.91 de Ramón Caballero y el 1.00 de Leoncio Martínez.

La efectividad colectiva de la liga fue de 2.24 y cuatro staffs lanzaron debajo del 2.00, con León al frente con 1.06, o sea una carrera limpia por partido, lo que es una barbaridad.

COMPARACIONES

Los años ochenta no fueron de abundante ofensiva, pero lo de la campaña 1983-84 cruzó los límites.

Una temporada antes (1982-1983), los equipos tuvieron un calendario de 90 juegos y se conectaron 264 jonrones y los lanzadores registraron efectividad colectiva de 2.71.

El año de la bola muerta (1983-84), el bateo colectivo fue de 225 y el pitcheo de 2.24 en un promedio de 55 juegos durante la etapa regular.

Una campaña después (1984-1985), en un calendario de 74 juegos hubo algunos efectos de la liga anterior, pero la ofensiva creció con 240 puntos de promedio, mientras que la efectividad de los lanzadores se elevó a 2.49.


“Las pelotas tienen diferentes tamaños, hay unas grandes y otras pequeñas. Tienen que mejorarlas en ese aspecto porque uno se siente incómodo a la hora de batear en el home plate. Los pítcheres también están siendo afectados porque he escuchado lo mucho que se quejan. Yo creo que deben mejorar la calidad de la pelota o deben cambiarlas.”

Jugador del Bóer


“Las costuras de las pelotas no son muy resaltadas y eso provoca que cuando la golpeen con fuerza pierdan su forma y su calidad. Entonces se debe estar utilizando muchas pelotas nuevas en el juego, pero tampoco hay condiciones económicas para eso. En general, creo que su calidad es inferior a las que usamos en años anteriores”

Jugador del Chinandega


“La pelota no está compacta para que viaje como lo hacen las de otras marcas. Estábamos acostumbrado a jugar con bola Wilson 1010 y ahora yo he sentido que he bateado fuerte y la pelota no va más allá de la zona de seguridad. Hasta he llegado a pensar que estamos jugando con una bola experimental que le ayuda a los lanzadores.”

Jugador de León


“El principal problema de esta pelota es la diferencia en sus tamaños. Hay unas pequeñas y otras grandes. Para los lanzadores es importante el agarre de la pelota para los diferentes tipos de lanzamientos. Por otro lado nos ha ayudado porque esta bola no viaja mucho y los bateadores están fallando en muchos elevados a los jardines.”

Jugador del San Fernando

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