- Pocos veraneantes, mucho sol, muchos policías, común denominador en playas de Pochomil y Masachapa
- 2500 agentes del orden de Managua registran a los bañistas en busca de armas, botellas de vidrios, drogas y objetos peligrosos
José Adán Silva [email protected]
El joven se acerca con aliento alcohólico a la boletería del río El Trapiche. Viene acompañado de otro joven con los mismos rasgos adolescentes: pelo largo, chapa, ropas holgadas y pobres, aliento alcohólico, ojos enrojecidos y un aura de poca confianza.
Al ver a la Policía quisieron regresarse, pero el uno le indicó al otro que no levantara sospechas, que siguiera como si nada. Pasaron, caminaron, y de pronto, un policía les pidió que abrieran una vieja mochila. No tuvieron más remedio, abrieron la mochila y demostraron un viejo y sarroso machete y dos botellas de Ron Plata. No tenían excusas. La Policía los detuvo, les confiscó las armas y los montó en una patrulla.
Así fue el comportamiento policial en los principales balnearios de Managua ayer, según pudo comprobar un equipo del Diario LA PRENSA que realizó un recorrido por varios lugares de la capital.
EL TRAPICHE SOLITARIO Y EN RUINA
El recorrido de LA PRENSA inició en el río El Trapiche, en Tipitapa, donde la presencia policial de 40 agentes contrastaba con la poca afluencia de bañistas. El rumor de que las aguas estaban infectadas por el mortal virus del cólera, parece haber calado en los capitalinos, al menos en los primeros días de Semana Santa.
Pero, nota aparte de si sus aguas están o no infectadas, era evidente la falta de cuido de la infraestructura; los bares estaban vacíos, las aguas verdosas y frescas notaban la ausencia de bañistas, y una que otra familia, buscando las sombras de los árboles, bajo la segura figura de los policías que deambulaban en grupos de cuatro.
Ahí mismo, en la entrada, se habían decomisado botellas, armas blancas y algunos objetos contundentes. Los vehículos estaban siendo revisados, a los choferes se les solicitaba su licencia, documentos y se les pedía que bajaran del auto para verificar sin andaban ebrios o no.
“Es para evitar problemas”, dijo un pequeño policía que evitó dar más comentarios.
Mientras tanto, en la laguna de Xiloá, la presencia de los bañistas era igual de rala que en El Trapiche. Aquí, en la entrada, también ocurrió lo mismo que en Tipitapa: se prohibió el ingreso de armas y botellas de vidrio.
La decisión policial tomó por sorpresa a muchos que llevaban entre sus morralitos, cajillas de cervezas y botellas de ron.
A un cuarteto de veraneantes no les quedó más remedio que beberse en las afueras del balneario sus dos “Six Pac” de cervezas, y echar en una bolsa plástica la media botella de ron que acompañarían con jocotes y gaseosas. Otros, más astutos, metieron el licor en las sandías o lo combinaron en las botellas de Coca Cola.
Por su parte en Pochomil y Masachapa, la situación era similar: mucho sol, pocos veraneantes, gran cantidad de policías y muchas medidas de seguridad.
Desde la Carretera Sur, hasta la entrada de los balnearios, habían desplegado retenes policiales con sus trajes azules y chaquetas naranjas, regulando el tráfico, haciendo revisiones de rutina, impidiendo malas maniobras y deteniendo borrachos.