14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Se da la orden de disparar y la Policía avanza dispuesta a volar balas contra los habitantes de Mérida, quienes utilizaron piedras y palos para defenderse durante el desalojo promovido por el reclamante Frank Mena.

Temor y rabia invaden Mérida

“Ya nos jodieron una vez, ya nos dispararon. Si quieren volver a venir, aquí va haber un derramamiento mayor de sangre”, dijo un campesino a quien le desbarataron su casa José Adán Silva [email protected] La escena parecía sacada de una película de guerra. El humo de los fogones en la calle, invadía el ambiente, y […]

  • “Ya nos jodieron una vez, ya nos dispararon.
    Si quieren volver a venir, aquí va haber un derramamiento mayor de sangre”, dijo un campesino
    a quien le desbarataron su casa

José Adán Silva [email protected]

La escena parecía sacada de una película de guerra. El humo de los fogones en la calle, invadía el ambiente, y le daba un toque de tragedia a las improvisadas casetas de plástico y madera que se levantaron en plena vía. La gente, cansada y aturdida por el desalojo, se sentaba silenciosa a las orillas de sus trastos y enseres amontonados bajo árboles, mientras fijaban la vista en los escombros de las que minutos antes habían sido sus casas.

Unos daban vueltas sin saber adónde ir, mientras otros se quedaban fríos e inmóviles frente a la realidad: en menos de 48 horas, ya no tenían nada. Una visita inesperada y violenta de la Policía Nacional les desbarató sus casas y les cambió la vida.

La primera incursión de un grupo armado en toda la historia de Mérida dejó un saldo de 13 casas desbaratadas, 15 civiles heridos de bala, 15 policías lesionados por piedras, y un angustiante sentimiento de temor y rabia ante alguien a quien nunca han visto, pero que desde ya odian.

POLICÍA LA ZARANDEÓ

“Yo estaba con mis niños, cuando de pronto escuché la bulla. Ya sabían que me venían a sacar, pero me opuse a que me sacaran a la calle con mis muchachitos, y eso molestó a los policías. Uno de ellos me zarandeó del brazo y me empujó. Ahí nomás comenzaron a desbaratarme la casa con mazos y motosierras. No sabía qué hacer, tenía miedo, pero estaba muy arrecha por dentro”, narra María Es-ther Morales, una mujer de 37 años que ahora está en la calle con sus tres hijos menores.

A Leonel Salgado se le ocurrió salir a ayudar a sus vecinos para que no les desbarataran sus casas. En eso estaba cuando le llegaron a decir que estaban desbaratando su vivienda. Él no estaba en la lista de las 11 familias a ser desalojadas por la orden judicial, pero eso no importó para que un grupo de jóvenes pagados por el demandante le desbarataran su casa a la vista y paciencia de los agentes del orden. Eso lo enfureció a tal grado, que lo único que pensó fue en matar a algunos de esos extraños que le destruían su hogar.

RECIÉN ALUMBRADA EN LA CALLE

A María Isabel Morales, no le sirvió tener un bebé de 40 días de nacido para no ser echada. No tuvo tiempo de sacar la leche y los biberones, que junto a colchitas y ropita de cama, quedaron soterrados bajo las tejas de la casa que botaron los intrusos.

Igual ocurrió con otras familias que apenas tuvieron tiempo para sacar sus enseres, y no pudieron hacer más que quedarse impotentes viendo cómo el techo de sus vidas se desplomaba por una orden judicial. La mayoría son gente muy humilde que entiende poco de la jerga jurídica con que se les quiso explicar el desalojo. Ellos sólo saben que han vivido ahí toda su vida, y que no tienen otro lugar adónde ir.

Mientras las casas iban cayendo una a una, la ira iba en aumento, hasta que desembocó en la balacera donde muchos salieron heridos.

SIGUE PREOCUPACIÓN

Ahora, más apaciguados los ánimos, queda en el aire una preocupación mayúscula: aún quedan 25 familias más por ser desalojadas en las próximas semanas. La advertencia de la juez Hazel Sandino, anunciando su regreso, tiene preocupados a los que aún tienen en pie sus casas.

“Sólo queremos que nos dejen vivir en paz. Ya nos jodieron una vez, ya nos dispararon. Si quieren volver a venir, aquí va haber un derramamiento mayor de sangre, porque no vamos a permitir que nos frieguen otra vez”, dijo un exaltado vecino de la comunidad que resultó herido en el pecho por un roce de bala.  

Nacionales

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí