Roberto Orozco [email protected]
El 30 de julio de 1995, los radiocomunicadores aficionados fueron los primeros en dar la noticia: una avioneta Cessna de la compañía La Costeña había desaparecido. Era apenas el principio de un intrincado caso en el que aún existen lagunas de misterios.
Las especulaciones sobre la causa de la desaparición de la avioneta Cessna Grand Caravan, modelo 208-B, matrícula YN-CED, terminaron cuando el 3 de agosto de ese año se encontró el cadáver del piloto de esa nave, Andrés Avelino Narváez Delgado, tiroteado en Zipaquirá, Colombia.
Este detalle causó conmoción nacional porque, aparte del drama sufrido por la esposa y familia de Narváez, las investigaciones policiales y de Contrainteligencia del Ejército de Nicaragua, apuntaban a sospechar de la mano de una gran organización criminal, con carácter internacional y con sus bases bien montadas en Nicaragua.
¡Narcotráfico!, titularon los medios de comunicación en ese momento, mientras las investigaciones comenzaban a profundizar los tentáculos de la organización que llevaría después a la Policía hasta Jorge Guerrero Gómez, conocido como “El Cuervo”.
“El Cuervo” había sido combatiente en las filas guerrilleras sandinistas, y luego llegó a ser jefe de la seguridad personal del secretario general de ese partido, Daniel Ortega. Era el primer sospechoso.
EL SECUESTRO
A “El Cuervo” se le vincula porque el 10 de julio de 1995 llegó personalmente a las instalaciones de La Costeña a retirar un cheque por 2,100 dólares que la Asociación Nacional de Organismos no Gubernamentales (Among) había pagado en concepto de alquiler de un vuelo charter para cubrir la ruta Managua-Bluefields-Puerto Cabezas-Managua.
La solicitud de alquiler la había firmado un tal Javier Salinas, coordinador general de Among. Habían ya comenzado los planes para el secuestro de la avioneta. El contador de La Costeña, Pedro Alfonso Toruño Darce, fue quien identificó a “El Cuervo”, en una fototabla que la Policía le presentó. Among resultó ser una organización fantasma.
Aún no se sabe por qué los secuestradores no se llevaron la aeronave el 7 de julio de 1995, día para el cual se había pagado el vuelo charter.
Otra solicitud, esta vez a nombre del Centro de Estudios Ecológicos Amigos de la Naturaleza, llegó a las oficinas de La Costeña el 27 de julio de ese año. Esta vez, Francisco Lacayo y Carlos López Baquedano, ambos funcionarios de esa organización, pagaban por medio de Guadalupe Moncada Sequeira, administradora, 3,500 dólares para un vuelo de cinco horas, el cual cubriría la ruta Ometepe-Reserva Indio Maíz-Río San Juan-Bluefields-Managua.
El vuelo estaba programado para las 7 de la mañana del 30 de julio. Lacayo y López Baquedano llegaron a la terminal aérea y subieron a la aeronave después de cumplir con todos los requisitos para viajar. El piloto Narváez pilotearía su último vuelo.
LA INVESTIGACIÓN
Peritos del Laboratorio Central de Criminalística de la Policía Nacional determinaron que la persona que había firmado como Javier Salinas y Guadalupe Moncada, era la misma; y que al cotejar la escritura de las personas antes descritas con los manuscritos de “El Cuervo” en sus trámites migratorios ante la Dirección de Migración y Extranjería, los rasgos grafológicos coincidían.
Junto con “El Cuervo” se descubrió que Marcos Antonio Rodríguez, un colombiano que portaba en Managua un pasaporte guatemalteco, era también parte de la estructura de los secuestradores. Rodríguez había pertenecido a la guerrilla colombiana M-19, con la que el FSLN había colaborado de cerca en los años 80.
Rodríguez cayó preso en Colombia después de viajar en la Grand Caravan YN-CED de La Costeña. Su verdadero nombre es Orlando Sánchez Cortés, y cayó preso con su primo Freddy Cortés, en cuya casa mantenían “secuestrado” a otro piloto nica que también había viajado en ese vuelo: Roberto Salvador Mayorga Martínez. Él estaba vivo y se convirtió luego en el testigo clave.
EL CARTEL DE CALI
Mayorga era un piloto que había servido en la Fuerza Aérea Sandinista (FAS) del extinto Ejército Popular Sandinista (EPS). Allí conoció a Andrés Narváez, quien se había instruido en el Instituto Técnico Aeronáutico (Inteca).
Mayorga abordó la avioneta en la Isla de Ometepe, hasta donde se trasladó con varios sujetos, uno de ellos de nacionalidad mexicana. Fue en esta isla donde secuestraron a Mayorga y la nave. Salen con rumbo a un lugar costero de Panamá, donde los esperaban con otro avión bimotor. Intercambia tripulación y pasajeros, y la avioneta de La Costeña despega con rumbo a Villavicencio, Colombia.
La otra nave aterriza en una pista clandestina de Bogotá, donde Narváez es asesinado supuestamente por “intentar escapar”. Herido de muerte, los delincuentes colombianos llegan a rematarlo con dos disparos a la cabeza.
El 28 de septiembre de 1995, Mayorga huye de la casa de Freddy Cortés y se entrega al Consulado Honorario de Nicaragua en Cali, donde llega la Policía colombiana, lo captura e inicia un juicio en su contra.
Hasta Bogotá llega el oficial de la Policía nicaragüense, Guadalupe Mejía, quien en su interrogación logra que Mayorga reconozca que en el vuelo se transportó a Miguel Rodríguez Orejuela, poderoso capo del Cartel de Cali. Colombia jamás reconoció eso como verdadero.