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¡Dichosos los que creen!

Pbro. Silvio Fonseca Martínez

Dichosos los que tienen hambre, porque serán saciados.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 6, 17.20-26.

En aquel tiempo, Jesús descendió del monte con los doce y se detuvo en un llano donde estaban muchos de sus discípulos y un gran gentío que había venido tanto de Judea y de Jerusalén como de la región costera de Tiro y Sidón.

Mirando entonces a sus discípulos, Jesús les decía: “dichosos los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios. Dichosos los que ahora tienen hambre, porque Dios los saciará. Dichosos los que ahora lloran, porque reirán.

“Dichosos serán ustedes cuando los hombres los odien, cuando los excluyan, os injurien y maldigan su nombre a causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de felicidad, porque su recompensa será grande en el cielo; pues lo mismo hacían sus antepasados con los profetas.

“En cambio, ¡hay de ustedes, los ricos, porque ya han recibido su consuelo!

“¡Ay de los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre!.

“¡Ay de los que ahora ríen, porque se entristecerán y llorarán!.

“¡Ay, cuando todos los hombres hablen bien de ustedes, pues lo mismo hacían sus antepasados con los falsos profetas!”.

Palabra del Señor.

Lecturas Bíblicas:

Jeremías 17, 5-8/Corintios 15, 12.16-20/San Lucas 6, 17.20-26.

Las bienaventuranzas del Evangelio de hoy sólo pueden practicarse cuando se cree de que trabajamos por una causa; por eso vienen a mi pensamiento palabras que Isabel dijo a María: “¡Dichosa tú que has creído” (Lc. 1,45)! De ahí que la llamamos con propiedad Bienaventurada.

En la continuidad del evangelista Lucas, él señala la mirada con que Jesús vio a los apóstoles; la llamada que les hizo el domingo anterior no era para disfrutarlo materialmente o puestos claves de importancia, sino para vivir el sufrimiento; así el Señor, fiel a sus mensajes y misión les revela lo que significa el Reino de Dios, que permite el mal para sacar bienes: ¿quién no se compadece frente al sufrido y perseguido? ¿cuántos institucionalizan la solidaridad nacional e internacional a favor de los débiles y sufridos? Mientras unos podrían hasta maldecir el sufrimiento, para el cristiano es motivo de fortaleza y salvación.

Tomando en consideración el contexto de persecución de este evangelista, primer historiador de la Iglesia, los cristianos leemos las bienaventuranzas a la luz de la vida contemporánea; él siempre estará perseguido no sólo por ideologías ateas o dictaduras, sino por otras de carácter material, que quieren imponerse a la mente humana y borrar ideas, palabras, etc., acerca del sacrificio, la riqueza, el esfuerzo, etc.

Las bienaventuranzas también son una advertencia para aquellos que ríen, disfrutan, se gozan de la maldad de los demás; tarde o temprano brillará la justicia de Dios sobre aquellos que se ríen de los males que hacen a otros. Es importante revelar los señalamientos sociales del evangelio: pobreza, lágrimas, rechazos, insultos, maldiciones, etc., son muchos de los tantos males que nos aquejan y que necesitamos ser fuertes en la fe para asimilarlo como un regalo de Dios; esto es necesario para probar nuestra fidelidad a Dios y a su Iglesia. Sólo con las pruebas mediremos nuestras fortalezas y debilidades.

La primera lectura es consoladora, muchas veces las hemos leído y repetido las palabras del profeta Jeremías, ellas las podríamos completar con otros pasajes de la Escritura: “sin mí no podréis hacer nada” (Jn. 15, 4), y San Pablo dice todo lo puedo en aquel que me conforta”. Sólo permaneciendo unidos a Cristo podremos dar buenos frutos.  

Editorial
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