Ana María Ch. de Holmann
Entre mis papeles, revisando artículos de recuerdos, me encontré uno a propósito de un aniversario del sacrificio de Pedro J. Chamorro C., escrito por Koriko, en el que hace una semblanza de él muy ajustada a su personalidad, yo le agregaría un poco acerca de su carácter, que era jovial y humorista, bromista y alegre, era alegre en sus ratos de recreo, de juego, pues jugaba tenis, y aventurero cuando navegaba en el Gran Lago y travieso cuando toreaba en los corrales de Santa Clara. A veces también era impaciente y sofocado al trazar una meta, su meta y su anhelo: la libertad de Nicaragua.
Se sentía solo muchas veces; impotente, sintiendo que el tiempo era preciso y pasajero, irreponible y terminante, como fue en verdad para él, que no vio lo que sembró y cómo podría ser para nosotros en estas circunstancias por las que estamos atravesando en la actualidad.
Koriko escribe así:
“Era un hombre inteligente, sencillo, trabajador de tiempo completo. No le gustaba la mentira, mucho menos la agresión, era todo un caballero, digno, honrado, inclaudicable, buen cristiano y sobre todo, muy humano”.
Con estas pocas y sencillas palabras, describe a Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, quien fuera su asistente por muchos años; Koriko, uno de nuestros compañeros de trabajo, uno de los más fieles a la trayectoria de LA PRENSA a través de sus 75 años en la inquebrantable lucha por la libertad de expresión y la libertad de Nicaragua. Koriko nos relata sus anécdotas y costumbres en el trabajo, su comportamiento con los demás compañeros de trabajo y termina su relato así:
“Alguien que conoció bien su trayectoria, escribió lo siguiente: El pueblo nicaragüense jamás lo podrá olvidar. Su pensamiento claro, su pluma valiente, sus dones de honestidad y su condición de patriota, es algo que permanecerá imperecedero en la historia de nuestro pueblo, él ha escalado al sitio de los héroes”. Frases como éstas y muchas más se han oído durante todos estos aniversarios que preceden y que estamos recordando hoy en sus veintitrés años de su muerte.
Esta y otras expresiones son el fruto de su vida, de sus actos, hábitos y ejemplo con los que trazó una escuela de vida a seguir, escuela de padre de familia, escuela de civismo y patriotismo, escuela de valores y principios cristianos, morales, de tenacidad, de rectitud y honestidad, nunca se doblegó ni se involucró en pactos deshonestos; fue escuela de unidad, ya que logró unir a todas las fuerzas opositoras en varias épocas y circunstancias –desde socialistas hasta democráticos y empresarios–, guardando siempre el respeto y la comunicación entre todas ellas.
La unidad es el secreto del triunfo y es por eso que Pedro Joaquín Chamorro Cardenal estorbara y fue eliminado del sendero de la libertad.
El mal está oculto desde el génesis y sólo se sirve ciegamente a la verdad, que es la que nos hace libres.
* La autora es secretaria de la Junta Directiva del diario LA PRENSA.