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¡Sí, comandante Borge… duele!

Efraín Sánchez Sancho

Tristeza y dolor, dice el comandante tomás Borge, le ha provocado el que algunos de sus viejos camaradas le nieguen el habla y no le saluden. Tristeza y dolor sumamente justificados. Tanto desde el punto de vista del sentimiento humano, como el de la fraternidad que debe caracterizar a los revolucionarios.

Empero, me interrogo, ¿se habrá preguntado el comandante Borge, lo que habrán sentido las decenas, o centenares de compañeros y compañeras a quienes no solamente les ha negado la palabra, sino que no les ha determinado?

Acaso se habrá preguntado qué pude haber sentido cuando en los primeros días del derrocamiento de la dictadura somocista, emocionado y muy alegre corrí a saludarle en el despacho de la compañera Michelle Najlis en la Dirección General de Migración y Extranjería. Presentes estaban, además de Michelle, los camaradas Lenín Cerna, Oscar Salgado y otros.

“¡Cómo estás Tomasín!”, fue mi saludo porque de esa manera le tratábamos con mucho cariño. Su respuesta fue: “¿Quién sos vos?”. Día inolvidable por dos razones: la expresión escuchada y la apreciación de la metamorfosis operada en el antiguo camarada. “¿Quién sos vos?”, me dijo, a sabiendas que en mil novecientos cincuenta y seis anduve haciendo pintas en las paredes y distribuyendo papeletas demandando su libertad.

“¿Quién sos vos?”, expresó cuando nos conocíamos desde los tiempos de Juventud Patriótica Nicaragüense y Movilización Republicana, Movimiento Nueva Nicaragua, Frente de Liberación y Frente Sandinista de Liberación Nacional, organización que contribuí a organizar. Por tanto fui uno de los fundadores.

“¿Quién sos vos?”, olvidándose cuando me visitaba en las oficinas de Maber Industrias Plásticas —en donde tenía un buen cargo— y me espetaba: “¡Payín, te compró la burguesía!”. “¿Quién sos vos?”, al hermano que le pidió que alojara al camarada Jorge Guerrero Gómez (“El Cuervito”) en mi casa de habitación, cuando ingresó clandestino procedente de Guatemala.

“¿Quién sos vos?”, a quien junto a mi hermano Edén Pastora, organizó su traslado desde la finca Matapalo, en las cercanías de Matagalpa hacia Managua. En Matapalo se encontraba Tomás y no en Pancasán. Estaba conviviendo con la hermana de los hermanos José y Fabián Rodríguez.

“¿Quién sos vos?”, le dijo a quien en dos ocasiones le envió dinero para que tanto él como el comandante Henry Ruiz, se trasladaran a Nicaragua desde Colombia, país al que los había extraditado el gobierno costarricense. No vino para esa época, desconozco hacia dónde viajaron.

Dice, que es que fue víctima —intentando justificar su comportamiento nada revolucionario además— de la soberbia y la arrogancia que el “erotismo del poder” como lo define, le provocó. “¡Gusanito pequeño burgués!” definía Leonel Rugama a las deformaciones de personalidad, después de leer la obra clásica de José Ingenieros, “El Hombre Mediocre”.

Qué lejos quedaron las recomendaciones de Carlos Fonseca cuando nos decía: “Los revolucionarios, los sandinistas debemos ser ‘implacables en el combate y generosos en la victoria’ ”.

Qué rápido se olvidó de la valoración que hizo de él Carlos Fonseca cuando hice un parangón entre el comportamiento vanidoso del compañero costarricense Plutarco Elías Hernández Sancho y “la sencillez del hermano Tomás”. Qué equivocado estaba mi inolvidable jefe, hermano y camarada Carlos Fonseca Amador.

Sí, comandante Tomás Borge Martínez, el menosprecio, irrespeto y negativa del habla, provoca no solamente tristeza y dolor… ¡También indignación, rabia!

* El autor es ex dirigente del FSLN.  

Editorial
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