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El cristiano como político

  • Difícilmente se podría encontrar a alguien más apropiado que Thomas More para ejemplo de gobernantes y políticos en las circunstancias actuales de Nicaragua y del mundo

Silvio De Franco*

Recientemente, el 31 de octubre, Su Santidad Juan Pablo II declaró a santo Thomas Moro (Thomas More) patrono de los gobernantes y de los políticos, con la intención que la elevación de la figura de More ayude al bien de la sociedad, en el espíritu del Gran Jubileo.

Difícilmente se podría encontrar a alguien más apropiado como ejemplo para gobernantes y políticos en las circunstancias actuales de Nicaragua y del mundo.

Pero fieles a la intenciones de la proclamación es necesario reflexionar más a fondo sobre el significado y el involucramiento en la política del cristiano, aparte de la simple biografía de More. La vida de More es interesante en si misma: Intelectual, negociador ,hombre de estado , Canciller de Inglaterra, excelente amigo, buen padre de familia y propulsor de la educación femenina y, sobre todo, el católico que puso su fidelidad a Dios sobre los caprichos absolutistas de Enrique VIII al preferir la muerte antes que traicionar su conciencia. Pero, ¿qué hay detrás de las decisiones de More? Después de todo el martirologio no es buscado deliberadamente por ningún cristiano pues si así fuera constituiría un acto de soberbia suprema.

Las acciones de Thomas More y sus consecuencias juzgadas desde el punto de vista de alcanzar y tener el poder resultan francamente estúpidas: No sólo perdió el segundo puesto del reino y la confianza del “hombre”, puso a su familia en peligro económico y físico y murió decapitado. Peor aún, Enrique VIII se salió con la suya: Una buena parte dela iglesia en Inglaterra se sometió y se separo de Roma, los obispos que se opusieron, como John Fisher (canonizado posteriormente) fueron “ajusticiados” y Ana Bolena pasó de cortesana a Reina. La cabeza de More fue exhibida en una pica en Londres.

Quizás más de una vez el Rey puede haber pensado “Que hombre más pendejo este More, si yo sólo le pedía una firma. Me la hubiera dado y ahora estaría vivo y contento. ¿Que le costaba?”.

Efectivamente desde el punto de vista utilitario, pragmático, Thomas More fue un fracaso.

A pesar de todas sus obras no logró lo más importante para un político tradicional: mantener y perpetuar su poder.

Para comprender a More es necesario examinar los principios que guían la acción del cristiano en la política: Lo que distingue su acción no es un programa o un partido político o un arreglo institucional sino una actitud y una postura de involucramiento activo, de despegue crítico, sin absolutizar ni idolizar nada y el predominio de la conciencia sobre la conveniencia personal. Más que nada lo que distingue al cristiano es la unidad de vida, la tensión entre lo natural y lo sobrenatural, la conciencia que lo que hacemos en el camino de la vida tiene consecuencias eternas y la certeza que el amor a Dios se manifiesta amando al prójimo y no tiranizando la concepción cristiana de la persona es de un ser caído, exaltada por el misterio de la creación y de la redención a un valor infinito, realizada y salvada en comunidad. Este valor infinito de cada persona lleva a una tensión en la política. Por un lado a la necesidad imperiosa de la búsqueda activa de programas y acciones que mejoren la condición de las personas, pero también a un sano escepticismo frente a la pretensión de toda propuesta de resolver aquí y ahora todos los problemas humanos, ya que toda propuesta y arreglo son productos de seres fallidos y falibles. El cristiano es luchador incansable por una condición mejor, pero también profundamente crítico de toda solución meramente humana, incluyendo las utopías tecnológicas y sociales. Es necesariamente lo contrario del fanático y del soberbio, especialmente en el servicio público.

Frente al cambio el cristiano no adopta una actitud de “no hay nada que hacer”, dado que las fallas son inevitables, sino una actitud de esperanza porque no sólo son las personas falibles y pecadoras las que están en el escenario de la historia, sino también Dios.

El cristiano es un radical en política en sentido verdadero de la palabra ya que su acción parte de la raíz de la naturaleza humana caída y del principio que sólo se puede confiar en Dios de manera absoluta pero no en ninguna institución ni arreglo humano, llamase este mercado, estado, propiedad privada, partido o vanguardia.

De allí que el cristiano refleja un radicalismo comprometido con la verdad y no con el poder, con la persona y no con el sistema, con Dios y no con la vanguardia, con la liberación pero también con la libertad. Radicalismo que la historia misma se ha encargado de verificar mostrando como todas las ideologías-sin importar su ubicación en el espectro derecha – izquierda-y sus prácticas han fracasado y se han ahogado en sus pirámides de muertos.

El poder y la coerción en cualquier orden terrenal contradictorios con la concepción cristiana de la persona. La única orientación válida en la política y en la vida pública es la virtud y el servicio a la persona humana, orientación que More siguió gracias a su intensa vida espiritual con Dios en los sacramentos, manifestándose en su humildad y su humor en el poder, sin ceder a las seducciones del mismo .Antes de morir dijo: “Muero amigo del Rey pero primero amigo de Dios”. More es un ejemplo del cristiano que logra mantener en la política la jerarquía de fines que todo gobierno debe perseguir: El bien de la persona dentro del contexto de los fines últimos.

Quiera Dios en su providencia pueda inspirar a más políticos, gobernantes y ciudadanos en el espíritu de Santo Thomas More y no en la idolatría del ego y del poder.

* Presidente, Universidad Thomas More.  

Editorial
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