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Nació el 2 de febrero de 1926 en La Libertad, Chontales, y lo bautizaron como Miguel Purificación Obando Bravo. Con el tiempo se convirtió en uno de los líderes religiosos, y también político, más controversiales y relevantes que ha tenido Nicaragua.
Ingresó a la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco y fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1958, después de haber cursado estudios en latín, griego, teología, pedagogía, matemáticas, física y filosofía.
Sus primeros años como religioso los vivió en San Salvador, El Salvador, donde se desempeñó como profesor de Matemáticas y Física, además de que también fue rector del Instituto Rinaldi y rector del seminario de la capital salvadoreña.
Ya en Nicaragua, fue nombrado obispo auxiliar en Matagalpa el 18 de enero de 1968 y desde entonces comenzó a forjarse como líder espiritual y con ello también llegaría después el liderazgo político, el cual empezaría a ejercer a partir del 16 de febrero de 1970, cuando se convirtió en el tercer arzobispo metropolitano de la Arquidiócesis de Managua, en un momento en que en el país imperaba, desde décadas atrás, la dictadura somocista.
El nombramiento le llegó al inicio de una década de cambios extremos en Nicaragua, empezando por el devastador terremoto de 1972 que destruyó por completo la capital. Miguel Obando pasó más de 48 horas ininterrumpidas administrando la extremaunción a centenares de personas que estaban a punto de morir entre los escombros en que el sismo dejó a Managua y a la vez llevando consuelo a las familias dolientes.
Diciembre de 1974 fue otro momento en que Obando se destacó ante los ojos de los nicaragüenses, cuando guerrilleros sandinistas se tomaron la casa del exfuncionario somocista José María “Chema» Castillo, en colonial Los Robles, cuando dentro se encontraban connotados allegados a la dictadura de Anastasio Somoza Debayle.
Monseñor Obando actuó como mediador y garante de las vidas de los afectados, a cambio de los cuales el comando sandinista exigió a Somoza la liberación de varios presos políticos, entre ellos el actual dictador Daniel Ortega.
Menos de tres años después, a Obando le correspondió actuar en una situación similar, en agosto de 1978, cuando otro comando sandinista se tomó esta vez el Congreso de la República, ubicado en el Palacio Nacional y nuevamente el religioso se destacó como mediador. Somoza incluso lo bautizó como “Comandante Miguel”, pues lo acusó de estar a favor de los rebeldes.
Desde el púlpito, Obando también denunció las atrocidades que cometía el somocismo a través de su brazo armado, la Guardia Nacional, así como con otros aparatos de represión.
Ante el empuje de los guerrilleros, y el descontento de la población, Somoza huyó el 17 de julio de 1979 y los sandinistas tomaron el país dos días después.
Sin embargo, no transcurrió mucho tiempo para que monseñor Obando también denunciara los abusos de los autodenominados revolucionarios sandinistas, iniciándose un enfrentamiento frontal entre los nuevos gobernantes y la Iglesia católica.
La figura de Obando tomó mucha notoriedad más allá de las fronteras del país y el papa Juan Pablo II lo nombró como el primer cardenal centroamericano, el 25 de mayo de 1985, cuando más duro era el hostigamiento y la persecución de los sandinistas contra la Iglesia nicaragüense.
No pasaría mucho tiempo para que Obando viera caer a la dictadura sandinista y, en marzo de 1988, fue garante de los acuerdos de paz firmados en Sapoá entre los rebeldes contras y los líderes sandinistas, para poco después presidir una comisión de paz y reconciliación.
Los sandinistas perdieron el poder en las urnas frente a Violeta Barrios de Chamorro, en febrero de 1990, pero Obando continuó denunciándolos por haber sumido al país en la miseria y el dolor durante los años ochenta.
El cardenal Obando es recordado por haber pronunciado la parábola de la víbora, o el viborazo, cuando, una semana antes de las elecciones presidenciales del 20 de octubre de 1996, en una homilía comparó a ese animal con Daniel Ortega, quien para entonces pretendía mostrarse arrepentido de todos los crímenes cometidos durante su primer régimen.
El discurso de Obando inclinó la balanza en esas elecciones a favor del candidato liberal Arnoldo Alemán.
El cardenal Obando dio un giro de 180 grados a partir del 19 de julio de 2004, cuando ofició una misa durante el 25 aniversario de la Revolución sandinista y desde entonces se acercó a quien tanto había criticado abiertamente, el actual dictador Daniel Ortega, quien regresó al poder en 2007.
Los últimos años de vida, Obando los vivió sumiso ante Ortega. Al final, se le veía poco, incluso en los actos del régimen de Ortega y su esposa Rosario Murillo.
Murió el 3 de junio de 2018, pocos días después de que en Nicaragua había estallado una rebelión cívica del pueblo, pero que fue aplastada con paramilitares y armas de guerra por parte del hombre al que combatió con la palabra, pero al final respaldó. Se podría decir que murió mordido por la víbora sobre la cual tanto advirtió. La encontró en el camino, la recogió y arrulló en su cuerpo para darle calor y terminó siendo víctima de su veneno.















