El término “asesino serial” suele asociarse con Estados Unidos, por la fama de criminales como Jeffrey Dahmer, Ted Bundy y John Wayne Gacy. Sin embargo, los asesinos en serie con mayor recuento de víctimas en la historia reciente no fueron estadounidenses… Nacieron y se criaron en Latinoamérica, donde también cometieron sus crímenes atroces.
Dos de estos criminales latinoamericanos encabezan la lista de los asesinos en serie más letales de las últimas décadas, con un estimado de más de 300 víctimas cada uno. Por años hicieron de las suyas, atacando principalmente a niños y niñas que sepultaban en descampados. Verdaderos cementerios privados con los que la policía solo dio cuando los asesinos confesaron.
La Bestia
Luis Alfredo Garavito fue un colombiano que entre 1992 y 1999 mató a más de 200 niños en Colombia, Ecuador y Venezuela, aunque se estima que el número real de sus víctimas podría superar los 300. Nunca se supo con exactitud a cuántos niños violó y mató Garavito, no porque él quisiera ocultarlo, sino porque eran tantos que la memoria le fallaba.
Nació el 25 de enero de 1957 como el segundo de los siete hijos de un matrimonio violento, encabezado por un padre abusador. Mató por primera vez en 1992, a los 35 años. Según un reportaje de Infobae, la víctima fue un niño de 8 años que estaba revolviendo botes de basura en la calle. Siguió asesinando durante siete años, mientras cambiaba de trabajo y de ciudad para no ser descubierto. Se hacía pasar por vendedor ambulante, monje, indigente, discapacitado e incluso trabajador de fundaciones de ayuda para niños.
Sus víctimas eran varones, principalmente de barrios pobres, entre 8 y 14 años. Los abordaba en parques, aceras, plazas y terminales de buses para ofrecerles dinero, luego los llevaba a un lugar aislado, donde abusaba de ellos y los mataba con un cuchillo. Operó en 13 departamentos colombianos, siempre borracho.
Cuando finalmente lo atraparon no fue por eficiencia policial, sino porque un indigente frustró su último ataque y avisó a la policía. Durante el interrogatorio, “la Bestia” confesó haber asesinado a 140 niños, número que subió a 172 cuando aparecieron como evidencia el cuaderno donde anotaba sus crímenes y cuatro valijas en las que guardaba “recuerdos”. Más tarde, durante el juicio, el asesino calculó que sus víctimas sumaban “poquito más de doscientas”.
Le dieron 1,853 años de prisión por 172 crímenes confirmados. Sin embargo, debido a que la ley colombiana limita la duración de las penas, la sentencia se redujo a 40 años que no terminó de cumplir porque murió en la cárcel en octubre de 2023, a los 66 años. Tenía leucemia y cáncer en el ojo izquierdo.
El Monstruo de los Andes
El colombiano Pedro Alonso López es recordado como el “Monstruo de los Andes”, con un recuento de 110 víctimas confirmadas y cerca de 350 confesadas. Operó en Colombia, Ecuador y Perú entre 1969 y 1980, enfocándose especialmente en niñas de entre 8 y 12 años. Elegía a las que tenían “los ojos más inocentes” y las mataba a la luz del día, para ver “cómo se iba a apagando la luz de sus ojos”, admitió cuando ya estaba detenido.
Nació en 1948, a 150 kilómetros de Bogotá. Fue huérfano de padre y el séptimo de los 13 hijos de una mujer que ejercía la prostitución en casa.
En 1969 cometió un robo que lo llevó a la cárcel, donde fue abusado por tres reclusos a los que degolló. En 1978 salió libre y viajó a Perú, donde secuestró y violó en Ayacucho a al menos 100 niñas indígenas. Más tarde explicaría que no las escogía “blancas” porque “sus padres las vigilaban demasiado”. Enterraba a sus víctimas en grupos de tres o cuatro para poder “visitarlas” después.
Un grupo de indígenas lo capturó, pero el Gobierno de Perú lo deportó a Ecuador, donde el asesino continuó haciendo fechorías. En 1980 un río ecuatoriano desbordado reveló cuerpos de niñas enterrados en las riberas cuyas características se correspondían con las de niñas desaparecidas. Empezó una investigación que no condujo a nada. Lo atraparon ciudadanos que socorrieron a una mujer y su hija de 12 años, mientras eran atacadas por López.
En Ecuador lo condenaron a la que en ese entonces era la pena máxima: 16 años. No terminó de cumplirla porque en 1994 fue extraditado a Colombia y recluido en un hospital psiquiátrico. Por más sorprendente que parezca, fue puesto en libertad en 1998 y se desconoce su paradero.
Es considerado el mayor asesino en serie de la historia reciente y uno de los tres hombres que más personas mataron con sus propias manos en el siglo XX. Comparte el podio con Harold Frederick, médico británico sentenciado a cadena perpetua por asesinar a 215 pacientes, y su compatriota, el también colombiano Luis Alfredo Garavito.
Camargo, otro asesino de niñas
En la época de Daniel Camargo Barbosa las páginas de los periódicos estaban llenas de fotos de niñas desaparecidas. Había pánico general y la gente tejía teorías sobre una supuesta banda que secuestraba niñas en un vehículo rojo.
Incluso después de que atraparon al verdadero asesino, al público le costó creer que ese hombre viejo y flaco era el responsable de tantos crímenes atroces.
Camargo nació en 1930 en los Andes colombianos, donde su madrastra lo obligaba a vestir como niña para ir a la escuela. Además, presenció abusos cometidos por sacerdotes: el de la parroquia embarazó a una hermana de Camargo y el del colegio abusaba de los niños estudiantes.
Sus crímenes iniciaron en Colombia en la década de los setenta, pero escapó de la prisión en 1984. Huyó a Ecuador, reanudando ahí su ola de asesinatos, violando, estrangulando y mutilando a sus víctimas. En 1986 lo atraparon de nuevo, luego de que se descubriera el cuerpo de una niña, y terminó confesando 71 asesinatos, aunque se estima que fueron más de 150.
Tenía una memoria excepcional y recordaba los nombres de sus víctimas, además de detalles como la ropa y los aretes que llevaban el día que las mató. Para ganar la confianza de las niñas se hacía pasar por evangélico, mostrándoles la Biblia e invitándolas a conocer el lugar donde supuestamente se iba a “construir una iglesia”.
Lo condenaron a 16 años de prisión, que entonces era la pena máxima en Ecuador. Sin embargo, no terminó su condena, porque en 1994 fue asesinado por otro reo, pariente de una de sus víctimas.
Pedrinho Matador
Pedro Rodrigues Filho, conocido como Pedrinho Matador, fue el asesino en serie más famoso de Brasil. Entre 1968 y 2003 mató al menos a 71 personas, aunque la policía brasileña cree que pueden ser más de 100. Casi todos eran criminales, narcotraficantes, violadores, pedófilos y ladrones, por lo que sus admiradores lo consideran un “justiciero”. Más de la mitad de sus víctimas fueron presos que estaban encerrados con él.
Nació en 1954 en una familia sumida en la violencia doméstica y la pobreza extrema, factores que lo empujaron a la delincuencia a temprana edad.
Cometió su primer asesinato a la edad de 14 años, contra un político local responsable del despido de su padre en la municipalidad de Alfenas, donde lo acusaron de robo. Entró al mundo de las drogas, siguió acumulando muertos y un día se enteró de que su padre estaba preso por haber matado a su madre con un machete, así que lo visitó y, luego de asestarle 22 puñaladas, le arrancó el corazón y lo arrojó a la basura.
En mayo de 1973 finalmente fue detenido y estando preso mató a 47 reclusos a los que consideraba “indeseables” por sus crímenes. Aunque lo sentenciaron a 128 años, solo cumplió 42. Tras salir de prisión, en 2018, se convirtió en youtuber y tenía cerca de 200 mil seguidores. También lanzó un libro y un documental. Lo asesinaron en marzo de 2023 frente a su residencia, dos hombres encapuchados que bajaron de un vehículo y le dispararon seis veces.