El pasado domingo 8 de diciembre, el papa Francisco volvió a referirse a Nicaragua tras el rezo del Ángelus. En esta ocasión, expresó estar “cerca en particular de los nicaragüenses” y pidió a la Virgen María que “abra el corazón de todos para que se busque siempre el camino de un diálogo respetuoso y constructivo, a fin de promover la paz, la fraternidad y la armonía en el país”.
Después de recitar la oración mariana del Ángelus en este segundo domingo de Adviento, el pontífice invitó a los nicaragüenses a “rezar” y “unirse en oración por la Iglesia y el pueblo de Nicaragua, que celebra la Purísima como madre y patrona y eleva a Ella un grito de fe y esperanza”. Añadió “que la madre celestial sea para ellos un consuelo en las dificultades y las incertidumbres”.
Un sacerdote nicaragüense, quien prefirió mantener el anonimato, aseguró que el mensaje del papa es un llamado al diálogo, aunque reconoció que el régimen Ortega-Murillo permanece cerrado a esa posibilidad.
“El papa propone una solución cristiana basada en el diálogo, en la idea de que hablando se entiende la gente. Sin embargo, no ignora que quienes ostentan el poder tienen una actitud cerrada. Intenta sugerirlo de la mejor manera posible. A pesar de ello, sigue abogando por un diálogo con el régimen”, señaló el sacerdote.
El diálogo: ¿Cómo y con quién?
El exdiplomático Guillermo Belt afirmó que, aunque el papa no lo menciona de manera explícita, es evidente que su llamado al diálogo está dirigido principalmente a la dictadura en Nicaragua. “No es un llamado al pueblo nicaragüense para que dialogue con el régimen, sino un mensaje claro hacia quienes detentan el poder en el país”, consideró Belt.
Por su parte, el obispo de la Diócesis de Danlí, Honduras, José Antonio Canales, comentó en una entrevista con LA PRENSA que, a su juicio, el diálogo debe involucrar a las diferentes facciones de la sociedad nicaragüense, no solo a la dictadura.
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“Aunque las posturas están muy polarizadas, no es imposible alcanzar un acuerdo si hay amor por el país. Es necesario dejar a un lado los intereses de grupo o de familia para que Nicaragua, un país bello y rico en recursos naturales, pueda avanzar hacia una democracia sólida”, señaló Canales.
El obispo subrayó que la Iglesia católica siempre ha promovido el diálogo como un medio para solucionar o evitar conflictos. “Esto nos ha permitido superar muchas controversias a lo largo de los siglos. Por otro lado, el peor camino siempre ha sido la violencia”, añadió.
En Nicaragua ya se han realizado dos diálogos nacionales desde el inicio de la crisis sociopolítica. Sin embargo, aunque se alcanzaron acuerdos, muy pocos fueron cumplidos por parte del régimen Ortega-Murillo.
¿Insistir en el diálogo con la dictadura?
Para Canales, pensar que un diálogo es una pérdida de tiempo es un error, ya que lo considera una herramienta indispensable para solucionar la crisis en Nicaragua.
“Con esta esperanza, que muchos ya no tienen, el papa aboga por el diálogo y la búsqueda de la paz. Aunque algunos podrían considerar ingenuo dialogar con personas de posturas tan rígidas, el papa insiste en no renunciar a esta posibilidad. Desde una perspectiva cristiana, no se puede descartar el diálogo como vía para alcanzar la paz, especialmente en Nicaragua”, destacó.
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Canales también opinó que los llamados del papa Francisco al diálogo no deben interpretarse únicamente desde un punto de vista político.
“Es cierto que el Vaticano tiene una Secretaría de Estado que gestiona relaciones diplomáticas y que es uno de los estados con más embajadas en el mundo. Sin embargo, en mi opinión, el papa siempre se dirige al mundo desde el corazón de un pastor, no desde la posición de un político”, afirmó.
Relaciones débiles
Las relaciones diplomáticas entre el Vaticano y Nicaragua no van del todo bien, especialmente desde el 12 de marzo de 2022, cuando el régimen Ortega-Murillo expulsó al nuncio apostólico Waldemar Sommertag.
Un año después, la dictadura anunció que se propuso “la suspensión” de las relaciones diplomáticas con el Vaticano luego de unas declaraciones del papa Francisco en las que tildó al régimen nicaragüense de ser una “dictadura guaranga (grosera)”.
Sin embargo, esto no impidió que se enviara a Roma a 12 sacerdotes que estaban presos. Según confirmó el portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, se “ha pedido” a la Santa Sede recibir a los 12 sacerdotes, sin referirse a negociaciones.
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Las “negociaciones” no fueron un factor presente en la expulsión de monseñor Carlos Enrique Herrera, obispo de la Diócesis de Jinotega y presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, quien fue desterrado el 14 de noviembre de este año por señalar que el alcalde de esa ciudad, Leónidas Centeno, cometió un sacrilegio al colocar música a alto volumen en horas de misa en las afueras de la catedral jinotegana.
15 intervenciones del papa por Nicaragua
Esta es la segunda vez en menos de ocho días que el papa Francisco se dirige a los nicaragüenses. El pasado 2 de diciembre, con motivo de la celebración de la Purísima, dedicó una carta pastoral en la que expresó: “La libertad de los hijos y las hijas de Dios nadie la puede arrebatar”. Este mensaje se dirigió a un pueblo donde, desde hace años, el régimen Ortega-Murillo persigue, encarcela, destierra y despoja de la nacionalidad a sacerdotes y obispos.
Desde el inicio de la crisis sociopolítica en abril de 2018, el papa Francisco se ha pronunciado 15 veces sobre la situación en Nicaragua. La más reciente fue el pasado 2 de diciembre y, anteriormente, el domingo 25 de agosto, cuando pidió oraciones por el país.
La primera vez que el papa habló sobre Nicaragua fue tras la suspensión de las negociaciones del diálogo nacional, realizadas en el Seminario Interdiocesano de Fátima en Managua. El 1 de julio de 2018, renovó sus oraciones por Nicaragua durante el Ángelus, pocos días antes de que el régimen Ortega-Murillo emprendiera la llamada “operación limpieza”, mediante la cual desmontaron barricadas, asesinaron manifestantes y atacaron instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua).
“Renovando mi oración por el amado pueblo de Nicaragua, deseo unirme a los esfuerzos de los obispos del país y de tantas personas de buena voluntad”, manifestó entonces el líder de la Iglesia católica.