Sandino. Zoilamérica Zambrana Sandino era descendiente de la rama familiar acaudalada del general Augusto C. Sandino. Sus abuelos maternos fueron Gregorio Sandino, padre del guerrillero, y América Tiffer, madrastra de Sandino. Su papá fue el masatepino Orlando Zambrana Báez. Su madre, Zoilamérica Sandino Tiffer, hermana del general, murió dándola a luz en 1926. Ese es el parentesco que su nieta Rosario Murillo Zambrana ha explotado incansablemente para beneficio propio dentro de las filas del sandinismo.
Profesional. Cuando la Guardia de Anastasio Somoza García mató a Sandino, los abuelos maternos de Zoilamérica Zambrana se exiliaron en El Salvador y hasta allá llegó ella de adolescente para tomar estudios de perito mercantil, en una época en que no muchas mujeres se profesionalizaban. En diciembre de 1942 volvió a Nicaragua y puso una escuela de taquimecanografía en la casa de su abuelo Gregorio, que hoy es la Casa Museo de Niquinohomo.
Esoterismo. Era muy dedicada a la práctica del esoterismo y le gustaba leerle las cartas a la gente. Incluso el periodista Anuar Hassan, que en una época fue su yerno, alguna vez se leyó las manos en una casa de El Crucero que su suegra frecuentaba. El gusto de su hija mayor, Rosario Murillo Zambrana, por las cuestiones esotéricas parece estar relacionado con su madre, así como sus inclinaciones poéticas, pues a doña Zoilamérica le gustaba la poesía.
Amores. Su primer esposo fue el masatepino Alfonso Valerio. Cuando estaban recién casados él enfermó de tuberculosis y su familia lo envió a un hospital de Costa Rica, donde estuvo tres años. En ese tiempo, a finales de los cuarenta, existía la “separación de cuerpos”, que ocurría cuando una pareja casada no tenía contacto por al menos tres años y ya no se respetaba el vínculo matrimonial. En esa situación Zoilamérica conoció a Teódulo Murillo, algodonero y ganadero cuya familia era dueña de El Trapiche. Cuando Valerio volvió curado, su esposa ya tenía un nuevo amor.
Mala vida. Durante su matrimonio con Teódulo Murillo soportó el mal carácter de su marido, que a menudo sufría arrebatos de ira y agresividad e incluso fue tratado psiquiátricamente con un método que en aquella época era usual: choques eléctricos. Después de cada pelea, Teódulo se iba a beber con sus amigos y volvía con serenata, para disculparse con la canción Perdón, que dice “perdón vida de mi vida, perdón si es que te he faltado, perdón cariñito amado, ángel adorado, dame tu perdón”. A pesar de todo, las amistades de doña Zoilamérica la recuerdan como una mujer alegre, sociable y conversadora.
Hija indómita. Con Teódulo tuvo cuatro hijas. La mayor, Rosario, es la actual cogobernante de la dictadura Ortega Murillo. Las otras tres son Lourdes, Lorena y Violeta, con quien la primogénita no tiene comunicación desde hace muchos años. Rosario es la hija que le dio dolores de cabeza a sus padres, aunque también fue la más consentida. Era “indómita”. Alguna vez la expulsaron del colegio por fumar en los baños y a los 16 años, luego de haber ido a estudiar a Europa, tuvo a su primera hija, bautizada como su abuela: Zoilamérica. Antes de cumplir los 20 años, la hija rebelde tenía tres hijos de dos relaciones.
Rafael. Cuando su primogénita quedó embarazada, a la edad de 15 años, no se quería casar con el papá de la bebé. Doña Zoilamérica fue a hablar con el sacerdote y la obligó. El matrimonio no funcionó, pero la señora volvió a juntarlos y de esa reconciliación fugaz nació Rafael, quien años después sería adoptado por Daniel Ortega y actualmente es uno de los mayores operadores de la dictadura Ortega Murillo, sancionado por Estados Unidos en 2019 por lavar dinero para financiar el régimen de sus padres.
Mala leche. Guiada por sus fuertes creencias espirituales y espiritistas, doña Zoilamérica creía que la leche materna de su hija mayor “era mala”, por eso no le permitió amamantar a sus primeros hijos, para que no los “contaminara”. Además, cuando Rosario quedó embarazada por primera vez, la echó de la casa “por loca”. Doña Zoilamérica se hizo cargo de la crianza de sus primeros tres nietos. El tercero, Anuar, murió en el terremoto del 72 cuando una pared de la casa de su abuela le cayó encima.
Accidente. Falleció a las 12:30 del mediodía del viernes 12 de octubre de 1973 en un accidente de tránsito. Iba camino al mar para despedir a una amiga que viajaría al extranjero, cuando un camión que se dirigía a Managua aventajó en curva, chocó con otro camión y este último se pasó llevando el carro de Zambrana. El suceso ocurrió en el kilómetro 38 y medio de la carretera a Masachapa. Ambos vehículos se salieron de la vía y el camión se dio vuelta sobre el automóvil, que quedó destrozado. Zambrana murió al instante. Los niños Zoilamérica y Rafael, hijos de Rosario Murillo, también iban en el vehículo y sobrevivieron, aunque Rafael sufrió fuertes golpes en la cabeza.
Remordimiento. Tras la muerte de doña Zoilamérica, su esposo cayó en una depresión atizada por el remordimiento de haberle dado una mala vida. Incluso se despojó de una de sus joyas más caras, un crucifijo de oro puro, para que ella fuera enterrada con la prenda. Vivió con mucha culpa y asumió la tarea que su esposa realizaba, cuidar a los hijos de Rosario, pues también dudaba de sus capacidades. Tres veces a la semana se hacía cargo de ellos. Siete años después se casó de nuevo.