La revista en línea Confidencial ha publicado en los últimos días una nueva encuesta política de CID-Gallup. La encuesta fue elaborada hace más de tres meses, entre el 3 y el 28 de mayo pasado, según informa la revista sin explicar por qué se ha publicado hasta ahora.
Como sea, la encuesta es útil para quienes se preocupan por los asuntos de interés público en un país como Nicaragua, donde no hay libertad de información y oficialmente se practica la opacidad informativa. Un país donde, además, los medios de comunicación independientes tienen que funcionar en el exilio y sufren muchas dificultades para poder verificar las informaciones.
Sin duda que el ambiente más propicio para hacer encuestas es la democracia, porque se hacen con libertad. Lógicamente, lo mejor es que los datos de las encuestas sean levantados en un ambiente de confianza y seguridad para las personas encuestadas. En cambio, donde no hay esas condiciones es posible que la gente sesgue las respuestas a las preguntas de los encuestadores.
En las democracias las encuestas son muy importantes, porque sirven a los partidos, alianzas políticas y candidatos para conocer las opiniones de la gente y elaborar lo mejor posible sus estrategias de campaña electoral y sus programas de gobierno.
Sin embargo, también donde no hay democracia ni libertad de expresión e información las encuestas políticas son útiles para que las personas interesadas puedan orientarse en la oscuridad informativa y tengan una mejor apreciación de la realidad. Por supuesto, siempre y cuando sean serias y confiables, no como las que paga el gobierno para que le proporcionen datos que lo favorezcan.
En el caso de la más reciente encuesta de CID-Gallup, Confidencial informa que fue auspiciada por la Fundación Sin Límites para el Desarrollo Humano (FSL). Esta se identifica en su sitio web como “una organización sin fines de lucro, fundada en Costa Rica en 2009, con el objetivo de fomentar y ejecutar estrategias que contribuyan al desarrollo integral de las personas a través de procesos de la gestión del conocimiento, desarrollando agendas de investigación y análisis e incidencia sobre las áreas político-institucional, social, ambiental y económica de Centroamérica y el Caribe”.
Pues bien, los datos principales que da a conocer la última encuesta de CID-Gallup no difieren mucho de los ofrecidos en las encuestas anteriores. Lo cual se entiende, porque la situación sociopolítica de Nicaragua no ha cambiado en los últimos años.
La encuesta que comentamos resalta una vez más el escaso apoyo ciudadano al partido FSLN que detenta el poder, cifrado en un 12 por ciento, y solo el 9 por ciento de los encuestados dice respaldar un régimen autoritario.
Reitera CID-Gallup el dato ya conocido de que el 80 por ciento no simpatiza con ningún partido político de la oposición. Al respecto hubiera sido interesante conocer qué porcentaje apoya a la oposición en el exilio y a cuántas y cuáles de las organizaciones opositoras exiliadas conocen. Pero lamentablemente esta pregunta no fue incluida en la encuesta.
Algo novedoso y muy interesante es que el 55 por ciento de la gente rechaza los despojos de nacionalidad, destierros y confiscaciones que han sufrido centenares de nicaragüenses como castigo político del régimen, y solo un 16 por ciento las apoya.
Sin embargo, como dice uno de los políticos entrevistados por Confidencial para comentar la encuesta, Ortega “no necesita ser popular para gobernar” porque basa su poder en la fuerza armada de la Policía y del Ejército. Lo cual es cierto. La verdad es que ninguno de los dictadores, autócratas y caudillos autoritarios que hay en el mundo actualmente es un tipo popular, ni necesita respaldo de la gente para mantenerse en el poder. Le basta y sobra el uso de la fuerza y la represión.
También es interesante la opinión de los encuestados sobre el tema de la sucesión de Daniel Ortega en el poder, de lo cual se habla mucho en los medios opositores y al parecer el régimen se prepara para tal eventualidad. Sin embargo, para los encuestados no pareció tener mayor importancia.
Al parecer en este caso a la gente “le da lo mismo Chana que Juana”, como dice el adagio popular. Y tiene razón, pues lo más importante al fin y al cabo no es que cambie la persona que manda, sino el régimen autoritario y represivo que existe en el país.