Pedro X. Molina, el destacado caricaturista nicaragüense y ganador del premio Reconocimiento a la Excelencia Periodística del Premio Gabo en 2021 y del premio Maria Moors Cabot de la Universidad de Columbia en 2019, reflexiona sobre el papel del humor político en los medios digitales y la necesidad de adaptarse a los nuevos formatos sin perder el compromiso crítico.
LA PRENSA: Pedro, hay quienes dicen que con los memes, TikTok y otros formatos de humor en las redes sociales, los medios se han quedado atrás ¿perdieron el dominio del humor político?
Esta es una pregunta compleja. Primero, deberíamos cuestionarnos si los medios realmente tuvieron alguna vez el dominio del humor político. Y, si lo tuvieron, ¿lo perdieron o renunciaron a él por miedo?
Respondiendo a la primera parte: el humor político, en general —ya sean chistes sobre políticos, escritos o dibujos— siempre ha encontrado su mayor expresión y difusión en el pueblo.
Estos chistes han circulado tradicionalmente en espacios informales como oficinas, velorios, y otros lugares de reunión, reflejando la realidad cotidiana y las opiniones sobre los políticos.
Los medios, a lo largo de su historia en Nicaragua, han reconocido ocasionalmente la importancia de este tipo de comunicación y lo han incluido en sus páginas o programas, algo que ha sido beneficioso para humoristas, medios y audiencia.
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Sin embargo, llega un momento en que los medios enfrentan presiones —gobiernos, poderes económicos, sectores sociales…— que los llevan a intentar controlar o eliminar el humor político para evitar problemas, no “ofender” a nadie y no perder anunciantes, lectores o favores especiales.
Por estas razones, muchos caricaturistas, escritores de humor, suplementos y cápsulas humorísticas han sido eliminados de los medios.
LP: Un experto en comunicación sugiere desarrollar y aumentar nuevos formatos de humor en sus agendas. ¿Por qué los medios deberían incluir el humor político en sus agendas?
El humor, como herramienta de comunicación y análisis, permite estilos de transmisión de críticas, ideas y conceptos que otras formas de periodismo, por su naturaleza, no pueden abordar tan fácilmente.
También tiene el potencial de conectar rápidamente con la audiencia y volverse viral. Basta con revisar las redes sociales para ver cuántas caricaturas o imágenes humorísticas circulan, siendo usadas incluso como avatares por los usuarios.
Esto no solo crea un sentido de unidad en la forma de pensar, sino que también genera una identidad compartida. En nuestro contexto político-social particular, el humor tiene la capacidad de romper el miedo, generar empatía hacia causas nobles y motivar a la gente a entender que si podemos reírnos de los tiranos, también podemos derrocarlos.
LP: Hay quienes creen que los medios no están a la altura de los tiempos en materia de humor, ¿cuál creés vos que es el estado actual del humor político en los medios digitales de Nicaragua?
Hoy en día, cualquier persona que quiera hacer humor, como cualquier otra cosa, ya no necesita pasar por filtros profesionales, políticos, de criterio o ideológicos para publicarlo. Ahora pueden hacerlo por su cuenta en redes sociales sin depender de los medios tradicionales.
El lado negativo de esto es que, al no haber filtros de calidad o responsabilidad, gran parte de la “comedia” que se genera de esta manera es de baja calidad o intrascendente. A menudo, se evitan temas comprometidos y se hacen chistes sobre banalidades o se burlan de los sectores más vulnerables de la sociedad.
Además, se cae en la tiranía del “like”, haciendo cualquier cosa, sea justa o no, solo para conseguir atención, olvidando la responsabilidad que esta forma de comunicación demanda si se trata con el respeto que merece.
En cuanto a los memes, muchos sienten que pueden hacerlos porque “no se necesita talento especial”. Por eso, terminan siendo mayormente repetitivos, poco comprometidos (nadie toma responsabilidad por un meme) e inconstantes.
Cualquiera puede tener una idea genial para un meme ocasionalmente, pero hacerlo consistentemente varias veces a la semana durante años es otra cosa. Esa disciplina y responsabilidad es lo que separa a los amateurs de los profesionales.
LP: ¿Cuál es el principal desafío que enfrentan los creadores de humor y sátira en la actual coyuntura de los medios digitales de Nicaragua? ¿Vale la pena?
Mi experiencia en Confidencial, y entiendo que el medio comparte esta misma visión, es que ha sido bastante exitosa. Las caricaturas en la página web y en las redes sociales, así como los segmentos de humor en los noticieros en video, son frecuentemente de lo más visto y compartido.
Sin embargo, enfrentamos un desafío común con el resto de colegas en el periodismo: cómo mantenernos activos y sobrevivir desde el exilio, contribuyendo a nuestra sociedad sin perecer en el intento.
Vivimos tiempos emocionantes, pero desafiantes. Tenemos la libertad tecnológica de experimentar con muchas cosas, pero no siempre contamos con la estructura que nos permita vivir de esto mientras lo hacemos.
Además, enfrentamos tanto autoritarismos y fanatismos desde el poder político como desde las redes sociales.
El fanatismo —de cualquier tipo— y el humor no se llevan bien. Por un lado, te enfrentás a la censura de las dictaduras, y por otro, a la censura de lo “moralmente correcto”. Todo esto puede ser a la vez emocionante y agotador.