Me refiero a la mediación que ofrecen los presidentes de Brasil, Lula da Silva; de Colombia, Gustavo Petro, y de México, Andrés Manuel López Obrador, en el oscuro tema de otorgar la victoria al dictador Maduro para que siga otros años más en la Presidencia de Venezuela, que sabemos todos que quien ganó las elecciones del 28 de julio fue el candidato y hoy presidente electo de Venezuela, Edmundo González Urrutia.
En primer lugar, se trata de tres presidentes que son de la izquierda del llamado socialismo del siglo XXI y componentes a su vez del Foro de Puebla. Esto ya es cuando menos un dato muy llamativo, ya que lo que dicen pedir es presentar por parte de Maduro, las actas totales que avalan su supuesto triunfo el 28 de julio y que a la fecha no las presenta y ellos no presionan para ello.
Por el contrario, la oposición representada por González Urrutia y su equipo electoral se preparó eficazmente para recoger las actas de cada uno de los colegios electorales, las que ha presentado a la vista de quienes quieren conocer la verdad de lo sucedido. La estrategia dirigida por los comandos electorales en una jugada táctica que le tomó la delantera a las posibles triquiñuelas del madurismo.
Maduro en vez de presentar las actas, después de 12 días de las elecciones sigue sin presentarlas, y en uso de su modus vivendi ha acudido al Tribunal Supremo del país, escogido para ocupar sus cargos por amigos del patético y cínico autócrata, para que le amparen en su camino a seguir en el poder.
Los presidentes mencionados no hablan de fraude, solo piden a su colega presidente que presente las actas que avalen su mayoría, que significaría su reelección dándole más tiempo para que prepare su nuevo amaño y seguir en el cargo. Particularmente no creo que la tal mediación sea fiable y segura, por muchas razones.
El Tribunal Supremo, cooptado por el régimen madurista, ha citado tanto a quien los nombró para ser magistrados para que concurran ante el mismo para presentar sus avales que garanticen su triunfo con las pruebas, que no son otras que las actas, y que el madurismo se sostiene en que ganó con un 54 por ciento más o menos de los votos y que González Urrutia perdió con un 45 por ciento más menos. Como es lógico Maduro acudió al citatorio, no así el candidato ganador, ya que puede ser una trampa más para detenerlo y encarcelarlo.
No debe extrañarnos que según vox populi los intermediarios, pedirán a Maduro una reunión con su opositor el presidente electo González Urrutia, para que haya una transacción en la que después de la posible reunión, si no hay ningún acuerdo se repitan las elecciones.
También se habla de que una empresa china experta en cuestiones informáticas estaría arreglando, con los datos que constan, un resultado que sería favorable a la fórmula de Nicolás Maduro, y que todo este teatrillo, desemboque siempre a favor de Nicolás Maduro, con su favorable dictamen pericial.
Contra todo este escenario, gran parte o por decir la mayoría de los países de Latinoamérica con las consabidas excepciones de Cuba, Nicaragua y Bolivia, han rechazado los resultados que el CNE venezolano, da por válidos y por ende desconocen que el régimen de Maduro siga en el poder, incluso el gobierno de Chile, socialista que transita por la senda democrática cuestiona el supuesto triunfo de Maduro.
No olvidemos nunca, que Venezuela está colonizada por Cuba en aspectos de inteligencia y de torturas y muertes de venezolanos que están siendo asesinados por la dictadura y sus apoyos que son la fuerza represiva como el Ejército de Venezuela, comandado por el ministro de Defensa, el siniestro Vladimir Padrino, que hace honor a su nombre; por la Asamblea Nacional, dirigida por el no menos salvaje Diosdado Cabello y representada por el vociferante Jorge Rodríguez, hermano de la vicepresidenta Delcy Rodríguez, y con la Fiscalía general al mando de Tarek Willian Saab.
Ya todo este aparato político militar está usando su poder en cada una de sus posiciones bien asesorados por la inteligencia cubana. Incluso con el envío de soldados cubanos especialistas en represión los conocidos Avispas Negras, lo que en alianza con las fuerzas represivas de Venezuela ya han empezado su tarea de tratar de acallar al valiente pueblo venezolano, incluso asesinando a opositores y encarcelando, según palabras del propio tirano más de 2,000 venezolanos.
El fiscal Tarek Willian Saab ya ha puesto en marcha su institución y ha incoado proceso penal en contra de González Urrutia y la valiente luchadora por la libertad y respeto de los derechos de su pueblo, María Corina Machado, por varios cargos que se sostienen en pruebas cuestionadas y dubitadas. Pero María Corina tiene detrás a todo un pueblo y que no se atrevan a tocarla, puesto que el pueblo saldrá en su defensa con todo lo que tenga a mano y sería entrar en un nuevo escenario, ya que los venezolanos han perdido el miedo.
Pero volvamos al triángulo intermediador que según ellos piden las pruebas de las boletas que avalen el supuesto triunfo de Maduro, lo que si fuera cierto ya deberían haberse puesto en marcha con luz y taquígrafos y no estarse yendo solo en palabras. El mundo está a la expectativa de sus acciones y que muchos conocidos columnistas de los periódicos más destacados del mundo libre están demandando. Basta de bla, bla, bla.
Igualmente, los países en los que predomina la democracia y que están integrados en organismos como la ONU, la OEA (inútil), la UE, desconocen y cuestionan el valor que tienen los pronunciamientos tanto del CNE como de la Corte Suprema de Venezuela, relativos al resultado electoral del 28 de julio, todo lo que propongan los mediadores si no respetan la voluntad del pueblo venezolano, no tendrá ningún valor.
Para que su mediación tenga valor de cosa juzgada, que no se haga bajo de la mesa y que no sean solo ellos los que dictaminen quién ganó o perdió es necesario que también haya organismos internacionales de toda fiabilidad que les asesoren en su tarea. Todo lo que se salga de esos parámetros es pura fantasía.
El autor es abogado nicaragüense residente en España.