Nicaragua 1990
Para 1989 Nicaragua estaba gobernada por nueve comandantes que dirigían al poderoso Frente Sandinista. Entre estos nueve comandantes sandinistas escogieron a Daniel Ortega, primero como coordinador de la Junta de Gobierno que asumió el poder tras la caída de la dictadura de Anastasio Somoza, en 1979, y luego, a partir de 1984, como presidente de la República.
El país, sin embargo, estaba sumido en la pobreza, la escasez y la guerra, tras 10 años de una dictadura revolucionaria que conculcó todos los derechos civiles, reguló el consumo de productos y alimentos, y estableció el Servicio Militar obligatorio para abastecerse de soldados en la guerra que enfrentaba contra la guerrilla contrarrevolucionaria.
El colapso que estaba sufriendo la Unión Soviética le llevó a retirar su apoyo al gobierno sandinista, mientras algunos escándalos de corrupción hicieron que el Congreso de Estados Unidos suspendiera las ayudas económicas que otorgaban a la Contrarrevolución. La crisis propició la búsqueda de una salida a la guerra.
Bajo los acuerdos de Esquipulas II (1987) se buscó una salida política al conflicto que contemplaba la convocatoria de elecciones generales.
El 25 de febrero de 1990 se efectuaron las elecciones, adelantadas porque según el calendario electoral correspondía realizarlas en noviembre de ese año. El Frente Sandinista estaba convencido de que ganaría las elecciones y escogió de nuevo a Daniel Ortega como su candidato. Aceptó el adelanto electoral para evitar que la oposición tuviese más tiempo para organizarse.
La principal fuerza para enfrentar al sandinismo fue la UNO (Unión Nacional Opositora) integrada por 14 partidos políticos que escogieron como fórmula presidencial a Violeta Barrios de Chamorro y Virgilio Godoy.
Casi todas las encuestas decían que ganaría el FSLN con más de la mitad de los votos, sin embargo, en la madrugada del día siguiente 26 de febrero el Consejo Supremo Electoral anunció que la Unión Nacional Opositora ganó con el 54 % de los votos (777,522), el FSLN tuvo el 40 % (579,886), el Movimiento de Unidad Revolucionaria (MUR) 1.10 % (16,751) y el resto los otros partidos 1.9 %, o sea 28,816.
Aunque vino un proceso complejo de transición, ese día, oficialmente, cayó la primera dictadura sandinista.

Uruguay 1980
En 1980, la dictadura uruguaya sometió a plebiscito un proyecto constitucional que instauraría una «democracia tutelada» liderada por los militares. Segura de su triunfo, permitió que se vigilara el conteo. El 57.2 % de los uruguayos rechazó el proyecto, explica a través de un hilo de X, Felipe Galli, un politólogo argentino que se dedica a cubrir elecciones en todo el mundo.
La dictadura uruguaya representó uno de los períodos más brutales de su historia. Uruguay llegó a tener el mayor número de presos políticos per cápita del mundo. Se estima que hasta el 20 % de su población fue sometido, en algún momento, a algún tipo de detención arbitraria.
El proceso electoral de 1980 no fue para nada abierto. De hecho, la prensa ni siquiera pudo publicar todo el proyecto constitucional ofrecido, solo extractos. Se sabe que se creaba un Tribunal de Control Político militar que podía disolver partidos y anular elecciones a voluntad.
El plebiscito en sí no tumbó a la dictadura, pero el régimen más tarde tuvo que llamar a elecciones bajo la constitución previa al golpe y permitir la participación de todos los partidos políticos (incluso la izquierda). Recién en marzo de 1985 asumió un gobierno democrático, dice Galli en el texto que se usa para este trabajo, a propósito de las lecciones en Venezuela que se celebran este domingo.

Filipinas 1986
Es históricamente recordado como un febrero de 1986, Ferdinand Marcos era obligado a huir de Filipinas tras masivas manifestaciones en defensa de la victoria electoral de Corazón Aquino, líder opositora y esposa del senador Ninoy Aquino, asesinado en 1983.
Elegido democráticamente en 1965, Marcos fue cooptando poco a poco los poderes públicos y el ejército hasta que finalmente en 1972 (con la excusa de combatir la subversión comunista) declaró la Ley Marcial. Miles de personas fueron desaparecidas y asesinadas bajo su dictadura.
Marcos convocó la elección de 1986 solo cuando, tras el asesinato de Ninoy Aquino en 1983, los grupos de la oposición comenzaron a reorganizarse, abandonar el boicot electoral y movilizarse por todo el país. No obstante, en ningún momento mostró el mínimo interés en retirarse.
Marcos incluso trató de robarse la elección. Llegó a publicar que ganó y asumir el mandato. Un conteo paralelo mostraba la victoria de Aquino, lo que precipitó la «Revolución Popular». El ejército a último momento se puso del lado de los manifestantes y Marcos debió escapar.

Chile 1988
El ejemplo por excelencia que todos conocemos en América Latina. El 5 de octubre de 1988 un 55.99 % votó NO y el dictador Augusto Pinochet (que buscaba extender su mandato otros ocho años hasta marzo de 1997) se vio obligado a retirarse y convocar a elecciones.
“Me toca demasiadas fibras personales resumirte lo que pasó en el Chile de Pinochet”, dice Galli. Se reportaron decenas de miles de detenciones políticas, miles de desaparecidos. Los métodos de tortura empleados por el régimen instalado tras el golpe de 1973 simplemente son inenarrables.
La exitosa campaña del NO (que hasta hoy es empleada de ejemplo en seminarios de marketing político) tuvo un acceso de 15 minutos (solo 15) a los medios de comunicación. Las otras 23 horas con 45 minutos, aun cuando sobre el papel no fuera así, eran exclusivamente para Pinochet.
Aunque se tuvo que ir, Pinochet conservó el control de un montón de resortes de poder y permaneció como jefe del Ejército hasta 1998. “De hecho, el escenario guarda algunas similitudes con lo que tendrán que enfrentar Edmundo González y María Corina Machado si derrotan a Maduro”, apunta el politólogo argentino.

Bakili Muluzi.
Malaui 1994
En 1992, el dictador malauí Hastings Banda enfrentaba disturbios generalizados. Tuvo que convocar a un plebiscito sobre su sistema de partido único. Perdió. En 1994, Banda buscó la reelección (pese a tener 96 años). El opositor Bakili Muluzi le ganó por paliza.
Se lee fácil. La dictadura de Banda duró 30 años en los cuales el más minúsculo error en un control policial podía costarte la vida o hasta peor: un tiempo indeterminado en una cárcel que deja al Helicoide chavista como hotel cinco estrellas. 18,000 es la estimación de muertos.
En la campaña del referéndum de 1993, Banda impidió que la oposición accediera a la radio (con una gran población analfabeta y sin televisión). Se requirió un masivo despliegue de la sociedad civil para convencer a los malauíes de que tenían el derecho de votar en contra.
Hasta el final, Banda hizo todo lo que estuvo a su alcance para impedir la transición. Alentó divisiones entre la oposición exiliada y la interna, lo que provocó que hubiera dos candidatos opositores en su contra. Esto no impidió que Muluzi (con mayor aparato interno) le ganara.

Gambia 2016
En diciembre de 2016, casi sin recursos a su favor y con varios militantes detenidos, el casi desconocido Adama Barrow (al frente de una amplia coalición opositora) derrotaba en las urnas al dictador islamista Yahya Jammeh, tras dos décadas en el poder.
Gambia había sido uno de los pocos países africanos que transitó la segunda mitad del siglo XX sin dictaduras. Todo eso cambió cuando Jammeh encabezó un golpe en 1994 y sumió a su país en 23 años de dolor, oscurantismo, extremismo religioso y empobrecimiento masivo.
La Gambia de Jammeh estaba en el top 5 de países menos desarrollados de la Tierra. El tipo dirigía cacerías de brujas y lanzó un programa para curar el VIH con hierbas con nefastos resultados. En su campaña de 2016 declaró que «Si Alá lo permite, gobernaré mil millones de años».
Adama Barrow (un simple exguardia de seguridad) suplantaba al proscripto líder de la oposición Ousainou Darboe (muy como «Edmundo pa’ todo el Mundo» fue «No Drama, Adama»). Jammeh no quiso reconocer el resultado, fue necesaria la intervención militar de la CEDEAO para obligarlo.