Román “Chocolatito” González luce seguro, sonriente, disfrutando cada segundo de todas las actividades de esta semana de cara a su combate, el 12 de julio, frente a Rober “Huracán” Barrera, porque la pelea es en Nicaragua, un ingrediente especial que ha afirmado el propio tetracampeón del mundo. Su peso anda en 115.8 libras y el semblante que refleja su rostro es como si hubiera rejuvenecido hasta diez años.
Por lo tanto, es una prueba fehaciente de la exigente preparación que realizó en Coachella, California dirigida por su entrenador, Marcos Caballero. “En la pelea se verá a un Román González con hambre de ganar, generando muchas combinaciones de golpes, porque este combate es muy importante y va a dejar todo en el cuadrilátero. Está el valor agregado que es Nicaragua y él quiere darle un triunfo al pueblo nicaragüense”, explicó Marcos Caballero.
“Román está bien preparado para esta pelea, este campamento ha sido largo. Hasta con un año de anticipación. Se dividió en dos fases, se detuvo, pero luego se retomaron las acciones y cuando retornó mantuvo su ritmo, buscamos un guanteo que tratará de simular al de Rober Barrera”, dijo Marcos Caballero.
Chocolatito realizó jornadas de sparring con Jesse “Bam” Rodríguez, verdugo de Juan Francisco “Gallo” Estrada por nocaut. “El sparring con “Chocolatito” fue muy competitivo, no puedo decir una guerra, porque ninguno de los dos estaba buscando noquear al otro. Sin embargo, este sparring entre ellos fue muy técnico, muy inteligente por parte de cada lado”, manifestó Robert García, entrenador de Jesse “Bam” Rodríguez.
“Un sparring de mucha experiencia de parte de Román González y Jesse queriendo aprender, fue muy parejo. Yo puedo decir que este entrenamiento con “Chocolatito, estuvo mucho más difícil que la pelea contra Juan Francisco “Gallo” Estrada” expresó Robert García.Román “Chocolatito” González no ha peleado desde hace 19 meses, sin embargo, la ética de trabajo que ha mostrado en toda su carrera y para este combate del 12 de julio frente a Rober Barrera lo hacen lucir seguro, acompañado de un semblante en su rostro como si ha rejuvenecido diez años.