El lunes 8 de abril el régimen aprobó por medio de su Asamblea Nacional una “Ley que declara Abril mes de la paz”. Es la tercera vez en los últimos tres años que legisla sobre el significado de abril.
La primera ley que aprobó el régimen sobre la significación nacional de este histórico mes fue el decreto del 6 de enero de 2021, que instituyó el 19 de abril como “Día Nacional del Deportista Nicaragüense”, supuestamente en memoria del boxeador Alexis Argüello.
Dos años después, en 2023, aprobó la “Ley que Declara el 19 de Abril Día Nacional de la Paz” y ahora ha venido a dictar, con carácter de urgencia, una nueva ley para establecer que todo abril es “el mes de la paz”.
LA PRENSA informó que con estas legislaciones el régimen quiere “cambiar el significado del mes de abril para los nicaragüenses”, de acuerdo con las declaraciones de algunos familiares de las víctimas de la represión gubernamental de 2018, así como de comentaristas opositores que han opinado que el régimen pretende borrar de la memoria de los nicaragüenses el verdadero significado de abril y darle otro sentido, falso, a los hechos ocurridos en aquella fecha histórica.
En realidad la historia siempre tiene dos caras cuando se refiere a acontecimientos como los de abril de 2018 en Nicaragua. De manera que sobre las causas y consecuencias de lo ocurrido en abril de aquel año hay dos interpretaciones y versiones, de acuerdo con los intereses y el modo de ver las cosas de cada una de las partes que en ellos intervinieron.
Aparte de que —parafraseando a Guillermo Cabanellas— la historia en general es la narración de los hechos del pasado que la pasión ideológica y política desvirtúa, tratándose de grandes conflictos como el de abril de 2018 los vencedores y los vencidos no tienen ni pueden tener la misma interpretación ni una narrativa común de lo ocurrido.
De manera que es entendible que el régimen haga su propio relato, ajustado a sus intereses y en particular al de justificar su actuación represiva desmesurada durante aquella rebelión popular espontánea que califica como “intento de golpe de Estado”. Y es comprensible también que las personas que se rebelaron y las víctimas de la represión de 2018 y años siguientes, tengan su respectiva apreciación de aquellos hechos históricos en los que fueron protagonistas y víctimas.
Se dice que la historia en su sentido estricto es el relato ordenado de los hechos humanos acontecidos. Pero como escribió George Orwell en 1944 en una revista británica de la que era columnista, “la historia la escriben los vencedores”. Lo cual es cierto solo relativamente, porque los vencidos siempre se las ingenian para dar a conocer su propia verdad histórica.
Al respecto la escritora española Carla Montero ha dicho que aunque “la historia la escriben los vencedores… el paso del tiempo también da voz a los vencidos”. Lo dijo refiriéndose a los hechos de la Guerra Civil de España, de los cuales hubo una historia oficial, franquista, pero igualmente se conoció la versión histórica contada por los republicanos vencidos.
Abril de 2018 aún está muy fresco en la memoria de los nicaragüenses. Es una herida profunda en el alma de la nación que sangra todavía y necesitará mucho tiempo para cicatrizar. Tiempo para que se pueda escribir y narrar una historia objetiva y fidedigna de aquellos acontecimientos que, aunque no pudieron cambiar la historia del país, transformaron la conciencia de los nicaragüenses de uno y otro bando.
Todo lo que se está diciendo y escribiendo ahora, hasta los relatos oficiales del régimen, servirán para escribir la historia objetiva y veraz que cuente las cosas de abril de 2018 como realmente fueron. Entre tanto, las víctimas que murieron y las que sobrevivieron siguen y seguirán clamando al cielo por justicia, no solo la divina sino también la terrenal.