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Erick Lezama, el primer árbitro nicaragüense en la MLS. LA PRENSA/E.RODRIGUEZ

¡Exclusiva! Erick Lezama, el primer árbitro nicaragüense en la MLS, se confiesa con LA PRENSA

Este es el escabroso camino del nica hacia la Major League Soccer, la liga máximo nivel del futbol estadounidense

Erick Lezama se mueve ahora por aeropuertos, hoteles cinco estrellas y escenarios de nivel mundial. Sin embargo, hasta hace unos pocos años, hacía cuentas con cuidado para que su salario le ajustara para pagar el hospedaje en el cual se quedaba en Jalapa, se movía en bus y en muchas ocasiones trabajó en canchas más parecidas a un potrero que a un estadio.

No obstante, para realizar semejante cambio ha tenido un prolongado y sacrificado proceso. El espigado capitalino de 31 años, que parece más un jugador de beisbol que un oficial del futbol, es el primer nicaragüense que trabaja como árbitro en la Major League Soccer y a pesar de que da sus primeros pasos, lo ha hecho tan bien que su futuro es prometedor.

“La verdad es que estoy agradecido con Dios por esta oportunidad, pero también por todo lo que he pasado para llegar hasta aquí. Sé que tengo mucho que aprender y que mi logro apenas comienza a notarse, pero tengo fe en Dios que siempre ha puesto gente a través del camino para ayudarme y para sostenerme”, señala Lezama con emoción en su voz.

Lezama solo ha trabajado en tres partidos de la MLS, pero lo ha hecho tan bien que tiene buenos reportes de su labor y nuevas asignaciones. Hace dos fines de semana estaba en Nueva York. Luego viajó a Seattle y después a Houston. Ahora se marcha a su residencia a Maryland, mientras le comunican cuál será su próxima parada para impartir justicia.

¿Cómo se dio tu pasión por el arbitraje?

En realidad, nunca tuve pasión por este trabajo. Jamás imaginé que un día sería árbitro. Mi sueño de niño era jugar beisbol. Nací en el barrio San Luis, detrás del estadio. Así que era natural mi deseo de jugar beisbol. Era jardinero. Pero en la escuela jugaba futbol y empecé a destacarme y me llamaron a la preselección nacional juvenil y viajaba a entrenar a la escuela de talento en Diriamba. Ser árbitro jamás se me cruzó por la mente.

¿Y entonces cómo llegás ahí?

Un día pasé por la Fenifut donde daban unos viáticos a los preseleccionados que nos servían para pagar el pasaje hacia Diriamba y me encontré a don Douglas Lechado, de la comisión de disciplina de la Fenifut, amigo de mi papá, que conversaba con otro señor que luego supe que se llamaba Donald Campos, que es el responsable de los árbitros en Nicaragua. Y Campos preguntó: ¿y este chavalo quién es? Don Douglas respondió: es el hijo de un amigo mío. Juega futbol.

¿Y qué sucedió después?

Campos preguntó de nuevo, ¿y no querrá ser árbitro? ¡Tiene el prototipo! Entonces yo fui quien respondió: ‘no, no. Lo mío es jugar, eso de ser árbitro no me llama la atención’. Sin embargo, Campos insistió: ‘ahí hay oportunidades de superación y se gana buen dinero’. La verdad eso no me interesaba, pero le puse atención y por educación le dije: ahí voy a llegar un día pues para aprender a arbitrar, pero le mentí. Nunca llegué. Sin embargo, para un mes de diciembre Lechado llegó a mi casa y le dijo a mi papá que yo era irresponsable, que me habían quedado esperando para aprender a arbitrar y que no había llegado.

¿Y tus papás que dijeron?

Me dijeron que, si había dicho que llegaría, que debía ir porque había dado mi palabra. Y fui por educación, sin ningún interés. Sin embargo, noté algo que cuando iba a entrenar con ellos, con los árbitros, me sentía mejor físicamente a la hora de mis partidos como jugador. Y quizá hasta sin proponérmelo, fui aprendiendo de las reglas y le fui cogiendo el sabor al asunto, que cuando me percaté, me nombraron árbitro asistente para un juego de veteranos en el Cranshaw y así poco a poco fui progresando hasta tener mi oportunidad en Primera División en y luego pasé cursos de la Concacaf y de la FIFA.

Para entonces, ¿ya habías renunciado a jugar?

No. Yo seguí jugando y hasta fui a entrenar al América, pero como ese año descendió a Segunda División, muchas cosas cambiaron y no hice el equipo. Así que me concentré en arbitrar. Sin embargo, luego me retiré del arbitraje durante un año porque mi esposa en esa época me dijo que no pasaba tiempo con ella y yo estaba enamorado, así que me retiré y tenía mi dinerito, porque, además, me defendía como barbero. Pero ya sentía nostalgia por el arbitraje y decidí volver. Al inicio no fui muy bien recibido porque había molestia en los dirigentes porque me había ido, pero luego todo se superó. Siempre me gustó la unidad y el apoyo que vi entre los árbitros. Todos me animaban mucho.

¿Y cuándo te marchás a Estados Unidos?

En 2022. Habían pasado algunas cosas que no me gustaron. Un día trabajé en un partido y cuando salí del juego me habían destruido mi carrito en Chinandega. Yo metí mi demanda ante la comisión de la Fenifut y gané el caso, es decir, el equipo de casa tenía que garantizarme la seguridad y protección. Sin embargo, el equipo apeló y ganó la apelación. Eso me desagradó y entonces, me dije, me voy a ir en busca de otras oportunidades y me moví a Miami. Trabajé en la construcción y de vez en cuando arbitraba en ligas recreativas, amateurs, los fines de semana. Un día me cayó una pared en la pierna y me fracturó. Me hicieron 60 puntadas. Pensé que no podría volver a arbitrar, pero me recuperé.

¿Cómo se da el nexo para arbitrar profesionalmente?

Un día trabajando en un partido así de una liga sencilla, me vio un instructor de árbitros profesionales. Yo no sabía que estaba ahí y me felicitó por mi trabajo, me dijo que lo hacía muy bien. Y le dije: yo soy árbitro profesional. Y él dijo, ‘con razón. Lo hacés muy bien’ y me dio su número de teléfono. Hablé mucho con él y dio muchos consejos. Me dio las indicaciones para inscribirme en la asociación de árbitros de EE.UU. y además me habló de un evento en Arizona, en el que podía participar, pero yo debía pagar mi boleto de avión y mi hospedaje. Y así lo hice. La inversión dio resultado porque después de ese evento, me dieron la oportunidad en la liga de las academias de los equipos de la MLS y ahora se me ha brindado este chance aquí, gracias a Dios.

Ahora, ¿qué viene?

Seguir aprendido, mejorando. Tratando de hacer el mejor trabajo posible para ir ampliando las oportunidades y para que cuando regresen los árbitros de la MLS que están en huelga, lo dejan a uno trabajando todavía por la buena labor que haya hecho. Este es otro nivel en el juego, los escenarios y el nivel de exigencia, pero se puede salir adelante. Incluso, hace poco dejé la construcción. Además, quisiera que mis colegas de Nicaragua vieran que cuando se lucha se pueden lograr los sueños. Ya hay otro nica en la MLS (Wilmer Pino) y sé que muchos más lo pueden hacer. 

Deportes Futbol NIcaragua archivo

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