No quería matricularse en la Universidad Nacional Casimiro Sotelo porque extrañaba a la Universidad Centroamericana (UCA), su casa de estudios durante tres años, pero finalmente decidió hacerlo porque solo le falta un año para obtener su título de licenciada en Comunicación Social. Nunca imaginó que después de unos días de clase la expulsarían por no haber votado en las últimas elecciones fraudulentas convocadas por el Consejo Supremo Electoral.
Le sucedió a Evangelina Serrano (nombre ficticio), de 20 años, de una comarca de Nueva Segovia, cercana a la frontera con Honduras. “No lo puedo creer. No quería entrar a la Casimiro por su partidismo, por eso la pensé muchísimo, pero en mi cabeza jamás se me cruzó que pudieran hacer algo tan descabellado, quizás porque para ello tenía que ser una vidente”.
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A las autoridades universitarias de la Casimiro Sotelo, subordinadas a la pareja presidencial y al FSLN, no les importó que la joven Evangelina fuera una estudiante de excelencia académica con una calificación promedio de 98.87. Al registrar su vida, encontraron su abstencionismo electoral, por lo que la calificaron de “golpista”.
Control social
La joven, que en su adolescencia iba a comprar tortillas al otro lado de la frontera, no sabe si a otros estudiantes les han aplicado tan insólita sanción, “pero supongo que no soy la única, que hay más tipificados como “golpistas” por no votar, pero que prefieren callar quizás para evitar problemas a sus familiares”, dijo.
Por lo que le hicieron, Evangelina cree que los aparatos de seguridad del régimen han estado recolectando, centralizando y procesando la información en manos de todas las instituciones del Estado “para ejercer un brutal control social.”
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La mamá de la joven comentó que a su hija “le han violado los derechos humanos”.
“No votar es un derecho igual que votar, así que es una medida injusta, sin base legal, para perjudicarla. Me imagino porque ella participó en algunas marchas del año 2018”, agregó.