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Sí se puede la unidad política

Más que el impacto político de María Corina Machado en Venezuela al ganar las primarias el pasado domingo 22 de octubre de 2023, en una intentona cívica aun agrietada para salir del régimen narcocomunista de Nicolás Maduro, para Nicaragua es más aleccionadora la lectura de Argentina, en donde Javier Milei, quien se medirá con el candidato del peronismo en el balotaje, ya ha recibido el apoyo de Patricia Bullrich para esa segunda ronda electoral, demostrando así un gran paso en la unidad política de la derecha en ese país para iniciar una nueva etapa  sin la “casta” y  por la libertad. Lo que posteriormente ha hecho el expresidente Macri.

Ese gesto luego de una rivalidad marcada por acusaciones hasta degradantes entre Milei, ese mechudo que jamás se ha pasado un peine por su cabeza pero que ha puesto a temblar al tradicionalismo político asistencialista de izquierda así como a las desgastadas izquierdas teóricas universitarias herederas nefastas del marxismo cultural internacional, y Bullrich, una mujer de armas tomar y decidida a que también se dé un cambio en la Argentina, evidencia que sí es posible en aras de articular un proyecto de nación, hacer las paces y trabajar en unidad para encauzar primero la victoria electoral y luego emprender una era de cambios.

De más está decir que esa nación sudamericana fue potencia mundial en el primer quinquenio del siglo XX, primera exportadora de carne a nivel mundial así como en otros rubros, sin embargo, al igual que Cuba e incluso que la misma Nicaragua, cayó en desgracia económica cuando el populismo asumió el poder —en el país gaucho, primero, y en los otros casos  cuando las guerrillas marxistas leninistas por medio de la violencia llegaron a gobernar—.

El candidato de la izquierda, el “superministro” Sergio Massa y el libertario Milei se disputarán la Presidencia, no obstante y salvo una subversión, una trampa, un crimen o un fraude electoral (como según parece también se dio en estas recién pasadas elecciones), evitarían el triunfo de la derecha, con el cual, le llegará el turno al nuevo mandatario de probar si es posible transformar decenios de peronismo corrupto e izquierdista en una gerencia pública dominada sobre todo por la visión de un gobierno limitado, reducido, con el cierre de ciertas  políticas asistenciales, con estrategias fiscales agresivas como el cierre del Banco Central (¿será posible esto también en Nicaragua cuando haya una nueva administración alejada del sandinismo?), más la aplicación de otras políticas que exuden los enquistados pliegues gubernamentales de corrupción y lastres del kirchnerismo.

La oposición a Daniel Ortega en Nicaragua debe mirar con buenos ojos ese lazo de unión entre Milei, Bullrich y Macri, sobre todo partiendo del hecho de que apenas empieza a organizarse una oposición interna liberal y democrática, muy distante de la llamada “oposición de la sociedad civil”, buena para nada hasta el día de hoy, pero rescatable en gran medida algunos de sus representantes, para el  momento de consolidarse dicha unidad política interna.

Por cierto, en una de esas interminables cadenas de WhatsApp en las que los comandos  virtuales de nicaragüenses opositores no paran, leí uno de estos días que al margen de todo el esfuerzo de lucha que se haga, deberá surgir el liderazgo opositor dentro de Nicaragua. No sé de parte de quiénes vino ese comentario, pues las tropas del ciberespacio tienen más numerarios que las viejas legiones romanas, pero representa en sí un hecho valioso que se empiece a reconocer que la fuerza vanguardia opositora surja dentro del país.

Mucho se ha cuestionado a la ya citada sociedad civil opositora del exilio, es cierto, pero esta en su momento deberá desprenderse de sus utopías presidencialistas y de personalismos, pues por mucha corrupción y antivalores que se muestran en la clase política, al día de hoy no existe nada ni nadie que suplante a quienes ejercen la política desde otras esferas en acción, y en este caso con renovados liderazgos. Ese es el gran error que han cometido dichos opositores cívicos quienes, mientras continúen desde esos escenarios supuestamente combatiendo al régimen de Managua, seguirán hundiéndose más en sus fracasos.

El ejemplo está dado, con los comicios argentinos, y aunque han desatado verdaderas tormentas políticas a lo interno de la derecha es una realidad contundente que dicha unidad dará el triunfo a Milei.  

Mientras, veremos con ansias qué sucederá en Venezuela. Usando una frase del libertador José de San Martin, Bullrich justificó su espaldarazo al candidato libertario: “Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”. Dicho mensaje fue contundente ante el peligro del  kirchnerismo populista y sus socios del Grupo de Puebla y del G2 cubano, quienes harán lo imposible por no permitir este triunfo, habiendo ella hecho lo correcto, expresando además que ambos, con Milei, se perdonaron mutuamente.  

En Nicaragua hay muchas heridas, mucha sangre derramada, muchos sectores frívolos, que van por ejemplo desde un empresariado indolente y acalambrado ahora hasta un sector amplio de la ciudadanía que espera cambios pero que no hace nada para que el cambio se dé. Sin embargo, una auténtica oposición política a la cabeza deberá también saber perdonar errores, enmendar nuevas estrategias conjugadas en las que prevalezcan  esperanzas mezcladas con actitudes accionarias, para el porvenir de libertad y democracia que necesita Nicaragua.

El autor es escritor y periodista nicaragüense exiliado en Estados Unidos. Preside el partido OPA de derecha liberoconservadora clásica.

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