Antes de evocar las Fiestas Patrias quiero referirme brevemente, al discurso pronunciado por el jefe del Ejército, general Julio César Avilés, el pasado 4 de septiembre.
Es verdaderamente lamentable, que a la institución castrense que en el gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro se hicieron grandes esfuerzos por profesionalizarlo, haya caído tan bajo, hasta el punto de convertirlo prácticamente en un ejército de ocupación, al servicio de los intereses de la Federación Rusa de Putin en el campo internacional y de la dictadura de los Ortega-Murillo en el ámbito nacional.
El general Avilés y el corrupto círculo militar que lo rodea saben perfectamente que el pueblo de Nicaragua, si bien no estaba contento con mantener un ejército que nos cuesta ya más de 100 millones de dólares anuales, lo toleraba, porque se le había vendido la idea de que por los conflictos limítrofes que tenemos, era necesario para mantener la integridad nacional. Muchos se preguntaban: ¿Cuántas escuelas, cuántos centros de salud, cuántas viviendas para los más necesitados, se habrían construido con todo ese dinero que sale de las arcas públicas?
En mi concepto y en el de muchos, craso error es el que está cometiendo el jefe del Ejército y su estado mayor, porque con su discurso almibarado y servil, solo para garantizarse 5 años más al frente de la institución, lo que está haciendo es firmar la sentencia de muerte de un ejército, que debería de estar al servicio de los intereses de todo un pueblo y no solo de una familia y sus allegados.
La historia reciente demuestra que en Centroamérica las dictaduras caen y que los militares en su estampida, unos buscarán refugio en Miami como los somocistas y otros, supongo, se irán a Cuba o Venezuela. Francamente que es una lástima que por la codicia insaciable de unos pocos, se eche a perder el futuro de una generación de militares jóvenes, por culpa de los que el autor de El Hombre Mediocre, José Ingenieros, califica de “hueste mercenaria del primer hombre firme que sepa uncirlos a su yugo”.
Uno de nuestros héroes nacionales que prácticamente dedicó toda su vida a luchar por nuestra patria, lo fue sin duda alguna, el general José Dolores Estrada (1792-1869) quien nació en Nandaime, y dirigió a los patriotas que derrotaron a los filibusteros de William Walker, en la gloriosa batalla de San Jacinto, el 14 de septiembre de 1856.
En dicha fecha a las 7:00 de la mañana comenzó el histórico combate. A las 9:00 ya estaban en lucha de cuerpo a cuerpo. Algunos patriotas nicaragüenses usaron piedras, por falta de municiones, como lo había hecho Andrés Castro horas antes. Ya al atardecer, al grito de ¡Viva Nicaragua! de los nicaragüenses, los filibusteros huyeron hacia la Hacienda San Ildefonso, cerca de Tipitapa. En el combate murió el jefe de los invasores, Byron Cole.
En 1862 se iniciaron las protestas del pueblo por las pretensiones reeleccionistas de Tomás Martínez. El general Estrada, que además de héroe nacional es considerado como un auténtico demócrata, se opuso rotundamente a tales pretensiones. Por veredas desde Ometepe tuvo que marcharse hacia el exilio en Costa Rica, donde permaneció 4 años en Liberia, sufriendo toda clase de calamidades. El dictador Tomás Martínez lo declaró “traidor a la patria” y lo despojó de su rango de general, que dignamente había alcanzado. Era agricultor, católico y nunca se casó. Regresó a Nicaragua en 1869 y falleció en Managua el 12 de agosto de ese mismo año, siendo sepultado en el templo parroquial con todos los honores correspondientes a su alto rango.
¡Qué diferencia entre el comportamiento del actual Ejército de Nicaragua y el que dirigió el héroe nacional, José Dolores Estrada! Mientras la actual cúpula militar del Ejército se prosterna vergonzosamente ante la dictadura de los Ortega-Murillo y participan de la corrupción que apesta todo lo que los rodea, el ejército libertador del general José Dolores Estrada, fiel a los más elevados principios, erguidos y dignos, se presentaron ante el altar de la patria, para entregarle como homenaje la bandera azul y blanco, libre de la intervención extranjera.
¡Honor y gloria para el general José Dolores Estrada! ¡Viva Nicaragua libre!
El autor es periodista y Secretario General de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE)