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La cultura de la cancelación

El laureado escritor peruano español, Mario Vargas Llosa, criticó a fondo esta semana la llamada cultura de la cancelación.

 Al inaugurar el jueves 25 de mayo la V Bienal de Literatura que lleva su nombre y se celebra en Guadalajara, México, Vargas Llosa expresó: “No solo los autoritarismos y guerras imperialistas amenazan la libertad y la cultura; también (lo hace) la deformación académica de la cultura de la cancelación, esa especie de dictadura del pensamiento único que impide en la universidad, los medios  y las redes sociales el libre intercambio de ideas en nombre de la corrección política y el fanatismo identitario”.

 La cultura de la cancelación es el  fenómeno social en el cual una persona o grupo es atacado públicamente, generalmente de manera feroz y despiadada, solo porque expresa sus propias ideas. Quienes la practican —que son muchos— le niegan a los demás el derecho y la oportunidad de expresarse libremente, sea porque consideran que sus ideas son inaceptables o solo por el afán de imponer sus propias opiniones como las únicas valederas.

 La cultura de la cancelación es dañina para la libertad y la democracia, por lo que Vargas Llosa llamó esta semana en Guadalajara a rechazarla y defender la libertad de expresión y el libre debate de las ideas en todos los ámbitos donde se manifiestan o deben manifestarse: político, social, académico, literario, artístico, etc.

 Vargas Llosa señaló que la cultura de la cancelación “ejerce la censura contra el pensamiento y la cultura contemporánea”. También “pretende abolir el pasado… suprimiendo las expresiones culturales que forman parte del legado de la civilización desde hace siglos”.

 Guillermo A. Tenorio Cueto, director de la Escuela de Gobierno y Economía de la Universidad Panamericana, de México, recordó en un artículo de opinión divulgado en febrero de 2022 que dos años antes,  la famosa revista estadounidense Harper´s Magazine publicó una carta colectiva de centenares de intelectuales contra la cultura de la cancelación. Ellos denunciaron “los efectos nocivos de esta práctica generalizada en casi todas las redes sociales y redes de opinión la cual atenta directamente contra la libertad de expresión y el libre flujo de ideas e información en las democracias contemporáneas”.

 El académico mexicano indicó que “el costo de la cultura de la cancelación es devastador para el debate, la crítica, las posiciones contrarias y para la democracia, pues condena al silencio, el cual va ganando espacio permitiendo que solo una voz se oiga y se imponga: la de los neo-intolerantes”.

Cabe señalar que la cultura de la cancelación se comenzó a practicar desde el poder, en la Unión Soviética estalinista y Alemania nazi en los años 30 del siglo pasado. Pero en la actualidad se ha desbordado mundialmente por el auge de las redes sociales y los medios de comunicación sin criterio ético y profesional.

La cultura de la cancelación se practica fuertemente en el ámbito de la política nicaragüense —sobre todo en el exilio y la diáspora—, tanto en las redes sociales como algunos medios de comunicación formales, que lamentablemente se prestan a ese juego perverso que impide toda posibilidad de comprensión, entendimiento y acción común entre quienes aspiran a una  Nicaragua mejor.

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