Aunque han pasado 42 años desde que Alfredo Medina redefinió los límites de la resistencia monticular en el beisbol nacional, al extremo de ser considerado un “Robot”, el brillo de su hazaña continúa intacto. Sus cifras han lucido siempre fuera del alcance y más aún en esta etapa de la especialización del pitcheo.
Fue en 1981 cuando Medina saltó a la inmortalidad al completar cada uno de los 27 juegos que inició para los Tiburones de Granada. Aquel año, el nandaimeño acumuló 251 innings lanzados y ambos registros persisten hoy día como récords nacionales. Alfredo tuvo 17-9 y 1.86 en un alarde de dominio desde el montículo.
Medina fue líder en victorias, empatado con el Durley Downs de la Costa Atlántica, quien tuvo 17-7 y 1.86. Los líderes en efectividad aquel año fueron Adolfo Álvarez del Frente Sur y Delrin Downs, de la Costa, empatados con 1.49, mientras que el chinandegano César Monge lideró a los ponchadores con 157 “fusilados”.
Aquel comportamiento no fue inusual para un tirador que como novato un año antes tuvo 10-6 y 1.56 en 130 episodios, mientras completaba 15 partidos, uno cifra que ni de forma colectiva se consigue en los equipos de la actualidad, muchos menos los 27 que son la vara a través de la cual se mide la resistencia de los tiradores.
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Además de completar cada juego que inició, Medina hizo cuatro relevos, lanzó un partido de 13 episodios y en una ocasión sobrevivió a un primer inning de cinco carreras contra los Industriales y terminó ganando el desafío. La mayoría de sus siete derrotas aquel año fueron con marcadores estrechos, lo que habla de su nivel.
Y quizá lo más lamentable, es que Julio Blanco Herrera, el scout que junto a Ray Pointevint firmó a Dennis Martínez y Antonio Chévez para los Orioles, vino a buscar a Medina para firmarlo para Milwaukee, pero el espigado derecho no fue localizado en Nandaime, solo para descubrir después que estaba en el matadero.
“No sé qué pudo haber pasado si me han firmado, pero cuando se supo que me buscó ese scout, yo estaba bien de mi brazo, tenía 22 años y me sentía realmente fuerte, con buena velocidad. Y como estaba en el matadero de Nandaime, no me encontraron y se fue”, recuerda con pesar en sus palabras el “Robot” Medina.
La proeza, sin embargo, afectaría el resto de su carrera. La opinión generalizada, fue que Heberto Portobanco, mánager de los Tiburones, abusó del brazo de Medina aquel año, pero para Alfredo su brazo nunca se fatigó. No obstante, en 1982 cuando fue tomado de refuerzo por el Frente Sur se lesionó y entonces todo se complicó.
Un año después quedó fuera de los Tiburones y sus récords en el Bóer en las tres campañas siguientes indicaban que su brazo estaba averiado: 5-7 y 3.33 en 1983; 2-8 y 4.03 en 1984 y 3-7 y 2.93 en 1985. Sin embargo, en 1986, Medina registró 9-6 y 2.71 con los Indios, para saltar después a 9-2 y 1.70 y empujó al Bóer a la Final.
El último gran año de Medina fue 1991, cuando siempre al servicio del Bóer registró marca de 12-5 y 2.11, más 12 salvamentos en 132.1 innings. Y tras un paso por el San Fernando y un regreso al Granada, se retiró en 1993 con balance de 94-82 y 2.73 en 1,356.1 episodios, más 20 partidos salvados ya en el cierre de su carrera.
¿Aquel gran trabajo de 1981 acabó con Medina? Quizá. No estaría tan seguro. Alfredo fue capaz de ganar 66 de sus 94 juegos después de establecer su hazaña, que lejos de perder brillo, parece volverse más rutilante con el pasar del tiempo. Ya han pasado 42 años desde el año del “Robot” y sus cifras siguen intactas.
Fue en 1981 cuando Alfredo Medina se convirtió en el “Robot”, un apodo que le fue puesto por el maestro Edgar Tijerino.