El 11 de septiembre de 2022 fue un día histórico para el beisbol nicaragüense: Mark Vientos se convirtió en el jugador número 17 del país en aterrizar en las Grandes Ligas. De él se conocía muy poco, más allá de las conversaciones del mánager Marvin Benard con el jugador para representar a Nicaragua en el Preclásico y luego el Clásico Mundial. Luego, el periodismo nicaragüense tuvo la oportunidad de conocerlo en el partido de preparación entre Nicaragua y los Mets de Nueva York en Port. St. Lucie. “Tengo el corazón dividido al igual que el de mi mamá”, me dijo en esa ocasión porque no podía representar a Nicaragua debido a que peleaba un puesto para hacer el equipo de Grandes Ligas. “Espero que me disculpen y poder representar a Nicaragua en el siguiente Clásico”, me reafirmó el muchacho de forma genuina.
Vientos me dejó la impresión de ser un joven muy educado al igual que Alex Blandino, lleno de optimismo, colmado de ambición por dejar una huella en el beisbol y muy preocupado por representar a Nicaragua. Viento es el ejemplo de muchos nicaragüenses que abandonan el país por diferentes motivos y sus hijos crecen fuera de su tierra, pero en el fondo se desarrollan con las raíces gracias a transferencias culturales de padre a hijos. Me comentó que es amante al gallo pinto y adora la fritanga, pero más allá de eso, me pareció interesante el hecho de saludar a los jugadores de la Selección Nacional y sus reiteradas disculpas, en el fondo se veía su compromiso.
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Pero el ruido que ha generado Vientos no solo ha sido de su madero, sino también de fanáticos extremistas que creen tener el poder de decisión o la varita mágica de designar quién es y quién no es nicaragüense. Me resulta cómico el hecho que tipos se indignen por un acontecimiento como este. Y retrocediendo en la historia, una parte de los fanáticos del deporte nicaragüense ha tenido esta enfermedad por décadas. Cuando Marvin Benard debutó en Grandes Ligas surgió el mismo debate solo por haberse desarrollado en Estados Unidos, ni Dennis Martínez, el mejor de todos los tiempos, se salvó de este estúpido suceso, acusándolo de haber evolucionado en Estados Unidos y por ese motivo era más de allá que de acá; se repitió con Alex Blandino, Randy Caballero en boxeo y ahora se revive con Mark Vientos.
El día de mañana Vientos puede decir que no jugará con Nicaragua y colocarse otra camiseta y eso no lo hará ni menos ni más nicaragüense, es más, Nicaragua tiene muchos nicaragüenses que no merecen serlo y aun así los aguantamos. Con los más de 200 mil pinoleros que han migrado hacia Estados Unidos después de 2018, provocarán que se viva esta situación en la próxima década y, los extremistas volverán a saltar de sus butacas, buscando como atacar con el mismo argumento inútil de siempre: “es que no nació en Nicaragua”.