Esta semana, exactamente el martes 21 de marzo, se celebró el día del padre soltero. Ese día se celebra particularmente en Estados Unidos (EE.UU.) donde se originó, pero por la influencia cultural estadounidense —así como por el valor en sí mismo de la celebración—, se ha extendido a muchos otros países.
La idea de celebrar un día dedicado al padre soltero surgió a principios de 1984. Una mujer estadounidense llamada Janice Moglen, escribió y publicó un artículo enalteciendo a los hombres solos, solteros, abandonados o viudos, que suman a su responsabilidad de padres la que corresponde a la madre ausente en la crianza de los hijos. Y generalmente lo hacen muy bien, esos hombres, aunque deben enfrentar y resolver dificultades muy complejas.
Antes de que se instituyera el día del padre soltero, en EE.UU. existía una organización llamada Padres sin Pareja, que había sido constituida el 21 de marzo de 1957. Janice Moglen colaboraba voluntariamente con esa asociación y conocía de cerca los esfuerzos extraordinarios que hacían los hombres, sin una mujer a su lado, para criar debidamente a sus hijos.
El entonces presidente de EE.UU., Ronald Reagan, conoció la propuesta y los argumentos de la señora Moglen, le gustó la idea y mediante la Proclamación 5166 declaró el 21 de marzo como Día de los Padres Solteros.
Como en los países libres y democráticos todo lo que es de interés público se discute libremente, sobre el día del padre soltero ha habido muchas discusiones con opiniones a favor y en contra. Se dice, por ejemplo, que mejor sería instituir el día de las madres solteras, las que en todo caso son muchas más que los hombres que sin ayuda crían y sacan adelante a sus hijos. Otros dicen que eso no es necesario, que la celebración de las madres solteras está implícita en el Día de las Madres y el Día Internacional de la Mujer.
Pero la maternidad en soltería, sin el apoyo codo a codo de un hombre, esposo o pareja, es una carga particularmente pesada y difícil para las mujeres que se encuentran en esa condición social. Y si hay tantas fechas consagradas a las causas más diversas, pues también se podría o debería instituir el día de la madre soltera.
En todo caso, se trata de honrar a hombres y mujeres —auténticos héroes y heroínas cotidianos y anónimos— que realizan la doble tarea y sufren el doble estrés de criar a los hijos, y lo hacen de la mejor manera posible, como corresponde a la maternidad y la paternidad bien entendidas.
La Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), en colaboración con organizaciones sociales no gubernamentales, dispone de una Guía de Paternidad Activa, en la cual se enfatiza que esa condición consiste básicamente en “promover un vínculo cariñoso, de apego mutuo, de cercanía afectiva con los hijos… (y) compartir con la madre las tareas de cuidado de los hijos y las tareas domésticas”.
Esa es una gran responsabilidad que se duplica para los padres solteros, que deben asumir también las tareas que corresponden a las madres. Y que merecen por eso admiración y respeto.