14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

El ranking de la Gallup: en un mundo patas arriba, hay que leer al revés

El reporte de la firma Gallup, que sitúa a Nicaragua como la sociedad que goza de mayores niveles de “paz” interior en el mundo, causó confusión y revuelo entre los nicaragüenses. Como era de esperarse, los sandinistas lo usaron como evidencia de las bondades del gobierno Ortega-Murillo, en tanto que los antisandinistas lo rechazaron y ridiculizaron. Estas posiciones se hubiesen invertido si el reporte hubiese puesto a Nicaragua en los últimos lugares del ranking de la “paz”: los sandinistas lo hubieran objetado y los antisandinistas lo hubieran elogiado como un fiel retrato de nuestra sociedad.

Propongo que, en vez de atrincherarnos, leamos el estudio de la Gallup con “ojo crítico” para descifrarlo. Más concretamente, propongo que lo leamos “al revés”, para revelar lo que oculta su interpretación oficial. Antes, aclaremos que el estudio científico de los sentimientos está en pañales, aunque desarrollándose velozmente, por el llamado “giro afectivo” en las ciencias sociales y las humanidades, pero, sobre todo, por los aportes de las ciencias cognitivas al conocimiento de la dimensión subjetiva de la vida social. Señalemos, además, que la medición y comparación de los estados anímicos de sociedades enteras implica la imposible tarea de cuantificar fenómenos que, por su naturaleza inmaterial e indeterminada, resisten cualquier encuadre. Por ejemplo, los conceptos que utiliza la Gallup son imprecisos y resbaladizos. Así, la “paz” interior no significa lo mismo para un noruego y un salvadoreño porque ese sentimiento está condicionado por la cultura de una sociedad, su funcionamiento político y económico y muchas otras variables.

¿El ranking de la irresponsabilidad?

Con estas advertencias y aclaraciones, sugiero leer el ranking de la Gallup que nos coloca a la cabeza del mundo en el gozo de la “paz”, como un índice de irresponsabilidad que muestra el atraso de nuestra sociedad. No uso la palabra irresponsabilidad como un insulto o como la designación de una deficiencia ética o moral. Hablo de irresponsabilidad como la imposibilidad de asumir obligaciones sociales, ya sea porque nuestra fe nos dice que Dios es quien controla la historia; o porque hemos aprendido que las decisiones sobre cómo debe funcionar la sociedad es una prerrogativa exclusiva de los poderosos; o porque solo tenemos tiempo y energía para luchar por el próximo plato de frijoles; o porque los poderosos de turno nos tratan mejor que los del pasado, aunque supuren corrupción por los poros.

Más concretamente, hablo de irresponsabilidad en el sentido que Immanuel Kant le daba a esta palabra. Para el filósofo alemán, la responsabilidad implica el poder y la capacidad para responder a los retos de la historia, visualizando y aprovechando sus oportunidades. Esto lo confirma la etimología de la palabra responsabilidad que, de acuerdo a los estudiosos, se deriva de la palabra latina responsabilis, que es el participio pasado de respondere, que significa responder. Esos mismos estudiosos nos recuerdan que la palabra responsabilidad no llegó a implicar obligación hasta finales del siglo XVII, cuando se habían afianzado las ideas del demonizado Nicolás Maquiavelo, precursor del pensamiento moderno y, más concretamente, de la idea de que la diosa Fortuna y los desbarajustes que ella introduce en la historia, pueden y deben ser controlados por una voluntad política informada, o virtù.

Nuestra pragmática y resignada “paz”

La explicación anterior nos permite entender que, en el ranking de la Gallup, países como Suecia, Islandia, Holanda, Noruega, y Finlandia, gocen de menos “paz” interior que países como Nicaragua, Uzbekistán, El Salvador, Panamá, y Honduras. La “paz” del primer grupo de países es menor que la de los del segundo grupo porque la cultura política de los noruegos, para poner un ejemplo, los empuja a aceptar el difícil reto de domesticar la historia de su sociedad, y, en el caso de los noruegos, hasta la del mundo. Por otra parte, nosotros podemos vivir “siempre” en “paz” porque a lo largo de los siglos hemos delegado la responsabilidad de controlar la historia en Dios y el caudillo de turno.

En mi trabajo académico he conceptuado la “paz” a la que hace referencia el ranking de la Gallup, como pragmatismo resignado. Este concepto hace referencia a una forma de pensar y actuar que empuja a los miembros de una sociedad a “atemperarse a las circunstancias” y, por lo tanto, a acomodarse a lo que deciden los que tienen el poder. Una de las raíces que alimenta el pragmatismo es el providencialismo religioso, una visión del mundo que nos empuja a ver la historia como un proceso controlado por un Dios que lo decide todo.

En este sentido, el providencialismo debe verse como el vivero de la irresponsabilidad y del vicio cultural del caudillismo porque nos induce a trasladar a un ser que consideramos superior, la responsabilidad de moldear nuestra historia. Los ciudadanos de los países escandinavos no tienen esa opción porque han aprendido que son ellos, los responsables de controlar su destino individual y social.

Perder la “paz”

En síntesis, el ranking de la Gallup, que nos coloca como los campeones mundiales de la “paz” interior, debe interpretarse como la medida de nuestra irresponsabilidad colectiva y, más concretamente, del sentido de impotencia de una población que ha alcanzado la “paz” a partir de la sumisa aceptación de su realidad. Desde esta perspectiva, la meta de los nicaragüenses debería ser superar el pragmatismo resignado que nos aplasta hasta alcanzar un lugar en la lista de países que no gozan de esa costosísima “tranquilidad”. Esto arranca por cambiar nuestra idea del Dios-caudillo, a quien le “pasamos la pelota” cuando rezamos: “¡Que se haga tu voluntad!”

El autor es profesor retirado del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Western Canadá.

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí