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Los orteguistas purgados, ¿son presos políticos?

El Mecanismo para el Reconocimiento de Personas Presas Políticas de Nicaragua, que le da un riguroso seguimiento a este tema cardinal de la vida nacional, registraba hasta el 30 de noviembre de 2022 un total de 235 ciudadanas y ciudadanos en esa situación. Desde entonces hasta hoy han sido encarceladas más personas por motivos políticos, a los que seguramente el Mecanismo incluirá en su próximo informe

     Entre las personas presas de las últimas semanas hay varias que eran servidoras incluso incondicionales del régimen, sin que se conozca con certeza cuáles han sido los motivos reales por los cuales han caído en desgracia. Circulan distintas versiones sobre eso, pero no hay nada oficial ni verificado.

     Ahora bien, ¿se puede considerar como presos políticos a esas personas que eran obsecuentes servidoras del régimen y ahora están en la cárcel? ¿Será su condición o estatus carcelario igual al de las personas luchadoras por la libertad y la democracia?

     El mencionado Mecanismo para el Reconocimiento de las Personas Presas Políticas define como tales, a aquellas que: 1- Han sido detenidas “en violación de una de las garantías fundamentales consagradas en la Constitución o en el derecho internacional de los derechos humanos en particular. 2- Si la detención ha sido impuesta por razones puramente de persecución política, sin conexión con cualquier delito. 3- Si la detención es prolongada como resultado de motivación política. 4- Aplicación desigual de la ley, fundada motivación política. 5. Manifiesta violación del debido proceso, relacionada con motivación política”.

     De acuerdo con estos criterios de identificación, que se corresponden con las normas internacionales de derechos humanos, las personas que formaban parte del régimen y ahora están en la cárcel, pueden o deben ser consideradas  también presos políticos. Aunque, por supuesto son de una condición completamente distinta a la de los luchadores por la libertad y la democracia, así como de las víctimas colaterales de la represión por esa misma causa.

     Es un tema abierto al debate. Se podría decir que los presos que eran funcionarios o partidarios del régimen son víctimas de las purgas características de los sistemas totalitarios y autoritarios de poder estatal.

     Según la Enciclopedia de la Política, la purga “es una depuración que suele hacerse en los gobiernos y en los partidos políticos de corte autoritario para mantener la ‘pureza ideológica’ y la ‘disciplina’, mediante la separación violenta de elementos a quienes la dirigencia no considera ‘puros’ u ‘ortodoxos’”.

Agrega que “la purga puede significar, en su menor grado, una suerte de ‘muerte civil’, esto es, de inexistencia de una persona para los fines del Estado o del partido, pero puede llegar también, como ocurrió en las purgas estalinistas, hasta la pena de muerte”.

Las purgas políticas se han practicado a lo largo de la historia, pero las peores han sido las de los regímenes nazi y comunista estalinista en el siglo 20. En la antigua Unión Soviética fueron institucionalizadas por Vladímir Lenin en el VIII Congreso del Partido Bolchevique. Después Stalin hizo de las purgas un metódico programa de despiadados y espantosos crímenes políticos, que dejó decenas de miles de muertos casi todos  miembros del partido comunista y del aparato estatal.

En su situación de desgracia, los purgados del régimen sufren básicamente lo mismo que los presos políticos luchadores por la libertad. Merecen la compasión, pero seguramente ocupan un lugar diferenciado en la conciencia democrática nacional.

Todos están en la misma cárcel, pero no son lo mismo. Juntos, pero no revueltos, como reza el muy conocido dicho popular.

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