LA PRENSA dio a conocer este lunes 14 de noviembre la información de que el 44.9 por ciento de los nicaragüenses son católicos, y 39.8 por ciento, protestantes. Las cifras son de la encuesta de CID-Gallup realizada entre septiembre y octubre recién pasados.
Estos datos son casi iguales a los de una encuesta oficialista que fueron conocidos en febrero del presente año, de que el 44.3 por ciento de los nicaragüenses son católicos, y el 38.1 por ciento evangélicos.
Para tener un mejor conocimiento de la afiliación religiosa de los nicaragüenses habría que hacer un censo nacional, que no se base en lo que dice un pequeño porcentaje representativo, sino toda la población. El último censo poblacional fue el de 2005, el cual reveló que en una población de 4,537,200 personas, 2,652,985 eran católicas y 981,795, evangélicas.
Por su parte, la publicación católica Consolata América informó en su oportunidad sobre las últimas estadísticas de la Santa Sede de la Iglesia católica, acerca de que de los 6,071,000 habitantes que tenía Nicaragua cuando se registraron estos datos, 5,408,000 eran católicos, o sea el 89 por ciento de la población. Aclarando que estos datos son de las personas bautizadas por la Iglesia, no de las que se declaran católicas.
La información es interesante para el conocimiento de la influencia de las distintas corrientes religiosas sobre la población. Pero la época actual es de ecumenismo religioso, no de competencias y pugnas entre las religiones. Venciendo dificultades, las diversas religiones e iglesias se entienden y cooperan entre ellas para enfrentar los colosales problemas de la humanidad, de manera que las diferencias entre las religiones ya no tienen tanta importancia como cuando luchaban entre ellas.
Volviendo a las estadísticas sobre la afiliación religiosa de los nicaragüenses, a nuestro juicio lo que cabe destacar de las cifras de CID-Gallup, es que sumando a católicos y evangélicos los cristianos son más del 84 por ciento de la población nacional. Lo cual es muy bueno para la nación por el valor moralizante de la religión para una sociedad angustiada ante el aumento de la criminalidad y la disolución familiar y social en sus diversas formas.
En realidad, se puede decir con certeza que la experiencia histórica ha demostrado que la religión no es el opio del pueblo, como escribiera Carlos Marx en su obra Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, publicada en 1844 en la revista Los Anales Franco Alemanes.
La verdad es que los pueblos no se desmoralizan ni se desarman espiritualmente con la religión. Por el contrario se empoderan moralmente y adquieren la capacidad necesaria para enfrentar los grandes infortunios de la vida: personal, familiar y social.
En la Nicaragua de hoy, la religión, el cristianismo y la Iglesia católica en particular, han sido una fuente de fortaleza espiritual para muchos nicaragüenses de la fe que los anima a seguir resistiendo y creyendo en que la situación cambiará y la vida será mejor.