Pese a que el dictador Daniel Ortega ya había destruido la autonomía municipal, mucho antes de los comicios del pasado domingo el 6 de noviembre, en los que se adueñó de todas las 153 alcaldías del país, oficializó la estocada final a la democracia, al desarrollo local, en particular, al pluralismo político y social en Nicaragua, concluyeron expertos y analistas políticos consultados por LA PRENSA tras conocer los atípicos resultados brindados por el Consejo Supremo Electoral (CSE), a pesar a la escasa y notoria participación de votantes.
El CSE ratificó el lunes por la noche que la dictadura Ortega-Murillo se autoproclamó “ganador” en los 153 municipios del país, en unos comicios donde compitió con sus aliados de los partidos zancudos.
Administrar el ciento por ciento de las municipalidades de hecho en 2023, le permitirá a Ortega “incursionar a un más en el control de la población, tener una mayor facilidad para detectar posibles intentos de levantamientos, de guerrillas. Es decir, cada vez más la capacidad de vigilancia dentro de los límites que pueda tener por las capacidades estructurales que tienen los municipios nicaragüenses se amplían”, opinó Carlos Cascante Segura, profesor de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA).
En Nicaragua no hay autonomía municipal, tenés que ser parte del FSLN
Por su parte, el politólogo Manuel Orozco sostuvo que la autonomía municipal el régimen la desapareció hace tiempo, pero de hecho la eliminó cuando se apoderó de las cinco alcaldías ganadas por el cancelado partido Ciudadanos por la Libertad (CxL), en los comicios municipales de 2017.
Un experto en temas municipales del observatorio independiente Urnas Abiertas coincidió en que en estos comicios el régimen abusó de su poder y se adjudicó alcaldías históricamente antisandinistas. A su vez reconoció que “este comportamiento ya lo veíamos antes de las elecciones del 6 de noviembre, porque expulsó a los alcaldes de CxL”.
En julio pasado, la dictadura se tomó las alcaldías de Santa María de Pantasma, El Cuá, San Sebastián de Yalí, El Almendro y Murra.
“Eso indica que a pesar de las presiones (internacionales) quiere permanecer en el poder y controlar todo a nivel local y nacional”, dijo el experto de Urnas Abiertas, quien prefirió mantenerse en el anonimato.
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Asimismo expresó que “esto viene a generar una involución en el desarrollo local. Con esto prácticamente enterraron cualquier posibilidad de cierta autonomía municipal y que los territorios decidan cómo digamos iban a utilizar sus recursos. Estamos retrocediendo 60 años de democracia y volviendo a un Estado centralista y sumamente represor”.
Cascante agregó que “de hecho ya no hay autonomía municipal en Nicaragua porque para ocupar un cargo en el municipio tiene que estar dentro de las estructuras del Frente Sandinsita”.
Régimen sultánico
El experto en derecho internacional, temas de integración y catedrático de la Universidad de Costa Rica (UCR), Carlos Murillo Zamora, reafirmó que la comunidad internacional no esperaba algo diferente de esos comicios.
“El régimen de Ortega se está convirtiendo en un régimen sultánico en donde él y Murillo son los sultanes que controlan todos los ámbitos. Habría que ver qué sigue después de este paso. Qué más va a controlar, qué más va a cambiar, pero en el escenario no hay nada, no veo que vaya a haber una reacción de condena porque no va a generar ninguna otra reacción”, expresó Murillo Zamora.
Resultados no sorprenden a la comunidad internacional
En cuanto al escenario que proyecta Nicaragua tras dichos comicios, aparentemente la comunidad internacional entró en una especie de inercia en relación con la situación del país. Es decir, “ya no se sorprende, ni toma acciones más que aquellas inmediatamente necesarias cuando se produce una situación de este tipo”, señaló Cascante.
“La comunidad internacional está cada vez más más acostumbrada y cada vez tiene más claro que lo que tiene que esperar es un cambio que se produzca dentro de Nicaragua y su capacidad de influencia sobre ese cambio, pues no parece tan relavante”, añadió.
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Orozco también opinó que “la comunidad internacional no le puso atención a la farsa electoral, pero si estuvieron atentos del acoso al que fue el ciudadano promedio a ser forzado de votar por el partido del régimen, estuvieron atentos de las detenciones de decenas de jóvenes que observaron el acoso y documentaban la abstención”.
Además dijo que “los países y la sociedad civil internacional están claros que no iban a esperar nada positivo de la farsa electoral, y que su presión externa gira en torno de proteger las vidas de los nicaragüenses”.