Al iniciar la misa dominical en la iglesia Santa Agatha, en Miami, Florida, Estados Unidos, el obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez recordó con “cariño, dolor y nostalgia” a monseñor Rolando Álvarez, detenido injustamente por la dictadura de Nicaragua desde el 5 de agosto pasado. “Monseñor Rolando es inocente y merece ser liberado”, afirmó.
Asimismo pidió a los católicos oraciones por monseñor Álvarez. “Que se escuche nuestra voz. Queremos verlo y queremos saber cómo está, exijimos su libertad y que el obispo vuelva en medio de su pueblo”, a la Diócesis de Matagalpa y de Jinotega, a quienes Báez les envió un saludo franternno y brindó sus oraciones.
Álvarez cumplió hoy 66 días de haber sido traslado forzadamente a la casa de su familia en Managua, tras el allanamiento de la Policía orteguista a la Curia Episcopal de Matagalpa. Allí, sin ninguna justificación legal, la Policía lo mantiene bajo arresto domiciliario, medida que el régimen pretende disfrazar como “resguardo domiciliar”.
Aunque en total ya son 81 días de encarcelamiento, ya que antes del traslado a la capital monseñor permaneció durante 16 días bajo retención policial junto con otras personas, que fueron acusados de “conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional y propagación de noticias falsas”. El nombre de monseñor Rolando Álvarez no aparece en la acusación, sin embargo, se desconoce si el Ministerio Público abrió una acusación en su contra.
“Hay políticos que manipulan la religión para justificar su crueldad”
En su homilía de este domingo basada en la parábola de la oración del fariseo y el publicano, del evangelio de Lucas (18,10) donde el primero se jactaba de su religiosidad y dadivas, el prelado, señaló que “hay muchos políticos que manipulan y se sirven de la religión y se vuelven como el fariseo. Invocan a Dios y le dan gracias por las supuestas bendiciones que reciben, que más que bendiciones divinas son el fruto de estrategias y acciones políticas que ellos mismos realizan para afianzarse en el poder y lograr sus propios intereses”.
“Estos políticos generalmente son autoritarios y no están dispuestos a reconocer sus errores y pecados. Practican la religión del “yo”, exigiendo culto a sus personas, imponiéndose como pequeños dioses y utilizando la religión para justificar sus posiciones de poder, sus actos de corrupción y su crueldad”, criticó Báez.
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El político creyente, en cambio, “muestra su fe en el Dios justo y bueno, reconociendo humildemente sus errores y aceptando su parte de responsabilidad en la problemática de la sociedad. Los políticos auténticamente creyentes viven escuchando a Dios y a los demás, examinan su conciencia constantemente, no culpan a otros de lo que ellos son responsables, sienten necesidad de convertirse y modelar su vida a la luz del evangelio, piden perdón y se abren con confianza al amor del Señor”, manifestó.
Báez afirmó que “Jesús nos enseña que la oración del soberbio no llega al corazón de Dios, pero la oración del humilde lo abre de par en par” y dijo que “el fariseo vive como un narcisista, sin deseos de cambiar, seguro de ser bueno y mejor que los otros. Con su oración se cierra en sí mismo, deforma y empequeñece a Dios”.