El obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, monseñor Silvio José Báez, llamó este domingo durante su homilía desde la Iglesia Santa Agatha en Miami, a no ser indiferentes con personas que han colaborado con el sistema injusto dominante, que un día se dan cuenta de su error y deciden cambiar, e instó a ofrecerles “compresión, apoyo y perdón”.
“En la sociedad pueden haber personas que han colaborado con el sistema injusto dominante, pero un día recapacitan, se dan cuenta del error y deciden cambiar. No nos detengamos en los errores pasados de estas personas ni sigámosla apuntándolas con el dedo enseñando lo malo que pudieron haber hecho, sintonicemos con el corazón de Dios y ofrezcamos a estas personas que se liberan de estructuras de pecado para volver a la justicia y la verdad. Ofrezcámosle comprensión, apoyo y perdón”, manifestó el obispo.
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El jerarca recordó en su mensaje dominical que “no solo estamos llamados a acoger la misericordia de Dios, sino que debemos de aprender del Señor a ser misericordiosos unos con otros, a veces somos muy duros con los demás, no logramos perdonar a quien nos ha dañado o se ha equivocado. Nos gusta echarle en cara a los demás sus errores y hablar por detrás contándoselos a los demás. Aprendamos a ser misericordiosos como Dios”.
“No debemos ser nunca indiferente frente a quien se ha alejado, ha caído en el pecado o sea empantanado en la maldad, recemos por estas personas, busquémoslas con interés, tendámosles la mano y a traigámosla con la ternura y la bondad de Dios y alegrémonos cuando cambien”, reiteró monseñor Silvio Báez.
Parábolas de la misericordia
En esa misma línea, el evangelio escuchado este domingo, se trataba de las llamadas parábolas de la misericordias, “la de la oveja perdida, la de la moneda extraviada y la del hijo pródigo” (Capitulo 15 de Lucas).
“Estas tres palabras hablan de la preocupación de Dios cuando les falta alguien a quien él ama. Si tú o yo nos alejamos, nos perdemos, Dios se preocupa, se pone inquieto y nos busca, porque le hacemos falta. Estas parábolas hablan también de la alegría de Dios —cuál es la alegría de Dios— la alegría de Dios es perdonar, la alegría de un pastor que encuentra a su oveja, la alegría de una una mujer que halla su moneda, es la alegría de un padre que vuelve a acoger al hijo que se había perdido”, indicó el obispo.
Asimismo expresó que “estas parábolas nos enseñan que a Dios le importamos, y le importamos todos, como le importó su pueblo aún cuando lo había cambiado por un becerro de oro. Cada uno de nosotros es esa oveja perdida, es esa moneda perdida, es ese hijo que se fue lejos del padres y llegó a perderlo todo”.
“Dios no nos olvida nunca, es un padre paciente que nos espera siempre, respeta nuestra libertad, pero permanece siempre fiel y cuando volvemos a él nos acoge y hace fiestas. Dios se llena de alegría cuando uno de nosotros pecadores vuelve a él y le pide su perdón”, añadió monseñor Báez.