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Sobre riqueza y pobreza

Estoy de acuerdo con Humberto Belli en que culpar a los ricos y países ricos por toda la pobreza que existe en el mundo es una simplificación equivocada e injusta. Es un error considerar la riqueza como algo limitado y estático, al punto de que para dar algo a uno habría que quitárselo a otro. Tal concepto lleva a conclusiones falsas. Ciertamente Juan Pablo II afirma que el ser humano fue dotado por Dios de habilidades para crear y aumentar las riquezas; es “cocreador en el campo económico”.

Algunas personas, grupos sociales y países usan y aprovechan mejor que otros las habilidades para crear nuevas riquezas y es justo que disfruten de ellas. La habilidad para crear riquezas es estimulada, entre otras motivaciones, por obtener beneficios económicos y mejorar las condiciones de vida. Esto lleva a la producción de bienes y servicios mediante la iniciativa privada que forma empresas en una economía de libre mercado y competencia, lo que beneficia el desarrollo y crecimiento económico de las naciones.

 Los países donde esto funciona bien, son prósperos. Eliminarlo conduce al estancamiento, porque sin el aliciente económico y la competencia, la habilidad creativa del ser humano se apaga o reduce al mínimo. Esto se comprobó con el fracaso del comunismo, pues al acabar con la empresa privada y el libre mercado se produjo el estancamiento y luego el colapso económico.

Los países que fueron comunistas y estaban estancados o pobres adoptaron el sistema capitalista en Europa y Asia, y así prosperaron y prosperan. Los únicos dos países que mantienen su economía comunista (Cuba y Korea del Norte) siguen empobrecidos. Otras naciones permanecen sin desarrollarse por múltiples deficiencias y errores.

Nicaragua desde su nacimiento vive en guerras, conflictos y tensiones políticas internas. En cambio, Costa Rica, desde mucho tiempo atrás vive en paz y democracia; se dedican a trabajar, producir, crear riqueza y mantener un ambiente de confianza que favorece la inversión nacional e internacional. Mientras el PIB “per cápita” de Nicaragua es de 1.8 millones de dólares anuales, el de Costa Rica es de 11.9 millones, casi 7 veces más. En Latinoamérica ha existido mucha corrupción.

En varios países asiáticos y africanos la pobreza crece por guerras civiles y tribales. Pero, no podemos negar que ha existido y existe también la explotación de ricos a pobres. La esclavitud de los negros en América y la posterior negación de sus derechos laborales (entre otros) contribuyó a crear riqueza con base en la explotación de seres humanos. Varios países europeos aumentaron considerablemente su riqueza por la explotación inmisericorde de sus colonias en América, Asia y África. Existen compañías transnacionales que utilizan en países pobres una mano de obra sobrexplotada para llevarse riquezas naturales sin dejar lo mínimo justo para el país.

Siendo Dios el origen primario de toda riqueza, creada para beneficiar a toda la humanidad, su producción no solo debe beneficiar a quien la produce, sino a todo el cuerpo social de acuerdo con dos principios de la doctrina social de la Iglesia: el bien común y la solidaridad.

Debe procurarse el bien de todos con voluntad solidaria, no con el igualitarismo del fracasado comunismo, ni con el egoísmo del capitalismo salvaje, sino con justicia y solidaridad. Quien tiene la habilidad de crear riqueza debe hacerlo no solo para su beneficio, sino en beneficio del cuerpo social. Por ejemplo, pagando salarios y otros beneficios justos a quienes aportan su trabajo para la creación de riqueza; pagando impuestos adecuados para las necesidades del cuerpo social (incluyendo derechos humanos como la atención de salud y educación); ejerciendo la virtud de la caridad; sin derroches innecesarios por vanidosa ostentación.

Son situaciones ofensivas para Dios las inmensas desigualdades económicas entre los que actúan con egoísmo y derrochan por vanidad, y quienes no tienen qué comer, beber ni vestir.

El autor es abogado y comentarista de temas políticos y religiosos.

www.adolfomirandasaenz.blogspot.com

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