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CONTENIDO EXCLUSIVO.Jonathan Loáisiga se mostró incontenible el año pasado y daba tal impresión de seguridad que sus relevos parecían increíblemente cómodos. Al mejor estilo de Houdini, escapaba de las dificultades más grandes, mientras lucía como un lanzador prodigioso con todo el equipaje para convertirse en estrella y estuvo a punto de ser llamado al clásico de media temporada.
Agrupó unas cifras impresionantes. Saliendo desde el bullpen y en un rol en el que por lo general no se gana o salva partidos, el nica consiguió nueve victorias, sostuvo la ventaja en 18 ocasiones (hold) y salvó cinco juegos, mientras registraba 2.17 en efectividad a lo largo de 70.2 innings con 16 bases y 69 ponches, con .215 de average en contra y 1.02 de whip.
Y hay una actuación que retrata al Loáisiga del 2021 en toda su dimensión. En su clase y en sus agallas. Y esa llegó el 17 de agosto del año pasado, cuando relevó y preservó un triunfo 5-3 de los Yanquis en el primer partido de una doble programación contra Boston en Nueva York. Ahí vimos a Jonathan trabajando al máximo de su voltaje y terminó a todo meter.
El nica entró en acción en el sexto episodio, en un juego de siete innings, con una ventaja de 5-3 para los Yanquis. En ese momento resolvió sin problemas a Xander Bogaerts con un ponche, a Rafael Devers en rola al shortstop y a J.D. Martínez en línea a la misma zona. Su dominio fue claro y los Yanquis se situaron a tres outs del triunfo sobre los Medias Rojas.
Sin embargo, la mayor cuota de drama y de incertidumbre estaban reservadas para el final, para el último episodio. Y justo ahí vimos al “Pistolero de Las Sierritas” crecer en medio de dificultades que podrían haber agobiado a otros. Lo vimos enfrentar los límites del peligro con una mezcla de valor, inteligencia y recursos, para salir al final con la diestra en alto.
Kyle Schwarber se embasó por infield hit al hueco entre tercera y short. Y seguidamente vinieron sencillos corridos de Christian Vázquez y Alex Verdugo para llenar las bases sin out. Loáisiga pareció al pie de la horca. Pero en lugar de arrugarse y dejarse morir, ripostó como fiera y tras salir de Travis Shaw en línea corta al leftfield, metió dos ponches al hilo.
Pero no fueron ponches cualquiera. Aún faltaba drama. Con las bases llenas y un out, tras dominar a Shaw, Loáisiga comenzó con dos envíos malos ante Kike Hernández, antes de apretarlos con tres disparos precisos. Y aún faltaba. A Hunter Renfroe, lo puso en 3-0, es decir, una bola más y había carrera, pero regresó con tres strikes y finalizó el encuentro.
Ese fue su quinto salvamento de la temporada, pero indudablemente, el más recordado, el que nos permitió ver plenamente el crecimiento de un lanzador que los Yanquis anhelan tener de regreso justo ahora, cuando su cuerpo de relevistas se ha resentido por lesiones e inconsistencias y muchas miradas apuntan hacia el diestro pinolero en busca de su ayuda.
“Su velocidad está ahí, su talento está ahí. Es un asunto de ajustar el comando para que se le vea como el año pasado”, ha dicho el mánager Aaron Boone, mientras el nica lucha por escapar a un año complicado en el que marcha con 1-2 y 7.52 en 22 juegos y 20.1 innings lanzados, con 23 hits, 17 carreras limpias, 11 bases y 20 ponches hasta este momento.
¿Podrá regresar a la versión del 2021? Claro que puede. Tiene el material y tiene salud. Es un asunto de ajustar los disparos. Y hay un sentido de urgencia en los Yanquis ahora que se confirmó la pérdida de Michael King, el relevista que hacía dúo con Clay Holmes en estos días en los que Loáisiga y Aroldis Chapman no han funcionado como el pasado reciente.
Edgard Rodríguez está en Twitter: @EdgardR