En 2017, JC Ramírez parecía rumbo al estrellato. Después de una carrera nómada y de escaso éxito, dio la impresión que al fin se podría materializar lo que habían visualizado los Marineros de Seattle cuando lo firmaron doce años (2005) atrás como un prospecto espigado y angosto, pero con grandes proyecciones y destinado a las Mayores, como él mismo decía.
Ramírez había debutado en las Grandes Ligas en 2013 con los Filis y su paso fue breve e inadvertido. En fin, hasta antes de 2017, había jugado en cinco equipos durante cinco años y sus cifras no eran como para sentirse orgulloso: 4-7 y 5.13 en 108 actuaciones, con 126.1 innings, 132 hits, 72 carreras limpias, 48 bases y 94 ponches, con dos juegos salvados.
Sin embargo, a finales de 2016 había aterrizado en los Ángeles, procedente de Cincinnati y desde el primer instante que entró en contacto con la nueva organización, Ramírez se sintió acogido. “Hemos visto que tienes buen material, pero estás batallando. Aquí te vamos a ayudar”, le dijo a modo de bienvenida Mike Scioscia, el timonel del conjunto de Anaheim.
El cambio fue inmediato. JC pasó de ser un tirador marginal en los Rojos, donde acumulaba 1-3 y 6.40 en 27 juegos sin importancia, a un lanzador confiable saliendo desde el bullpen en los Ángeles, al extremo de tener 2-1 y 2.91 en 46.1 episodios de 43 partidos, la mayoría de ellos en línea. Pero lo mejor vino en 2017, cuando se decidió que sería mejor un abridor.
Lucía tan bien el arsenal de JC que los Ángeles consideraron que era un desperdicio usarlo solo como relevista. Y aunque batalló un poco en casa en su nuevo rol (3-6 y 4.48), en los partidos en gira resultó un tigre (8-4 y 3.48) y por momentos fue el abridor más confiable de los Angelinos. El dominio comenzó a ceder y pronto sus cifras fueron decreciendo.
Al final, Ramírez, quien marchaba con 11-10 y 4.15 en 147.1 innings, sufrió una lesión que lo sacó de circulación ese año y ya nada fue igual. Necesitó una cirugía Tommy John y en los siguientes dos años acumuló 0-2 y 6.75 en 14.2 episodios tratando de volver. Su recta, que se movía a 97.6 millas, solo alcanzó 91 y su comando se volvió a desconfigurar.
El 12 de agosto del 2019 contra los Piratas, fue el último día que JC lanzó en las Grandes Ligas. En un inning le conectaron dos hits y anotaron una carrera para dejarle la efectividad en 4.59 en ese momento. Los Ángeles lo enviaron a las Menores y posteriormente quedó en libertad. Desde entonces ha tratado de volver, sin conseguirlo hasta este momento.
Lanzó en la Liga Mexicana e incluso fue a Taiwán, pero no ha podido retornar al big show. Su último intento llegó al final este miércoles cuando los Mellizos de Minnesota lo dejaron en libertad después de acumular 3-0 y 5.56 en 35 innings en AAA con Saint Paul. JC cedió 34 hits, seis jonrones, 21 bases y propinó 28 ponches en esta reciente experiencia.
¿Regresará? Es difícil, aunque no imposible. Sin embargo, en agosto llegará a 34 años, una edad considerable en el beisbol y sus recursos no han regresado a sus niveles habituales, al tiempo que su control volvió a mostrarse como un problema. JC ha sido un incansable luchador, pero no sería remoto que decida quedarse en México, donde sí ha tenido éxito.
Después de tantas lesiones y altibajos, JC parece más cerca del crepúsculo de su carrera.
Edgard Rodríguez está en Twitter: @EdgardR