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El vicio de comerse sus propias palabras

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Palabras

Entre las muchas características que requiere ahora mismo ser simpatizante del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo está una que a mí me llama mucho la atención: el vicio de comerse sus propias palabras. Decir un día una cosa y, al otro, decir todo lo contrario. ¡Y como si nada! Proclamar principios despojándose de ellos. Decirse cristiano haciendo equipo con el diablo. Llamar “héroes de la paz” a los asesinos, y “terroristas” a los patriotas. Acuerpar esta dictadura requiere despojarse de cualquier racionalidad, no pensar y convertirse en autómatas programados para repetir la consigna del día. Podría dar mil ejemplos, pero me detendré, por razones de espacio, solo en unos cuantos de ellos.

Migrantes

¿Se acuerdan de la profesora Nilamar Alemán Mora? Ella fue detenida y presentada como delincuente en 2016 porque albergó y acompañó a la frontera a una migrante congoleña y su bebé cuando buscaban cómo cruzar Nicaragua rumbo a Estados Unidos. Para esos mismos años, Daniel Ortega le echaba el Ejército y la Policía a los migrantes que desde Costa Rica buscaban como avanzar por Nicaragua. Estuvo a punto de provocar una catástrofe humanitaria con el tapón que detuvo a miles de personas que se agolpaban al otro lado de la frontera sur sin poder avanzar y sin poder regresar. En ese tiempo, la migración irregular era un delito grave. Pues ahora todo cambió. Nicaragua facilita el paso de migrantes, ya sea dándoles visa libre a los cubanos que usan el país como trampolín hacia Estados Unidos, o apoyando con sus instituciones el paso de los que llegan por tierra. Se comieron sus palabras del 2016. Y si se entienden con Estados Unidos, van a comérselas de nuevo. Así son ellos.

Madre Teresa

Cuando el papa Francisco canonizó a madre Teresa de Calcuta, el 4 de septiembre de 2016, el régimen sacó pecho mostrando en sus medios la visita que la santa realizó en noviembre de 1986 a Nicaragua. Fotos de Ortega con Madre Teresa por acá y alabanzas por allá. Madre Teresa y sus misioneras eran lo máximo. Rosario Murillo recordó, con estas palabras, que Ortega “conserva las fotografías y una imagen de nuestra madre María que le obsequió Madre Teresa, hoy Santa Teresa de Calcuta, y se comprometió a respaldar las obras, la labor cristiana que hacen las Misioneras de Calcuta, las Misioneras de Madre Teresa, de la Orden creada por Madre Teresa en nuestra Nicaragua, la labor cristiana en favor de los pobres, de la gente que sufre”. Pues cerraron por la fuerza los centros que se comprometieron a apoyar y el miércoles vimos como echaban a las monjitas del país. Ahí los tenemos otra vez comiéndose sus palabras.

Solidaridad

Son campeones del figureo. Si van a entregar una lámina de zinc gastan tanto dinero como otras cien láminas para hacerle propaganda. Cuando hay un desastre, hay más afán en la foto que en el socorro. Y en esas ocasiones, el reclamo que nunca falta es: “Aquí no vemos a los opositores porque solo piensan en ellos mismos”. Sucede sí, que esta semana la reina de belleza Berenice Quezada quiso llevar donaciones a su ciudad natal, El Rama, y la Policía no la dejó repartirlas. “Solo el comandante puede”, le dijeron. Los mismo pasó en octubre de 2005, cuando la Policía retuvo los camiones en los que el Movimiento Campesino llevaba 800 quintales de alimentos para paliar la hambruna que azotaba la zona seca.

Elecciones

Sobre las elecciones no hay mucho que decir. El gran votante es la Policía. “Ganan” elecciones echando presos a los otros candidatos, y esta semana se “ganaron” otras cinco alcaldías con el “voto democrático” de los fusiles de la Policía. El “ganar” para ellos es el mismo que usa el carterista cuando se “peina” la cartera de un parroquiano.

La línea

A estas alturas ni siquiera pueden tener un manual de líneas básicas entre sus simpatizantes, porque lo que dicen hoy lo contradicen mañana. Y así van. Si no me creen, vayan, antes de que la borren, al 19 Digital a leer la apología a Madre Teresa de Calcuta y sus misioneras, a quienes hace unos años alababan y ahora las echan prácticamente a patadas. Si un simpatizante del régimen pretende razonar sobre cosas como estas, termina, por inercia, convirtiéndose en enemigo, terrorista, golpista o narcotraficante. Vean el caso del Chino Enoc. Así que, los que quedan, prefieren poner la mente en piloto automático y esperar “la línea” de cada día, aunque eso implique comerse lo que apenas ayer defendían.

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