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Sobre la Independencia de Estados Unidos

Todas las naciones que fueron colonias o dependientes de otras, celebran su independencia, su día, su gran fecha que les dio el patrimonio soberano de nación y autonomía, así como los mortales celebramos el día en que nacemos.

Es por eso que vale la pena reflexionar más allá de las celebraciones de juegos pirotécnicos y demás festejos oficiales y sociales, en esta celebración del 4 de julio, día que desde 1776 hasta la fecha se conmemora como el nacimiento de la Independencia americana, y que desde 1941 es considerada como Fiesta Federal, de la que somos parte millones de ciudadanos de otras tierras que venimos a este gran país en busca de mejores oportunidades de vida, pero también a aportar en el crecimiento y grandeza de este hermoso y digno pueblo.

Esta fecha de la Independencia de los Estados Unidos por lo tanto obliga a la reflexión sobre la amenaza a la democracia y a la libertad no solo en países agobiados por el castrocomunismo y el comunismo internacional, sino también en las propias barbas de esta nación. Tantas amenazas, ya no solo políticas, sino tecnológicas, bacterianas y hasta culturales, tienden a desvirtuar el gran legado que los próceres de esta república norteamericana legaron a sus descendientes, bajo las cuales se asienta el poder económico y de preeminencia mundial, de potencia, que ha llegado a ser en pocos años relativamente, en comparación con otras naciones del viejo continente y ya no digamos de Latinoamérica.

De nada ha servido que muchos de nuestros historiadores y pedagogos nos repitieran con vehemencia que la universidad de tal país fue la primera en el continente, o que tal o cual país se dispute el privilegio de la primera catedral o la más grande, desde México hasta Chile; o que tal país fue anteriormente dominado por otro y luego logró determinados niveles de desarrollo en comparación con sus vecinos, porque la verdad es la misma:

No hemos logrado ni como países independientes, ni como bloques regionales ni como subcontinente, un despliegue económico que nos llene de gloria y satisfacción terrenal. Por el contrario, hemos pasado de la pobreza a la miseria tanto en lo económico como en lo social, lo cual no debió haber sido así debido a que como región hemos gozado de grandes riquezas naturales y patrimoniales que, lastimosamente, de nada ha servido.

Tampoco es cierto que hemos sido objeto de saqueo de parte de potencias, salvo la época de la Independencia de España y el saqueo sobre todo de nuestro oro. Los demás productos que la región vendió a los mercados internacionales, fueron abriéndose paso en medio de muchas dificultades, no fue fácil competir con los grandes mercados internacionales y sus estrategias mercantiles.

Sin embargo algo se hizo y a la llegada de la bota comunista en Cuba, en 1959, había países además de la misma Cuba, como Argentina, Venezuela, Colombia e inclusive nuestra Nicaragua, que gozaban de economías prósperas, de exportaciones grandes de banano, café, algodón, maderas preciosas, carnes etc., con crecimientos del Producto Interno Bruto de más del 7 por ciento.

La visión de peligrosidad de la democracia debe ser el motivo más recurrente, al conmemorar la gran fecha del cumpleaños de Estados Unidos. Y aunque en muchos países existen bastantes problemas, y en algunos como Nicaragua, Cuba, Venezuela y Bolivia se violan a diario los derechos humanos, vale la pena contextualizar esta celebración para prevenir y luchar por la preeminencia de nuestros valores universales, fomentados en la fe en Dios y la defensa de los clásicos articulados de nuestras constituciones, para preservar la paz.

Tampoco para Estados Unidos ha sido fácil, de ninguna manera. Sobre todo por ser el país más atacado por el odio y el resentimiento social del terrorismo (caso de las Torres Gemelas) y el comunismo internacional. Y en nuestras fronteras por el castrocomunismo impuesto por las dictaduras de Cuba y Venezuela, por Fidel Castro y Hugo Chávez, quienes aliados con grupos definidamente contrarios a esta nación, quisieran verla derrumbada y en cenizas su imperio. Pero al final no lo lograrán, puesto que las bases de su Carta Magna, la visión de sus próceres y el espíritu del trabajo hacen cada día más grande a EE. UU.

Celebramos, pues, como hispanos, este 4 de julio, abrazamos nuestra bandera nacional y la de la nación americana, compartimos estos festejos en nuestros hogares, en parques, calles, playas, meriendas, en los patios de las casas, con un partido de beisbol y con fuegos artificiales, pues la llama de la libertad aquí sigue vida, ardiendo para siempre.

La autora es nicaragüense nacionalizada estadounidense. Empresaria, emprendedora y activista de derechos humanos. Actualmente se ha postulado a comisionada por Miami Dade.

Opinión democracia Independencia de Estados Unidos archivo
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