CONTENIDO EXCLUSIVO.
Iglesia
Obviamente la dictadura tiene a la Iglesia católica en la lista de “enemigos” a eliminar. Si ponemos atención a su forma de actuar, aunque parece atacar a todos simultáneamente, es en un sector que concentra fuego cada cierto tiempo. La intención es eliminar, pero, sino se puede, golpear, disminuir y, si es posible, someter. Primero fueron los tranques, luego las universidades, los médicos, los medios de comunicación, los líderes políticos, los defensores de derechos humanos, los partidos políticos, los empresarios, las organizaciones de la sociedad civil y ahora la Iglesia. La Iglesia siempre ha estado en la mira. Y uno puede imaginarlos con la lista en la mano, tachando nombres con su crayón rojo y deteniéndose en la Iglesia para preguntarse: ¿Será ya su mala hora?
Ensayo
Lo que hemos visto a partir del 19 de mayo pasado, es otro ensayo de ofensiva contra la iglesia católica. “Están probando hasta dónde pueden llegar”, me decía alguien. Y tiene razón. La dictadura ha agredido, amenazado y desterrado sacerdotes. Ha atacado templos con armas de fuego y profanado iglesias. Pero, ya sabemos, ellos no se conforman y todo lo que han hecho es la preparación del golpe final que quieren dar. El próximo paso será echar presos a los sacerdotes incómodos y, algo que les gusta mucho, confiscar bienes para restarles fuerzas que puedan hacerla renacer. Todo dependerá de las reacciones que vayan encontrado.
Asesinatos de carácter
También ha intentado “asesinatos de carácter”, como les llamaba el narcotraficante Pablo Escobar, contra los líderes religiosos más incómodos para ellos. “Asesinatos de carácter” es un viejo término que se usa para describir el intento deliberado de lesionar la reputación de alguien, atacar su vida personal, dañarlo moral y sicológicamente para eliminarlo como adversario, o, facilitar el siguiente paso: su eliminación física. Desde mediados de 2018, la dictadura sostiene una campaña de insultos y descalificaciones contra personeros de la iglesia para debilitar al que consideran su adversario y así justificar su exterminio.
Tecla falsa
Daniel Ortega puede estar envalentonado porque hasta ahora ha atacado a todos sin pagar mayores consecuencias. Ha matado, mandado a miles al exilio, llenado las cárceles con presos políticos, confiscado, expulsado diplomáticos, y eliminado organizaciones, entre otras barbaridades, y ahí está, pensando en qué otra maldad hacer. Eliseo Núñez ha graficado esta situación con la “teoría de la tecla falsa”. Se trata de un piano en el que una de sus teclas es el detonante de la bomba que lo hará estallar. El pianista tocará su melodía sin problema alguno hasta que presione la tecla equivocada. ¿Será la Iglesia esa tecla falsa?
Costos
Podemos ser de otra religión, agnósticos o ateos, incluso, pero nadie puede negar que la Iglesia católica está bajo ataque. Tampoco se puede negar que esta iglesia estuvo a la altura de las circunstancias al momento de proteger en sus templos a los muchachos perseguidos, en el reclamo de los derechos ciudadanos, a costa de asumir la factura que hoy está pagando. Porque, seamos honestos, todos tuvimos la oportunidad de escoger de qué lado íbamos a estar. Estos pastores pudieron escoger la vida tranquila de prebendas y lisonjas, como hicieron otros, pero escogieron este lado y eso, tengamos las diferencias que tengamos con ellos, se les agradece.
El papa
El único que parece no enterarse del ataque contra la iglesia es el papa Francisco, de quien se esperaría al menos una formal protesta o una palabra de aliento a estos sus soldados dispuestos a inmolarse en nombre de todo en lo que creen. ¿De qué sirve que esté canonizando ahora a obispos y sacerdotes si está desconociendo o dándoles la espalda a otros que estos momentos están haciendo lo mismo que hicieron aquellos hace 30 o 40 años?
Apostolado
Cuando Daniel Ortega ha decidido ir en contra de la Iglesia católica, puede estar escogiendo muy mal a su enemigo. Podría estar tocando esa tecla falsa que dice Eliseo. No esperemos que los sacerdotes salgan con morteros o armas a responder a las agresiones, como algunos parecen pedir. Ese no es su estilo, al menos no en estos tiempos. La Iglesia tiene tras de sí dos mil años de experiencia y se ufana de siempre haber visto pasar los cadáveres de sus enemigos. Y si bien podemos encontrar sacerdotes venales y acomodaticios, hay otros muchos que ven en la justicia y el martirio la misión de su apostolado. ¿Cómo luchar contra eso?