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Una luz al final del túnel

El periódico estadounidense The New York Times, uno de los más influyentes y mejor informados diarios de ese país, informó el pasado jueves 5 de mayo sobre un malogrado acercamiento de uno de los hijos de la pareja presidencial con autoridades del gobierno norteamericano. La noticia ha corrido como reguero de pólvora y las especulaciones no se hicieron esperar. Para mí, el hecho de que el hijo más influyente y más involucrado en la política nacional del matrimonio Ortega Murillo, haya tomado la iniciativa de hablar personalmente (cara a cara) con autoridades del Gobierno de los Estados Unidos, es altamente positivo y podría revelar una luz al final del túnel, aunque esta se haya malogrado.

La importancia radica en que la intención indica que hay propósito de mejorar las relaciones entre ambos países y eso pasa irremediablemente por aliviar las tensiones y situaciones que mantienen confrontadas a nuestra sociedad. No voy a entrar en detalles sobre las especulaciones que esta iniciativa ha suscitado. Esas se las voy a dejar al criterio de ustedes, mis apreciados lectores. Lo que sí deseo resaltar sobre esta noticia, es que existe aunque no lo parezca una intención de dejar atrás y buscar soluciones a las situaciones que dieron origen a las sanciones que el Ejecutivo y Legislativo de los Estados Unidos han tomado contra el gobierno de nuestro país.

Entiendo que debió haber sido una decisión harto difícil para Laureano Ortega Murillo, pero esas dificultades que tal vez fueron las que al final malograron la reunión, perfectamente pueden salvarse mediante un diálogo o entendimiento entre nosotros. Y cuando digo nosotros, me refiero a la sociedad nicaragüense en general, sin apartar a nadie, pero también sin llenarnos de esas sopas de letras que tanto daño nos han hecho.

Podrán estar de acuerdo o no conmigo, pero tengo que ser consecuente con lo que he venido predicando desde hace algún tiempo y es que debemos de tratar de encontrar la forma de abandonar la consigna de ojo por ojo y diente por diente, que hemos practicado por siglos y que actualmente nos tiene convertidos en el país más pobre del continente americano. Podemos ignorar y hasta burlarnos de la iniciativa tomada por Laureano Ortega, pero con esa actitud estaríamos condenando a nuestros hijos y nietos a más de lo mismo que nuestros abuelos, nuestros padres y nosotros hemos vivido como sociedad.

Hace algún tiempo, en un escrito en estas mismas páginas les pedí que tratáramos de aprender de tres países que sus sociedades estuvieron enfrentadas y que hoy son ejemplos de democracia y desarrollo de sus pueblos. Me refería a España, Alemania y los Estados Unidos de Norteamérica.

Quiero finalizar haciendo referencia a una situación que me tocó vivir. En la época en que gobernaba el general Anastasio Somoza Debayle fueron muchas las advertencias y oportunidades que tuvo para enmendar los errores de su Administración, pero un grupo de sus allegados (incondicionales) se inventaron un par de eslóganes: “No te vas, te quedas, y “Eres el huracán de la paz’’. Todos le ofrecían lealtad eterna, pero cuando las cosas se pusieron difíciles fueron los primeros en picar espuelas y si mal no recuerdo, cuando el general iba a ofrecer su renuncia ante el Congreso de la época, hubo que mandar a traer a la mayoría de diputados que habían partido hacia Miami. Personalmente vi salir a más de uno del helipuerto de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI) con rumbo al aeropuerto, dejando atrás a quien le habían jurado estar con él hasta las últimas consecuencias.

He hecho esta mención porque creo que si hay alguien en este país que lo tiene todo para tratar de cambiar el rumbo que llevamos, ese alguien es precisamente Laureano. Posiblemente todavía tenga que asimilar y consensuar con sus padres sobre la forma de lograr lo que pensaba solicitar a los enviados del imperio, cuando eso suceda espero que sus padres recuerden lo que ya vivieron una vez y que tengan presente que las lealtades políticas no son eternas. Si no me creen vuelvan a ver al diputado Wilfredo Navarro.

El autor es comentarista político, directivo de las Fuerzas de Veteranos de Guerra de la Resistencia Nicaragüense.

Opinión Daniel Ortega Estados Unidos Nicaragua archivo
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