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Un encuentro para recordar

Hace unos días, uno de los contados académicos cubanos que no se arredra ante el empuje de la progresía en esos lares, el profesor José Azel, invitó a su casa a un pequeño grupo de ex prisioneros políticos y a distinguidas personalidades como el exembajador de la República Checa en Estados Unidos, Martin Palaus y a su paisano, Vaclav Maly, un firme aliado de la causa democrática cubana.

Pasamos un rato muy agradable. Fue una de esas reuniones que se disfrutan a plenitud, por la compañía y por lo que se consume, pero confieso que lo que más disfrute en la casa de José y su señora, fue la conversación, una charla extremadamente peligrosa si la hubiéramos sostenido en Cuba porque como era de esperar, el tema principal fue el lamentable resultado de los 63 años de totalitarismo en la Isla caribeña.

La reunión social se transformó en un santiamén en una jornada conspirativa contra la dictadura totalitaria.

Todos, de una manera u otras, hemos sido heridos por el castro comunismo y, en consecuencia, contraído el compromiso de hacer lo posible para que

Cuba retorne a la democracia. Es una constante en la vida de muchos cubanos y en los que sienten nuestra causa, como aprecié en el embajador Palaus y su amigo, Maly, quienes participan en cualquier foro que esté relacionado con la democracia en Cuba y América Latina en general.

Hablamos de la resistencia al interior de la Isla, que a pesar de la constante represión no disminuye, como se valora por el creciente número de prisioneros políticos y el activismo de una juventud, que, aunque corre numerosos riesgos, está decidida a vivir en libertad.

La sobremesa fue uno de los mejores momentos, Pedro Fuente Cid, destacó la importancia de los encuentros cubanos que han tenido lugar en Puerto Rico y puso en su teléfono un video de un joven cubano que denunciaba los crímenes de la dictadura y llamaba a la sublevación. Su leguaje, en honor a la verdad, no era el más grato, parte del legado castrista, pero decía verdades irrebatibles como templos.

Ángel de Fana evocó sus largos años en presidio, recordando a los numerosos compañeros que partieron al infinito, y cómo en la prisión, venciendo la represión de los carceleros, se mantenían vivas las mejores tradiciones cubanas, tanto las patrióticas como las religiosas. Y Mario Martínez reiteró la necesidad de incentivar en las próximas generaciones valores cívicos y morales.

El embajador Armando Valladares nos recordó su fuga del presidio de Isla de Pinos junto al inolvidable Pedro Luis Boitel, de cuya muerte en huelga de hambre se cumplen 50 años, un suceso que recordaremos el próximo 25 de mayo en el teatro Tower tal y como están convocando varias instituciones de exiliados y del interior de Cuba, entre ellas, el Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo.

Otro tema obligado fue el exilio, creo que fue de lo que más conversamos, expresando todos nuestro orgullo de que desde el exterior se siga luchando por la libertad de Cuba.

De mi parte fui enfático en reiterar de que no todos los que estábamos fuera de Cuba éramos exiliados, que lamentablemente sobraban cubanos que evadían su responsabilidad con la patria en la que habían nacido, siéndoles indiferentes el sufrimiento de sus compatriotas o aun peor, actuando a favor del totalitarismo, cuestionando y atacando a quienes despreciaban ese régimen.

Azel recordó que ambos habíamos escrito al respecto en una ocasión y reiteró que deberíamos siempre tener presente nuestros deberes para con la familia y la Isla, aseveración que todos compartimos.

Todos nos identificamos con sus palabras y alguien del grupo señaló con acierto que en cualquier ciudad del mundo donde reside un grupo de cubanos se recuerda y evoca el país, que nos sentimos orgullosos de nuestros orígenes y por eso hacemos todo lo posible por trasmitirlo a nuestros hijos y que no en balde más de un isleño ha dicho en tierras extranjeras que se siente más cubano desde que vive en el exterior.

De ahí la profunda validez de la frase de José Martí: “Nunca son más bellas las playas del destierro que cuando se les dice adiós”.

El autor es periodista cubano. Fue preso político en Cuba.

Opinión Cuba José Azel archivo
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