14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Agendas antagónicas en EE.UU. 

Las observaciones sobre política exterior de Estados Unidos hacia Latinoamérica, comentados en artículo “¿EE. UU. descuidó Latinoamérica?”, publicado en LA PRENSA el 23 de febrero de este año han sido invariables, sin embargo saltan a la vista diferencias partidarias de vieja data, profundizadas a partir de las presidencias de Barack H. Obama (2009-2017), Donald J. Trump (2017-2021) y Joseph Biden (2021 a la fecha). Estas impactan a nivel local e internacional.

Las recientes tres administraciones se han destacado por agendas antagónicas, impulsadas por sus agrupaciones con cada vez mayor ímpetu. Como es sabido, los demócratas han abrazado la visión llamada globalismo o progresismo, y los republicanos el patriotismo o conservadurismo. 

El globalismo o progresismo promueve, entre muchos otros puntos y lo más comentado, relajamiento de regulaciones sobre ingreso de inmigrantes indocumentados; promoción del aborto hasta el noveno mes de embarazo; desmantelamiento de valores morales tradicionales impulsando introducción de temas sobre homosexualidad, cambios de identidad y sexo a partir de primeros grados de primaria; énfasis sobre el cambio climático, que ha llevado al país a perder su independencia energética y nuevamente importar petróleo; incremento del gasto público aumentando el déficit fiscal en trillones de dólares; reducción de financiamiento a cuerpos policiales y del orden; legisladores pro “socialismo democrático”; oposición a inclusión de fotografía para identificación de votantes; continuidad de obligatoriedad de normas por covid-19, consideradas exageradas; interés en ampliar número de magistrados a la Corte Suprema de Justicia; acuerdos aparentemente generosos con acérrimos enemigos como los Talibán en Afganistán y el gobierno Iraní; diálogos con dictaduras de Venezuela y Cuba…, etcétera.   

Para ahorrar su tiempo de lectura, el patriotismo o conservadurismo republicano consiste en lo contrario, aunque en ocasiones criticados por inflamaciones retóricas, las que no logran mermar simpatías. Su retorno al control de la Cámara de Representantes y el Senado se considera probable. Indicadores de caída de la aprobación al presidente Biden, así lo sugieren. 

La prestigiosa Universidad de Quinnipiac, reconocida por sus mediciones de la opinión pública, en encuesta publicada el 13 de abril mostró que el presidente cuenta con solamente 33 por ciento de votantes a favor, 54 en contra y 13 de indecisos, similar a la realizada el 12 de enero. Incluso, sobre el manejo de la crisis desatada por la invasión rusa a Ucrania, obtiene apenas 39 por ciento de aprobación. En cuanto a los votantes de origen latino o hispano (en 2020 estaban habilitados más de 30 millones) la aprobación ha pasado de 69 por ciento a inicios de su mandato, a solamente 26. Una sensible pérdida del 43 por ciento.

Mientras tanto, la resistencia conservadora se ha encarnado en beligerantes legisladores en Washington DC, efervescentes organizaciones ciudadanas y rol especial de los veinte y ocho Estados con gobernadores republicanos: Alabama, Alaska, Arizona, Arkansas, South Carolina, South Dakota, North Dakota, Florida, Georgia, Idaho, Indiana, Iowa, Maryland, Massachussets, Misisipi, Missouri, Montana, Nebraska, New Hampshire, Ohio, Oklahoma, Tennessee, Texas, Utah, Vermont, Virginia, West Virginia y Wyoming. El sistema federalista, voluntad de votantes y legislaturas locales, les confieren suficiente independencia para resistir la agenda de Biden o retarla en los tribunales.

De ocurrir próximamente el control republicano de la Cámara de Representantes y el Senado, la agenda globalista o progresista sufrirá un severo revés. El presidente Biden estaría limitado tal como ocurrió a Donald Trump los dos últimos años de su mandato. Si bien compete y conviene al presidente proponer y lograr acuerdos para sus iniciativas por su éxito y compartir responsabilidad, los tres últimos inquilinos de la Casa Blanca han dependido de mayoría de los legisladores afines. Los tiempos de amplios acuerdos bipartidistas y consensos, al menos por el momento, no han sido posibles.  

La medición de fuerzas —sobre visión de país y del mundo, por consiguiente la poderosa influencia estadounidense y su agenda— tendrá lugar este próximo noviembre. Cualquiera sea el resultado, tendrá notables repercusiones internacionales.

El autor es periodista nicaragüense, reside en Estados Unidos.

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí